Querida yo, antes de ser mamá… ¿Qué tan tarde vas en la vida?
Hace unos días leí una frase que me hizo click: “No vas temprano ni tarde, vas a tu ritmo”.
Honestamente, la frase no trae nada innovador, pero la sentí como una palmadita en el hombro. La leí justo ahorita que acabo de cumplir 40 años, una etapa que inevitablemente trae consigo preguntas, comparaciones y reflexiones sobre la vida. Y en ese instante sentí que alguien me devolvía la calma, como si me recordara que la vida no se trata de correr, sino de andar a mi propio paso y disfrutar el camino.
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La sensación de ir tarde
Y es que muchas veces sentimos que vamos más lento de lo que deberíamos.
Tarde en encontrar nuestra pasión.
Tarde en crecer profesionalmente.
Tarde en volver a nosotras mismas después de la maternidad.


Tarde en cumplir las expectativas que creemos que la sociedad espera de nosotras.
Y esa sensación de “ir tarde” pesa. Nos frustra, nos roba la calma, y nos hace olvidar que es más importante el camino y el proceso, que el punto final… y que, lamentablemente, muchas veces nos medimos con relojes prestados sin darnos cuenta.
Cada quien a su tiempo
La vida no es una competencia de velocidad. Cada etapa llega cuando tiene que llegar, incluso si no coincide con el calendario esperado. Y eso está bien. Porque el tiempo de cada mujer, de cada persona, es único, igual que su historia.
Hoy quiero pensar —y tal vez también invitarte a ti a pensar— que no importa si llegamos “después” o si vamos “más despacio”. Lo importante es llegar a lo que de verdad nos da sentido, y gozar el proceso. Porque hay etapas que no vuelven… y lo peor que nos puede pasar es no disfrutarlas por no estar realmente presentes, sino agobiadas con el futuro y con lo que en ese momento no podemos cumplir.
Así que sí, confieso que llego al cuarto piso con más preguntas que respuestas. Pero también con la certeza de que todavía estoy a tiempo de reinventarme, de equivocarme, de empezar algo nuevo, de crear, de crecer. Porque siempre estamos a tiempo, mientras estemos vivas.
No vas temprano ni tarde.
Vas a tu ritmo.
Y tu ritmo, amiga, es perfecto para ti.