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Obesidad infantil y funciones cognitivas: más unidos de lo que crees

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La obesidad infantil no solo afecta el cuerpo: puede alterar funciones cerebrales como la memoria, la atención y la toma de decisiones.

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La obesidad infantil no solo se refleja en el cuerpo. También puede tener efectos importantes en la mente de tus hijos. Un estudio reciente de la Facultad de Psicología de la UNAM comprobó que niñas y niños con sobrepeso u obesidad presentan dificultades en áreas clave como la memoria, el autocontrol, la toma de decisiones y la flexibilidad cognitiva.

Es decir, su manera de pensar, aprender y reaccionar puede verse afectada. Y eso no se corrige solo con dieta: requiere atención desde casa, desde la infancia y con un enfoque integral.

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¿Qué tiene que ver la alimentación con el cerebro?

La investigación analizó a 73 niños y niñas de entre siete y 12 años con distintos rangos de peso. Se identificó una relación clara entre los alimentos ricos en grasas y azúcares —como refrescos, papitas, galletas o ultraprocesados— y un menor rendimiento en las llamadas funciones ejecutivas. Estas funciones permiten planear, decidir, poner atención y controlar impulsos.

Además, cuando el cuerpo tiene un exceso de grasa, se altera el funcionamiento hormonal. Y eso también afecta el autocontrol y la toma de decisiones. No es solo una cuestión de voluntad: el cuerpo y el cerebro están completamente conectados.

¿Cómo se ve esto en la vida diaria?

Tal vez lo has notado: a veces tu hijo está más irritable, le cuesta concentrarse o reacciona con impulsividad. Estos cambios no siempre se deben al carácter o a la edad. Muchas veces tienen que ver con el tipo de alimentación y con cuánto se mueve a lo largo del día.



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La especialista Maura Ramírez Flores, que participó en el estudio, advirtió que una dieta pobre en nutrientes y el sedentarismo durante etapas clave del desarrollo pueden comprometer habilidades esenciales. Esto no solo impacta en el aprendizaje, sino también en el bienestar emocional y en la calidad de vida.

Entonces, ¿qué puedes hacer desde casa?

No se trata de hacer una dieta estricta ni de contar calorías. Se trata de cambiar el enfoque: menos productos ultraprocesados, más comida real. Menos tiempo en pantallas, más tiempo en movimiento. Aquí van algunos puntos clave:

  • Ofrécele frutas, verduras y cereales integrales todos los días.
  • Evita los refrescos y jugos artificiales: el agua es suficiente.
  • Planea momentos para jugar, caminar o moverse al aire libre.
  • Dale el ejemplo: si tú comes bien y te activas, él también lo hará.

Y algo más: no se trata de peso ni de apariencia. Se trata de salud física, emocional y mental. Porque lo que come hoy tu hijo construye las bases de su cerebro para el futuro.

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