Quizá te preocupe que a pesar de que ya lo alimentaste, cambiaste su pañal, eructó y está en una temperatura adecuada, llora y se retuerce como si se tratara de algún malestar importante. ¡Tranquila! Es un estado muy frecuente y, por lo general, desaparece a los 3 meses.
Antes se creía que estos llantos eran producto de una angustia por la llegada de la noche, sin embargo, actualmente algunos pediatras consideran que se trata de un momento de excitación como resultado de todas las estimulaciones que recibió durante el día. Una vez que sus capacidades llegaron al límite, tu bebé tiene la necesidad de descargar esa tensión acumulada y de algún modo “liberarse”.
¿Cómo lo ayudo?
- No lo interrumpas
El tiempo que dura esta crisis es variable y puede llegar a superar las dos horas volviéndose agotador. Aunque puedes intentar amamantarlo, darle un baño o tranquilizarlo con música, lo ideal es que no distraigas demasiado su atención durante esta crisis porque interrumpirás su proceso de desahogo y le costará más trabajo calmarse. - Contacto físico
Sentir tu cuerpo o el de su papá le resulta confortante, siempre y cuando, encuentre calma en él. Por esto, muchas veces tu bebé logra tranquilizarse con más rapidez cuando su papá lo carga -ya que ellos están más acostumbrados a no entender por qué llora tu bebé, mientras tú te desvives por saber cuál es la razón y solucionarlo-. Si lo único que haces es angustiarte más, déjalo en su cuna y mantente cerca de él. - Compréndelo
En ocasiones este proceso es más cansado para ti que para él. Después de intentar todo, has llegado al punto de sentirte agotada e impotente y pensar que no estás a la altura como mamá. ¡Falso! Debes entender que este es un proceso natural y necesario para que tu bebé libere sus tensiones y emociones.
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