¿Conocías los “copos de nieve” en el ultrasonido?
Cuando se realiza el primer ultrasonido (entre las cuatro a seis semanas de embarazo), el ginecólogo o ultrasonografista deberá observar el tejido uniforme, sin “huecos” en su interior. No obstante, existe una condición que genera la formación de imágenes que se denominan “copos de nieve” o “ultrasonido de tormenta”.
La importancia del ultrasonido
El ultrasonido en ginecología es una de las herramientas más importantes para conocer cómo se está formando el embrión y, posteriormente, revisar el crecimiento del feto. “Siempre recomendamos que las mujeres se hagan un primer ultrasonido entre la semana cuatro y seis de gestación, para observar cómo se está desarrollando el embrión y si está implantado en el lugar correcto, entre otros puntos fundamentales”, explica el ginecólogo, experto en reproducción humana, Jesús Luján Irastorza.
Y es justamente cuando “hacemos el ultrasonido y observamos cierto tipo de “círculos” en el interior del trofoblasto (capa delgada de células que ayuda a un embrión en desarrollo a adherirse a la pared del útero) se denomina ultrasonido “de tormenta” o de “copos de nieve” en el ultrasonido.
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¿Qué significan esos copos?
De acuerdo con el entrevistado, en el 50% a un 95% de las veces cuando se observan “copos de nieve” en un ultrasonido significa que hay un embarazo molar en su forma completa. En el caso de mola parcial, se sospechan 20 a 56 % de casos”, advierte Luján Irastroza, quien precisa: “depende mucho de la habilidad del operador del ultrasonido, pues no todos están capacitados para detectarlo correctamente”.
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¿Qué es un embarazo molar? Es una complicación poco frecuente del embarazo caracterizada por el crecimiento anormal de trofoblastos, las células que normalmente se convierten en la placenta.
Hay dos tipos de embarazos molares:
El embarazo molar completo. Se observa el tejido placentario anormal y muy inflamado; además, parece formar quistes llenos de líquido. Otra característica es que no hay formación de tejido fetal.
Embarazo molar parcial. Hay combinación de tejido placentario normal y anormal. También aunque puede haber un embrión, no hay posibilidades de que sobreviva, y, por lo general, se produce un aborto al principio del embarazo.
“Ocurre por una alteración genética al momento de la fecundación. En donde prolifera de manera exagerada el tejido trofoblástico con el consecuente aumento de hormonas placentarias, mayor invasión al tejido uterino y aumento en la vasculatura que incluso pudiera desarrollarse el llamado ‘cáncer placentario’, precisa el entrevistado.
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“En mujeres hispanas, un embarazo molar ocurre en 4 de 1000 embarazos, en México 2.4 de 100 embarazos, y cuando ocurre un tipo de embarazo como este no es compatible con la vida, por ello se recomienda la evacuación del contenido uterino, idealmente por Aspiración Manual Endouterina (AMEU), para evitar mayor cantidad de sangrado y la diseminación de tejido placentario”, recomienda Luján Irastroza.
¿Qué pasa si no se trata? Más del 50% de las molas se asocian con neoplasia trofoblástica getacional, y 10% con mola Invasiva causando hemorragia severa, ambas pueden conducir a la muerte de la mujer.
Si tuviste un embarazo molar, es fundamental haya un seguimiento estrecho ya que se debe descartar extensión de la enfermedad (se recomiendan pruebas de coagulación, función hepática, renal, tiroides, radiografía de tórax y ultrasonido pélvico) para descartar invasión más allá del útero.
“Después de la evacuación uterina por AMEU se debe revisar a la mujer hasta después de 6 meses del tratamiento para confirmar que su sistema reproductor está bien. También se sugiere anticoncepción para evitar un embarazo falso positivo”, recomienda el experto.