Es decir, su manera de pensar, aprender y reaccionar puede verse afectada. Y eso no se corrige solo con dieta: requiere atención desde casa, desde la infancia y con un enfoque integral.
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¿Qué tiene que ver la alimentación con el cerebro?
La investigación analizó a 73 niños y niñas de entre siete y 12 años con distintos rangos de peso. Se identificó una relación clara entre los alimentos ricos en grasas y azúcares —como refrescos, papitas, galletas o ultraprocesados— y un menor rendimiento en las llamadas funciones ejecutivas. Estas funciones permiten planear, decidir, poner atención y controlar impulsos.
Además, cuando el cuerpo tiene un exceso de grasa, se altera el funcionamiento hormonal. Y eso también afecta el autocontrol y la toma de decisiones. No es solo una cuestión de voluntad: el cuerpo y el cerebro están completamente conectados.
¿Cómo se ve esto en la vida diaria?
Tal vez lo has notado: a veces tu hijo está más irritable, le cuesta concentrarse o reacciona con impulsividad. Estos cambios no siempre se deben al carácter o a la edad. Muchas veces tienen que ver con el tipo de alimentación y con cuánto se mueve a lo largo del día.

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La especialista Maura Ramírez Flores, que participó en el estudio, advirtió que una dieta pobre en nutrientes y el sedentarismo durante etapas clave del desarrollo pueden comprometer habilidades esenciales. Esto no solo impacta en el aprendizaje, sino también en el bienestar emocional y en la calidad de vida.
Entonces, ¿qué puedes hacer desde casa?
No se trata de hacer una dieta estricta ni de contar calorías. Se trata de cambiar el enfoque: menos productos ultraprocesados, más comida real. Menos tiempo en pantallas, más tiempo en movimiento. Aquí van algunos puntos clave:
- Ofrécele frutas, verduras y cereales integrales todos los días.
- Evita los refrescos y jugos artificiales: el agua es suficiente.
- Planea momentos para jugar, caminar o moverse al aire libre.
- Dale el ejemplo: si tú comes bien y te activas, él también lo hará.
Y algo más: no se trata de peso ni de apariencia. Se trata de salud física, emocional y mental. Porque lo que come hoy tu hijo construye las bases de su cerebro para el futuro.