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Cómo cambiar patrones de crianza

Sabían que nuestros hijos «aprietan» botones emocionales y detonan respuestas que están en nuestro inconsciente y por eso repetimos patrones.

patrones de crianza

Crédito: STOCK

Todos hemos pensado o jurado en algún momento que vamos a ser papás completamente diferentes a nuestros papás… pero de pronto te descubres a ti mismo repitiendo los patrones de crianza ¿la razón?

5 motivos por los que repetimos patrones en la crianza

1. Porque imitamos a nuestras figuras más importantes.

EJEMPLO: Consciente o inconscientemente consideras como ‘lo mejor’ todo aquello que viene de tus padres, y esto es lo que replicas aunque no necesariamente sea ‘lo mejor’.

2. Porque las dinámicas generan alianzas y sentido de pertenencia.

EJEMPLO: En esta familia los hombres son mejores que las mujeres, nuestra familia está en contra de la otra, aquí todos aguantamos las bromas, aquí todos somos delgados o deportistas o inteligentes, etc.

3. Cuando se ha vivido violencia te puedes identificar con el agresor.

EJEMPLO: Aprendo a “atacar” antes de ser atacado, justificándolo (si yo no hubiera dicho eso no me hubiera pegado, se pone de “pechito”).



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4. Cada familia protege y perpetúa ciertas creencias:

EJEMPLO: Es normal que una persona pierda el control, si no grito no me obedecen, etc.

5. Porque es lo que conocemos y nos da miedo el cambio

EJEMPLO: A mí me daban un buen pellizco y ve, soy bastante “normal”.

Pero, cuando somos papás, pasa esto: 

1. Nuestros hijos aprietan nuestros botones emocionales y detonan respuestas que están en nuestro inconsciente.

  • EJEMPLOS:
    – Es igual de llorona que mi hermana y no lo soporto
    – Si le permito esto, se me va a subir a las barbas como mi tío con mi abuelita,
    – Me habla como mi suegra.

2. Se mezclan nuestras creencias, lealtades y patrones familiares con los de nuestra pareja y eso es otro detonante:

  • EJEMPLOS:
    – Mientras más “barco” es él, más exigente soy yo.
    – Trata a mi hija mejor que a mí.
    – No lo vaya a hacer inútil como su hermano.
    – Mi hijo es igualito a mi familia, mi hija es como la familia de su papá.

3 heridas emocionales de la infancia, ¡reconócelas y cúralas!

Y entonces, tendemos a protegernos a nosotros mismos de lo que sentimos y salen esas respuestas sin darnos cuenta, es cuando se repiten los patrones de crianza y en la relación de pareja vamos a jalar al polo opuesto… y en medio quedan nuestros hijos.

Sea cual sea el motivo, en todos estos casos hay un común denominador: Falta de autoconciencia.

Cuando actuamos como “no quisiéramos actuar” es porque no hemos pasado por el proceso emocional de llorar y sentir lo que nos movió eso que hicieron nuestros papás: una cosa es pensarlo racionalmente, quizá hasta “entenderlo” y otra cosa es hacer un trabajo personal: con conciencia, auto-reflexión y esfuerzo, podemos romper esos patrones y desarrollar nuestras propias formas saludables de pensar y comportarnos.

¿Qué podemos hacer para no repetir patrones?

1. Reconócelo y acéptalo: los amas pero te aprietan botones.

Está bien. Así es. Cuando aceptas que es algo tuyo y no es algo de “ellos”, entonces tú puedes decidir qué hacer con eso. Atrévete a sentir, a sacar y a decirte a ti mismo lo que mueve en ti:

  • EJEMPLO:
    “La amo y a la vez me cae mal a veces”
    “Daría la vida por él, pero me desespera que sea tan necio”
    “Me altera ver cómo me recuerda a mi suegro, no tolero su falta de compromiso”

2. Observa cómo afecta a tus hijos.

¿Qué sientes? Tú eres el adulto, tú eres responsable de la relación. Quienes están a cargo sienten culpa si algo no funciona y la culpa ¡está bien!

EJEMPLO: si tú cocinas, si eres jefe de una empresa, si eres director: tú eres responsable y tú
sientes culpa. ¡Siente tu culpa! Escríbela, cántala, platícala, baílala! Invítala!

Ante tus emociones no te paralices, muévete y decide qué hacer con tus reacciones:
  • Di cosas como:
    – Estoy enojada y puedo lastimar mucho con lo que diga, prefiero tomarme un momento para mi antes de seguirlo hablando.
    – Lo que te dije tiene que ver conmigo, no contigo.

3. Elige qué quieres cambiar:

Sé realista, no vas a dar “el cambio total”, sino un paso a la vez. ¿Qué sí puedes cambiar?

EJEMPLO: Por ahora sólo voy a cambiar mi tono de voz, voy a checar la impulsividad, voy a evitar el sarcasmo, voy a tratar de poner límites con el dinero, me voy a checar cuando tenga ganas de castigarlo con mi silencio, voy a estar atenta a mi mirada crítica.

4. Trata de hacer o decir algo diferente:

Busca momentos no tan intensos para practicar. Elige cuando no estés demasiado movido.

EJEMPLO:

  • Al principio te vas a dar cuenta cuando ya lo hayas hecho o dicho, luego mientras lo estés haciendo y luego antes de hacerlo o decirlo, y ese es el camino, poco a poco con compasión.

Y si no lo logras…

5. Busca apoyo:

Habla con amigos, familiares o un profesional. Y protege a tus hijos de tus heridas haciéndote TÚ cargo de tus reacciones.

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