Hay niños que suelen ser dóciles y no causar problemas, otros tienen ciertos rasgos que los hacen más complicados y unos de plano tienen un temperamento tan difícil que suelen tener problemas en la escuela, en casa y a donde sea que vaya. Pero todo eso se puede controlar, sigue leyendo para entenderlo más a fondo.
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¿Son iguales todos los niños con temperamento difícil?
No. Todo depende de los rasgos temperamentales que tengan, así como de la intensidad de los mismos. Aunque el temperamento no cambia, sus manifestaciones en la conducta sí se pueden modificar. Si comprendemos y manejamos adecuadamente a nuestros hijos, no solo los ayudaremos a que desarrollen todo su potencial, también podremos disfrutar mucho más de ellos.
1. El súper activo
Se acelera fácil y simplemente “no puede estarse quieto”, en especial esperando al doctor, en casa de un tío o en el coche. Aquí necesitas cuestionarte a qué lugares TIENE que ir y a cuáles no, de verdad no te tiene que acompañar al notario, ¿o sí? Tienden a irse acelerando poco a poco, no es que se desboquen de un momento para otro, entonces tienes que estar pendiente del ritmo al que va “subiendo la temperatura” para intervenir oportunamente.
2. El distraído
Se inquieta con facilidad, sobre todo cuando tiene que sentarse a hacer la tarea o ponerse a alzar su cuarto: empieza a jugar con el lápiz, a mecerse y brincar en la silla, a rascarse, etc.

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3. El que odia el cambio
Si pararlo de un juego para meterlo a bañar y luego sacarlo de la regadera para llevarlo a cenar, es un problema, la criatura puede tener rasgos de mala adaptabilidad y de retraimiento inicial. Le cuesta mucho trabajo pasar de una actividad a otra y tiende a alejarse de las situaciones nuevas y desconocidas.
4. El irregular impredecible
Los niños irregulares tienden a ser impredecibles en sus horas de sueño y apetito. Es imposible obligarlo a dormir si no tiene sueño y a comer si no tiene hambre, lo que sí podemos hacer es pedirles que se acuesten (aunque no se duerman) a determinada hora y que se sienten a la mesa (aunque no coman) a la hora de la comida.
5. El enojón
Es desconcertante, como padres, no entender por qué de pronto la criatura se muestra seria o molesta sin alguna causa aparente o por algo que a ti sinceramente te parece insignificante.
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6. El quejumbroso
El comportamiento de “no me gusta” se vincula con dos rasgos temperamentales: umbral de sensibilidad bajo y retraimiento inicial. Los niños que tienen un umbral de sensibilidad bajo viven frecuentemente perturbados por los sonidos, olores, colores, texturas y sabores de las cosas. En especial cuando es algo que no conocen o no es lo que esperaban.
7. El terco (quiere o no quiere)
El “comportamiento enfrascado” o repetitivo que consiste en querer insistentemente algo, por ejemplo, pedir que lo peinen una y otra vez porque no queda como él quiere, o que le aten y desaten las agujetas del zapato porque no las siente bien, o que le compren un juguete. Se muestran las características de poca adaptabilidad y un umbral de sensibilidad bajo.
¿Cómo manejo esta situación?
Sobre todo en niños con temperamento difícil, es importante tomar en cuenta que en la mayoría de las ocasiones, no es que tu hijo te quiera molestar. Por lo tanto, más que castigarlo, tenemos que aprender a manejarlo mejor. ¿Para qué? Primero, para evitar que las conductas terminen en berrinches (que muchas veces se detonan por nuestro manejo bienintencionado pero equivocado); segundo, para ayudarle entender mejor lo que siente y que sepa que es un niño normal y adecuado; y tercero, porque no podemos castigar una conducta que de alguna manera sale de su automanejo.
Dependiendo de las características del niño o niña, cada situación es diferente, pero lo que siempre nos va a ayudar a centrarlos es la rotulación, que significa reconocer la emoción del niño para poder encontrar una solución. Aprende a comunicarte con tus hijos para que no sufras, el chiste es disfrutarlos.