¿Te ha pasado alguna vez que te encuentras diciendo «NO» automáticamente, especialmente cuando tus hijos son pequeños y están explorando todo, por ejemplo, echándose todo a la boca?
A veces vemos el comportamiento de los niños como «malo» porque están descubriendo el mundo a través de sus sentidos, ¿verdad?
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Las palabras de María Montessori acerca del comportamiento de los niños plantea: «Observa cuál es el interés detrás de su comportamiento sin recurrir a decirles que NO. En lugar de eso, trata de descubrir lo que realmente les interesa en ese momento.”
Cuando mi hijo tenía alrededor de 1 año le encantaba picar el interruptor de la luz porque le parecía interesante ver cómo se prendía y apagaba. En lugar de decirle «no lo toques», recordé las palabras de Montessori y observé su interés.
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Entonces le dije: «Leonardo, veo que quieres picarle al botón para ver luces y escuchar sonidos. ¿Por qué mejor no jugamos con el libro que tiene botones y sonidos?» Y funcionó, dejó de tocar el interruptor y fue a buscar el libro a su cuarto.
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Cuando ves a un niño «rompiendo las reglas» es importante buscar el impulso y la motivación que hay detrás de su comportamiento y así ayudarlo a encontrar una manera exitosa de expresarse.
María Montessori creía que todos los niños tienen una motivación innata para aprender y crecer, y que cualquier «mal comportamiento» es en realidad una expresión de una necesidad no satisfecha.
Es fundamental recordar que los niños no tienen la intención de ser «malos» o causar problemas deliberadamente. Su comportamiento es un reflejo de sus necesidades y deseos genuinos. Montessori defendía la creación de un entorno educativo que respondiera a las necesidades individuales de cada niño, fomentando la independencia y el autodominio.
Cuando los niños se sienten seguros, comprendidos y tienen la oportunidad de satisfacer sus necesidades de manera positiva, es menos probable que muestren «mal comportamiento».
En lugar de simplemente castigar o reprimir el «mal comportamiento», la filosofía Montessori nos anima a reflexionar sobre las razones ocultas y trabajar en colaboración con los niños para abordar esas necesidades insatisfechas.
Esto implica crear un ambiente en el que los niños se sientan empoderados para tomar decisiones, desarrollar habilidades sociales y emocionales, y participar activamente en su propio proceso de aprendizaje.
Te comparto otros ejemplos con lo que probablemente te puedas identificar:
¿Tienes a un niño pequeño alrededor de una mesa, corriendo y derribando cosas? Probablemente necesite desahogar su energía. Intenta llevarlo al jardín y déjalo mover algunas piedras para crear un nuevo borde en la jardinera o que lleve cubetas de agua para llenar una alberquita.
¿Está tirando la ropa al suelo mientras intentas doblarla? Tal vez quiera ayudar y ser parte de la acción. Muéstrale cómo organizar la ropa en montones de pantalones, camisas, etc.
Enséñale cómo doblar las toallas y acomodarlas cuidadosamente. Dale ropa para que la lleve a su habitación. Dale una forma de ayudar que se adapte a su capacidad.
Sería mucho más fácil si los niños pudieran decirnos con palabras exactamente lo que necesitan, pero no pueden. En cambio, nos lo cuentan con sus acciones y comportamiento.
Solo tenemos que observar, interpretar y aprender su lenguaje. No siempre lo haremos bien, pero será mucho más exitoso que simplemente decir «NO».