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14 súper mamás cuentan su historia y ganan su premio

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Al fin el momento que todos esperábamos: aquí están las 14 ganadoras (incluyendo un papá) de la convocatoria «14 años, 14 alegrías». ¡Muchas felicidades a todos!

Estas son las 14 historias que nos robaron suspiros y resultaron ganadoras de la promoción #14años14alegrías. ¡Muchas felicidades a las 13 súper mamás y nuestro súper papá!

DESPUÉS DEL CÁNCER, A DISFRUTAR LA MATERNIDAD
Ana María Yolanda Tejeda Espinosa

Premio: Viaje
39 años
Cuautlancingo Puebla
2 Hijos

¿Ser mamá? ¡Qué miedo! Pero el 5 de agosto del 2006 nació Sara Sofía y comprendí el milagro de la vida. Al cumplir 1 año, pensé que necesitaba un compañero de travesuras y el 5 de septiembre del 2008 nació Mauricio, con los ojos más hermosos del mundo. Al oírlo llorar, dije: “Hoy es el primer día del resto de mi vida” y sólo deseaba fuerzas para sacarlos adelante.

Al igual que a Sara Sofía, a Mauricio también quise bautizarlo al año de edad y lo planeé para el 16 de septiembre del 2009 para, de paso, celebrar los 3 años de ella; pero el 21de julio del 2009 noté una protuberancia en mi seno izquierdo. Me asusté muchísimo pues no tengo antecedentes de ninguna enfermedad.

El 13 de septiembre del 2009 iban a operarme y dije no, pues si resultaba algo maligno y moría lo último que quería hacer era bautizar a mi hijo y dar gracias a Dios por los 3 años de mi hija.

Busqué un especialista en cáncer de mama y el 21 de septiembre ingresé a quirófano a una cuadrantectomía que duró dos horas y media. Sin embargo, había presencia de células cancerosas malignas y debían retirar el seno izquierdo completo, ese mismo día regresé a quirófano por 9 horas más.



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Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir

Shhh... La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir Shhh... La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir

Cuando volví a ver a mi mamá, papá y esposo, su semblante reflejaba más dolor que el que yo misma sentía, y por fin me dijeron: “tienes un diagnóstico confirmado de cáncer de mama”. De pronto el aterrador silencio, después las lágrimas. Tomé 6 quimioterapias y 30 sesiones de radioterapia. Por ese proceso me perdí los primeros pasos de mi hijo y no estuve para ayudar en los primeros trabajos escolares de Sofía.

Voy a sesiones de psicoterapia porque en 5 años no me he visto al espejo, he vivido sin saber quién soy físicamente pero creo que el primer paso para solucionarlo es aceptarlo.

Ahora sólo disfruto a mis hijos, a Mauricio le gusta que le dé masajes en la espalda y a Sofía que le cante una canción para dormir.

Hoy soy responsable de una estancia infantil y debido a que el cáncer no me dejó tener más hijos soy “mamá postiza” de 30 niños y niñas. Tengo 39 años, mi hija Sara Sofía 8 y mi hijo Mauricio 6, y por fin he comprendido que la vida sigue. Lucho incansablemente y aunque haya sido diagnosticada con cáncer a temprana edad, tengo la gran fortuna de ser mamá y no lo cambiaría por nada. Una frase que me encanta es: “¿Quieres aprender a amar en serio? Ten hijos”.

LA LUZ DE MI VIDA
Rosa Gloria Frias Castillo

Premio: Ropa Gap
36 años
Tlalnepantla Edomex
1 hijo

Muchas veces imaginamos a la persona que piensas que va a estar a tu lado el resto de tu vida. Sin embargo, siempre he teniendo la idea de que las cosas son de cierta manera porque así tienen que ser.

Siendo amigo de la familia por más de 10 años y con una discapacidad permanente en su silla de ruedas (la cual admiro), jamás imaginé que se convirtiera en el padre de mi hijo y mucho menos formar con él una familia, que por duro que suene es muy complicado por su discapacidad.

Yo tenía una relación de más de 11 años que terminó dejándome muy mal, pero gracias a mis padres, hermanos y amigos el estado depresivo fue superado. Roberto hacía todo por evitar que me deprimiera, solíamos ir a muchos lugares. Yo estaba indecisa, confundida y no lo voy a negar, bajo el temor de la crítica y aceptación, inicié una relación con él de común acuerdo y en secreto. La relación avanzó de forma rápida y después de ocho meses, me di cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en la vida venía en camino.

Enfermé de gripa y me hicieron análisis de embarazo: ¡positivo! Pero inmediatamente grandes temores me invadieron: debía explicar una relación que no existía y sentía que había defraudado a mi familia por haber salido embarazada. El miedo aumentó cuando pensé en la posibilidad que mi bebé naciera enteramente sano porque Roberto padece distrofia muscular. Me quité el miedo y compartí mi decisión con él de tenerlo, además nos dimos la oportunidad de hacer una vida juntos.

Muchos apostaron a nuestros fracaso. Ahora volteo y veo que después de siete años no ha sido fácil, pero por ver a mi hijo feliz vale la pena el esfuerzo. En forma natural nuestra vida se fue adaptando y ver a Jorge Alfonso disfrutar a su familia es para mí un ejemplo de vida. Hay infinidad de actividades y cosas que desea hacer con su papá, pero de forma madura acepta y comprende su imposibilidad.

Me convertí de amiga, novia y amante, en madre, niñera, enfermera, chofer, esposa y ya muy esporádicamente en amante. Cuido y atiendo a mi hijo Jorge Alfonso, cuido y atiendo a mi marido Roberto. No somos una familia convencional y mi hijo lo sabe. Somos padres distintos al común denominador y él es un niño con una responsabilidad en la vida: ser un hombre de bien en el que su entorno le niega decir “no puedo”.

2500 caracteres, son una limitante para poder compartir la historia de mi matrimonio que a casi ocho años sigue girando alrededor de la vida de mi hijo. Hemos sido criticados, observados y hasta discriminados, pero hicimos un mundo propio en donde la sociedad y su opinión pasa a segundo término. Espero mi historia sirva de ejemplo para muchos matrimonios que teniendo la cuesta menos inclinada, abandonan el barco y destruyen lo más maravilloso que te pueda dar o .a vida, el destino o Dios.

EL AMOR TIENE 21 CROMOSOMAS
Crystal Alejandra Castro Mendoza, 31 años
Premio: 14 meses de pañales Huggies
Puebla, Puebla
1 Hijo 

Fue un invierno del 2012 cuando Daniel y yo decidimos dejar atrás nuestros miedos y creer en lo maravillosos que podríamos llegar a ser juntos. Prueba tras prueba esperábamos un positivo, hasta que dos líneas nos dieron la respuesta que tanto buscábamos e hicieron nuestro sueño realidad; decidimos confirmarlo con una prueba de sangre, la cual tiro por los suelos nuestros sueños y se volvió casi imposible recobrar el optimismo. Sin embargo, algo nos decía que ya habíamos logrado un milagro y una tercera prueba nos lo confirmó, así que preparamos nuestro nido: chambritas, cobijas, mamilas , libros, yoga, CDs y todo el cuidado médico necesario.

Con todo listo llegué a la semana 39. A las 5 am, un dolor en mi vientre anunciaba la llegada de nuestro ángel. Estuve 10 horas en la sala de partos, mi esposo estaba en camino mientras el doctor me decía que pujara… entonces escuché el sonido más hermoso: mi bebé anunciando su llegada al mundo para convertir cada respiro en un milagro.

Horas después el doctor nos dio una noticia que no esperábamos, nuestro bebé tenia Síndrome de Down; de pronto los sueños y planes que teníamos para él se derrumbaron en un segundo. Al día siguiente lo pude oler, acariciar, escuchar y alimentar; lo sentí mas mío que nunca y me di cuenta de que no era un niño con Síndrome de Down, era nuestro hijo y el motor para salir adelante estaba dentro de ese cuerpo que tenía entre mis brazos.

Inmediatamente contactamos a las asociaciones de Síndrome de Down y nos dimos cuenta de que teníamos que enfocarnos en sus capacidades, no en nuestros estereotipos.

Teníamos por delante un arduo trabajo… ¡lo sabíamos!, tendríamos que ir a su paso, eso también lo sabíamos, pero lo más importante era saber que el nuevo nuevo cambio en nuestras vidas estaría lleno de sus sonrisas, sus descubrimientos y que lo que para muchos padres sería algo normal, para nosotros se convertirían en pequeños milagros.

Ahora Danny tiene un año. Durante este tiempo hemos tenido lagrimas y momentos muy duros, pero hemos descubierto en él a un ser humano decidido, alegre, observador, curioso, determinante, carismático y con un espíritu de lucha, que pocas veces posee una persona… ha unido como nunca a nuestra familia.

MI NIÑO MAESTRO
Dulce María Coyoli Pereyra

Premio: 14 mil pesos en juguetes Chicco
Toluca, Edomex
1 hijo

Me llamo Dulce y nunca fui del tipo maternal. No me gustaba jugar con muñecas bebés, me desesperaban los niños y más los berrinches. Jamás imaginé lo que iba a vivir al tener un hijo.

José Camilo nació en abril de 2012 y nunca voy a olvidar lo que sentí al verlo por primera vez. Cuando el llanto cesó, nuestros rostros se encontraron y al mirar la expresión de paz en sus ojitos abiertos, supe que daría mi vida por él.

Los primeros meses fueron difíciles. Él no quiso agarrar el pecho y la presión por no lograr amamantarlo era muy fuerte, sentía que no servía para ser mamá y él prefería no comer antes que mamar. Todo esto junto al cansancio y la depresión postparto me hicieron pasarla fatal; me desesperaba, lloraba, me sentía anulada, ahora sólo era la mamá de Camilo.

Poco a poco fue pasando y pensé que las cosas iban a ser más fáciles pero pronto me di cuenta que no sería así. Camilo fue afianzando su carácter que, aunque cariñoso y tierno, también es muy fuerte y voluntarioso, por lo que empezó a chocar con el mío autoritario.

Cada día era un reto para mí, no tenía idea de cómo tratarlo. Los días pasaban entre regaños, llantos, berrinches y me sentía totalmente desgastada. Me sentía mal, lo amaba y no entendía porque no podía educarlo, creía que un niño con carácter tan fuerte era demasiado para mí y que Camilo nunca iba a cambiar.

Me costó mucho comprender que la que tenía que cambiar era yo, así que decidí ser más flexible y dejar de ser tan controladora sin olvidar los límites.

Camilo es el tipo de niño que siempre quiere tener el control, es algo obsesivo y yo lo estaba reprimiendo provocando que reaccionara mal; era un estire y afloje constante.

Al ser más tolerante, permití que descubriera las cosas por sí mismo y sus consecuencias sin importar el tiempo que llevara. Por fin entendí que es un niño y es normal que haga berrinches y que quiera hacer su voluntad, la diferencia está en cómo manejo la situación, después de todo, el adulto y el ejemplo soy yo.

Con esto la relación mejoró mucho; no ha sido fácil para mí pues tenía la idea de que autoridad era sinónimo de imposición pero mi niño me demostró que no es así.

Camilo ha venido a revolucionar muchas cosas en mí, se supone que yo tengo que enseñarle pero es él quien me ha dado más lecciones. Desde que llegó ha cambiado mi vida, mis prioridades, me ha dado una lección de humildad y amor; y aunque sigo pensando que ser mamá es agotador, todo vale la pena cuando me dice: “te quiero mucho mami”.

UNA INESPERADA FELICIDAD
Gustavo Reyes Marín

Premio: Check Up
27 años
México DF
1 hija de 11 meses

Tal vez me descalifiquen porque este concurso es para mamás o abuelas y los podría engañar escribiendo este relato por parte de mi esposa pero, ¿quién toma en cuenta a los papás? Soy un hombre de 27 años, cuentahabiente fiel y tengo la dicha de ser papá de una hermosa hija de 11 meses. Ella me cambio la vida desde que llegó a este mundo.

¿Saben algo? La verdad no fue planeada, algunas personas le llaman “accidente” o un “error”, pero nunca lo creí así. Llego justo en el momento indicado y cuando más lo necesitaba ya que había estado en la comodidad y conformismo: sólo veía por mí y las cosas materiales como ropa, gadjets, tenis y demás cosas sin mucha importancia. Cuando me enteré que mi esposa estaba embarazada, mi vida dio un giro de 180 grados.

Sinceramente no es fácil ser papá. Tuve que ser más observador, intuitivo y paciente con mi hija; decidí vender muchas cosas mías para que mi esposa tuviera lo mejor en su embarazo. Desde los 5 años yo dormía solo en una cama matrimonial y no imaginaba compartirla con alguna persona, pero lo hice con mi esposa y ¡claro que me costó trabajo quedarme con sólo la mitad! Después llegó mi hija y fue otro dilema: ahora únicamente tengo 30 cm de cama porque eso sí, duerme como estrella de mar. Aunque tiene su cuna a ella le gusta dormirse con nosotros. Otro detalle era soportar los olores, esos olores que no crees que un ángel de 74 cms pueda despedir en sus pañales.

A pesar de todo esto no me arrepiento de nada en lo absoluto. Pensar que al llegar a casa después de un día agotador de trabajo veré esa sonrisa y sus cachetes hermosos llenos de alegría ¡uff!… mi hija tiene esa magia de voltearme el mundo en unos segundos. Y no es fácil explicarlo con palabras. Como lo dije antes, la verdad no fue planeada ni buscábamos tener un bebé pero estoy seguro que los mejores regalos de la vida son los que menos esperas.

¡¡Gracias Darinka Alexa por llegar a mi vida!! Te amo.

LUZ DE MI VIDA
Lizeth Marlen Pizarro Ayala

Premio: Carriola Chicco
35 años
Naucalpan, Estado de México
1 hija de 2 años 3 meses (22 Junio 2012), embarazada de 15 semanas

Anhelaba la llegada de la luz de mi vida, algo que nadie me podía dar. Ni mi familia ni mi pareja quería compromiso, hijos o responsabilidades. Pensé entonces que no tenía que seguir el mismo camino que todos y debía buscar el propio. Cumplí 32 años y el reloj biológico me apresuraba. ¿Qué opciones tenía? ¿Embarazarme del primero que pasara?¿Buscarme alguien que me embarazara? Siempre huí de las relaciones problemáticas y no traería a un hijo en medio de una así, por lo que decidí investigar clínicas de fertilidad, donadores y precios. No fue fácil pero no me quedaría con esa gran ilusión.

Fue así como comencé el tratamiento. Fue doloroso, costoso y arriesgado, pero aunque las expectativas sólo eran del 30% de éxito, lo hice sin contarle a nadie. Transcurrió el tiempo y el gran día llegó. Me confirmaron el embarazo y no cabía de felicidad, entusiasmo y ¡miles de sueños por cumplir!

Lo difícil sería decirle a mi conservadora mamá que había salido con mi “domingo 7”. Estaba segura de que me correría de casa pero me armé de valor y le dije: “Me hice una inseminación y estoy embarazada.” ¡Uff! No me corrío, lo tomo muy tranquila.

Ahora estaba expuesta a las pregunta de la mayoría: “¿Y el papá? ¿Te casaste?” A lo que siempre respondía que todos estábamos contentos. Al principio era muy incómodo pero después me acostumbré.

Las náuseas, el sueño y el cansancio no los sentí, era más grande la ilusión de su llegada. ¡Me enteré que sería niña! Ilusionada, comencé las compras de ropa, pañales, carriola, autoasiento y buscaba todos los días nombres con “Z”. Muy disciplinada seguí todas las indicaciones médicas: caminar, beber mucha agua, no alterarme, darle a la bebe y a mí misma tranquilidad.

El gran día llego: oxitocina para dilatar, 3 pujadas y salió en menos de 15 minutos. Conocí a la luz de mi vida, tan pequeña en tamaño y tan grande la felicidad que sentía. El verdadero amor había llegado a mi vida.

No ha sido fácil pero ella me da las fuerzas para continuar adelante y me dio el valor de buscarle una hermanita. Recurrí al mismo método y ahora gozo ya de felices 15 semanas de embarazo. Aunque me asusta no poder física ni económicamente con dos críos me aterra más que el día de mañana si yo falto mis niñas se queden solas.

La felicidad a su lado no se compara con nada, su sonrisa apaga todo lo malo que pudo haber sucedido durante el día. Sentir sus manos abrazándome durante la noche es mi recompensa. Definitivamente estoy en la mejor etapa de mi vida, creo y estoy segura de que nací para ser mamá para procurar su bienestar, guiarlas y aprender junto con ellas en esta nueva vida. Estoy muy agradecida con la vida por tan grande bendición.

¿MAMÁ O SÚPER MAMÁ?
Flávia Aline Zahn

Premio: Cuna viajera
28 años
Playa Del Carmen, Quintana Roo
1 hijo

Sí, creo que junto con la maternidad gané una capa de Súper mamá. ¿Gracioso? No, esto es súper serio. Estoy segura de que la mayoría de las madres al leer esto se identificarán con mi historia. Las mamás conocemos las cosas nunca imaginadas por un ser humano normal; una madre es un ser humano poco común.

Sabe que las noches de sueño completas ya no van existir porque nuestros oídos ganan una impresionante audición. Una madre es capaz de escuchar y seguir la respiración del bebé, incluso si se encuentra en otra habitación. El placer de degustar un platillo, disfrutar de largas charlas o ver una buena película se dejan a un lado, porque una madre siempre tiene que rescatar a los pequeños de alguna situación. Recuerdo que Clark Kent aunque estuviera trabajando o en una cena romántica debía dejar todo y ponerse su traje para salvar al mundo. Así las mamás. Otro poder especial es descifrar la razón del llanto. A veces estás en casa de la abuela y el bebé empieza a llorar; cada uno dice: “es el cólico”, “tiene hambre”, “es frío”; entonces simplemente miras a tu bebé y sabes: es sueño. Dicho y hecho, recoges a tu bebé y los arrullas.

Con la maternidad adquirimos la paciencia, la característica más importante en mi opinión, especialmente al amamantar. Pasamos horas sosteniendo a nuestros bebés en nuestros brazos. ¡Es hermoso!

Durante la lactancia pasamos horas sin dormir, no podemos mantener una conversación, ver una película sin poner pausa o hacer una comida sin interrupciones; cosas que parecen aburridas y difíciles, pero que cuando le preguntas a una madre si desearía cambiarlo, con toda certeza respondería que no.

Todo cambió, mi fuerza ahora es gigante. Y esto ha sucedido desde que descubrí que estaba embarazada de Federico. La maternidad nos hace crecer, madurar y nos hace más sensibles, hoy entiendo el dolor de otros padres con un hijo enfermo. Me siento como un héroe cada vez que el me llama mamá. Me siento fuerte para tomar decisiones cada vez más importantes. No todo es perfecto después de la maternidad, pero no cambiaría la maravillosa vida como madre por nada del mundo. Doy gracias a Dios y no me canso de repetir que soy una mujer feliz gracias a la oportunidad de ser madre.

Soy una madre, somos madres, súper mujeres, súper mamás y amamos eso, porque sólo nosotras podemos entender el placer que sientes por llevar un bebé de nueve meses, el placer que se siente al ver en su mirada nuestros ojos y escucharlos decir «mamá». Somos madres, de vez en cuando nos vemos feas y muy cansadas, pero con mucho gusto lamemos nuestros cachorros y decimos: “Nadie en este mundo ama a esta pequeña criatura como yo”.

TRES GUERREROS LLEGAN A NUESTRA VIDA
Armandina Mendoza Mendoza
Premio: Fórmula Progress Gold

37 años
Cuautitlán Izcalli, México.
3 Hijos (Son trillizos)

El embarazarnos para nosotros fue titánico, de paciencia extrema y de un amor que todo lo espera. Justo cuando desfallecía toda esperanza y pensábamos en la opción de adoptar, nos dieron la noticia que estaba embarazada. Los primeros análisis mostraban que nos había llegado la gran bendición de ser dos bebés (cuates), sin embargo en una segunda visita al Instituto de Perinatología, nuestro embarazo había cambiado radicalmente, no eran dos sino tres bebés, una nena y dos gemelos. El milagro de la vida se había hecho presente en mi cuerpo. Era una felicidad muy grande, nunca imaginamos vivir está grata experiencia y que nuestra familia creciera tanto en tan poco tiempo.

Ahora, la responsabilidad de cuidarlos y traerlos al mundo era mía, me tuve que someter a una operación de cerclaje cervical para impedir un aborto no provocado, el exceso de mi talla me impedía realizar muchas cosas hasta llegar al límite de no permitirme hacer nada. El instinto de madre me decía que ellos, mis bebés, estaban luchando junto conmigo para que pudieran llegar hasta el final con mamá y papá.

Nacieron a las 31 semanas el 6 de diciembre de 2013, Fernando, Armando y María Fernanda. Sin embargo, las complicaciones por la prematurez se empezaron a manifestar días después de su nacimiento con problemas de apneas, anemias, infecciones y de reingresos a otros hospitales. Estos once meses no han sido fáciles, mi bebé Armando ha tenido que ser intervenido dos veces por problemas de enterocolitis y oclusión intestinal, este 22 de noviembre Armando tendrá que librar una batalla más, lo operarán por tercera vez del intestino. Él es un guerrero incansable, “Corazón de León” como lo llama su papá, nos ha dado lecciones de vida, desde el primer momento que con su mano nos tomó del dedo cuando estaba en terapia intensiva. Hasta los doctores se sorprendían de las ganas de mi bebé por vivir.

Hoy, estamos buscando dar las mejores condiciones de vida a nuestros bebés. Estos meses han sido muy intensos, de lágrimas, risas y de mucho estrés, y quizá lo siga siendo por unos meses más, pero con la certeza de que todo pronto pasará.

Ahora solamente nos queda como padres echar en hombros el bienestar de nuestros hijos, la tarea no es fácil pero con la bondad de familiares y amigos seguiremos saliendo adelante.

LA TRANSFORMACIÓN DE MI VIDA
Martha Patricia Gómez Trujillo (abuela)

Premio: Periquera con accesorios Chicco
45 años
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
1 hija

Cuando el médico me dijo que tenía 22 semanas de gestación, mi mundo en ese instante se transformó, pues siendo una persona con hipotiroidismo, había tomado mucho medicamento y no recordaba cuál habia ingerido en los últimos cuatro meses. Me preocupé por lo que comía, bebía, hacía, ¡todo! La guerra de Chiapas exactamente nueve días antes de mis nueve meses estalló y me preocupé aún más.

En un abrir y cerrar de ojos mi pequeña y hermosa bebé creció. Transformada en una mujer me tomó por sorpresa al decirme que en Mayo de este año nacería mi nietoo. Cuando la enfrenté no sabía si felicitarla, regañarla, abrazarla…no sabía qué hacer. Quería saber si el bebé venía bien, si estaba sano, nutrido y si no había sido afectado por las caviltaciones que le hacían a su mamá al enterarse del embarazo. Mi angustia era mucha. Mis miedos de antes volvieron pues sabía que ahora tenía que preocuparme no sólo por ella sino por su embarazo, ni ella ni yo nos percatamos ya que es asintomática.

Veía dormir a mi bebé (hija) y no podía creer que estuviera embarazada. No tenía casi nada de abdomen y sus piernas se le hincharon mucho. Fueron tres meses y medio de angustia, felicidad, nostalgia y preocupación.

Yo trabajo fuera de Tuxtla y sólo la veo los fines de semana. Obvio quería saber de todo; cuál era su presión, si dormía y comía bien. Así pasaron los meses y llegó el gran día. Yo me enfermé de una infección gastrointestinal terrible y sin embargo no me retiré del hospital. De día y de noche estuve presente hasta que mi valiente hija, a quien le ofrecieron varias veces la cesárea, tuvo a mi nieto naturalmente. Hubo de todo en dos horas: hemorragias, desfile de médicos y yo afuera desesperada porque no me decían nada. Por fin, clandestinamente, me dejaron entrar a ver a mi nieto. Fue un momento hermoso. El bebé tenía pelo y ojos profundamente oscuros que me veían. Lo abracé y le prometí que le daría 100 pesos si salía rápido y no hacía sufrir a mi hija. Le di dos nalgadas por haberla hecho llorar y como si entendiera rompió en llanto. ¡Se estrujó mi corazón!

Hoy les puedo decir que mu hija me reclama, pues soy yo quien lo consiente al máximo. Vengo de viaje y le traigo al bebé algún regalo y mi hija me dice que me olvidé de ella. Este bebé me cambió la vida. No me preocupaba ya por mi salud y ahora me ocupo de ello. Deseo estar bien para verlo crecer cada día más fuerte, sano y hermoso. Gracias a Dios vivo un segundo momento de mi vida con inmensa alegría, amor y mucha felicidad. Eros Alberto, ¡te amo!

ÁNGEL DE CARÁCTER FUERTE
Cecilia Monserrat Rodriguez Rodríguez, 31 años

Premio: Autoasiento
Atizapán de Zaragoza
1 hija de 1 año

“Está empezando un embarazo”. Fueron las palabras del médico el 18 de marzo del 2013, me obsequió la primera foto y así salí del consultorio. ¡Un Bebé! Yo sería responsable del crecimiento de un crío. Había formado una vida; me sentía bendecida, afortunada y especial, me sentía volar.

Recuerdo que mi embarazo fue maravilloso, lleno de armonía, amor, apapachos e ilusiones. No tuve antojos ni malestares, pero sí muchas ganas de conocer a mi bebé y darle lo mejor de mí. Durante esos meses, aprendí a hacer zapatos tejidos, compré todo tipo de revistas de “hágalo usted sola”, le cantaba por las noches, bailaba todas las mañanas y comenzaba a explicarle el mundo.

El 5 de noviembre fue el gran día; no hubo miedos pues él me daba la fuerza, las ganas y la valentía para por fin conocernos. Cuando escuché su llanto tuve un nudo en la garganta, supe lo que es llorar de felicidad y emoción.

La presentación fue muy emotiva: mi esposo llevaba entre sus manos temblorosas un pequeño niño que se aferró a mi mano con gran fuerza, una fuerza que generó en mi ser algo que jamás podré describir pero que me hizo dar la mejor bienvenida que he dado en mi vida; entonces comprendí lo que es el verdadero amor.

Hoy sé que haber subido 16 kilos, ya no dormir como oso, no asistir a reuniones sociales, dejar de ir al cine, el paño y hasta la verruga que me salió en la cara han valido la pena. A cambio tengo el privilegio de verme reflejada en unos ojos radiantes, de disfrutar una bella sonrisa aún con pocos dientes y abrazar a un ser mágico; pues él hace que me sienta fuerte, invencible y poderosa.

Un ángel llegó a mi vida, un ángel al que nombré “Dante” desde antes de que me eligiera para guiarle y ayudarle en su camino, un ángel del que aprendo día tras día, al que no quiero trasmitirle miedos, que quiero dejar crecer libre pero con límites. Deseo que sea independiente, exitoso, valiente, honesto, luchador pero sobre todo feliz y lleno de amor.

Hoy puedo decir que la maternidad cambió mi vida de la manera más hermosa que pude imaginar, ha sido lo mejor que he vivido en mis 31 años. No ha sido fácil, pero en esta vida nada es fácil y aunque todavía tengo todo un camino por recorrer, “Dante” es una inspiración para ser una mejor persona y un gran ser humano; porque para que él empiece su camino deberá seguirá por un instante el mío.

LA JOYA QUE ME TOCÓ A MI
María Luisa Zamora Nuñez

Premio: maletas Kipling
32 años
Querétaro, Querétaro
1 hijo de 6 años 

Anhelaba tanto estar embarazada y ese día llegó; Dios me concedió el privilegio de prestarme una de sus más valiosas joyas, Emiliano.

Fue un embarazo muy bueno, nada de náuseas, mareos; bueno, sólo un poco de sueño los primeros 3 meses, creo que dormía veinte horas al día. Recuerdo que deseaba una niña y cuando mi ginecólogo me dijo que era niño no estaba tan convencida, dije: “seguro se equivocó, siempre se equivocan”.

Desde que supe que estaba embarazada supe que cambiaría todo el curso de mi vida, el día que Emiliano nació fue un 26 de marzo de 2008, era la semana 41, ya no tenía líquido y la placenta calcificada; así el medico Israel Núñez me dijo: “hay que sacar a este bebé ya”. Me programó para ese día por la tarde, llegué al hospital a la 5:30 y comenzaron a prepararme mientras yo moría de nervios en la habitación. Más tarde me llevaron a quirófano y me dijo el médico: “este bebé no pesará más de 2.800 kg”. ¡Apostamos un refresco de dieta! A lo cual con la mayor seguridad le dije: “pesará más lo sé, será un bebé grande y fuerte y el refresco será mío”.

Era un 26 de marzo del 2008 mientras me mostraban a Emiliano y yo no podía parar de llorar, temblar, besarlo; no sabía si lo primero era por tanta anestesia o porque mi corazón sabía que estaba ante los ojos del que sería mi más grande, eterno e incondicional amor. Un niño de 3. 550 kg midiendo 54 cm.

A sus 8 meses por decisiones diversas, su papá decidió no verlo más, cosa que no ha influido en nuestras vidas, yo cumplo con mi rol de mamá. Lo más importante para mi es la salud mental de mi hijo y la paz con la que él pueda vivir.

Desde que Supe que Emiliano llegaría, creí que lo mejor para él y para mi sería mudarnos en cuanto el estuviera por entrar a preescolar (tiempo atrás yo había comprado una casa en Querétaro) y así fue como llegamos a este hermoso estado. Sólo él y yo en un lugar donde no conocíamos ni a una sola persona, pero eso sí; tenía todas las ganas de una vida mejor para mi hijo. El primer año fue difícil porque extrañaba a mi familia y amigos.

Él es la mitad de mi corazón la mitad de mi vida y cada que lo veo sigo insistiendo que fue y será lo mejor joya que me pudo haber prestado Dios, mi vida es más que completa con él y más que bendecida con cada una de sus ocurrencias.

No soy tan buena escribiendo, pero todo lo que mencione anteriormente es solo poquito de lo que mi hijo produce en mí: ganas de levantarme, de decirle que no hay imposibles y sobre todo que él lo vea y que sienta cuanto lo amo, que el amor a uno mismo es lo que te hace ser mejor cada día y esforzarte por tener esa calidad de vida emocional y económica.

SOY MAMÁ
Olivia Villaseñor Aguilar

33 años
Premio: Tratamiento de terapia térmica para adelgazar después del parto
Pachuca, Hidalgo
1 hijo

En el 2013 conseguí trabajo en una empresa multinacional, era el principio de mi crecimiento profesional. Aún recuerdo la última entrevista que tuve con el director de la compañía: me preguntó si tenía hijos “no, no tengo hijos y no está en mis planes al menos por los siguientes 5 años”. Lo recuerdo con tal seguridad y de verdad pensé “tal vez no tendré hijos”.

Mi esposo me hizo ver que el tiempo estaba pasando y que la maternidad no es algo que se pueda posponer por mucho tiempo, así que decidí embarazarme pensando que quizá tardaría un poco en suceder y eso me mantendría en mi trabajo por un periodo más. ¡Vaya sorpresa! Nos embarazamos a la primera.

Cuando te embarazas los consejos no se hacen esperar, “duerme mucho porque cuando el bebé llega ya no podrás hacerlo”, “disfruten el tiempo en pareja”, etc. En mi caso debo decir que además de que el embarazo se hizo notorio, no solo por el vientre abultado, hay tantos cambios: axilas obscuras , nódulos muy dolorosos en las mismas, dolor de senos, libido bajo, oscurecimiento de pezones, calambres constantes, insomnio, desmayos, náuseas, sueño, hambre nocturna, olvidos constantes, gases, dolor de espalda, en fin, sólo me quedó repetirme a mí misma que pasarían en cuanto naciera Emilia.

Después, vinieron otros malestares: me deprimí, después del parto sangré como mes y medio. Cuando amamanté a la bebé el primer mes el dolor fue espantoso y estuve como una semana con los senos al aire con lanolina; cada vez que la nena quería comer respiraba profundo. Desvelada, con dolor abdominal por la herida de cesárea, y gorda porque ese vientre de 9 meses no desaparece como en las novelas; me sentía fea e indeseable para mi esposo, así que me la pase llorando dos meses más porque a veces ni podía bañarme porque la niña no se dormía y solo quería comer.

Si alguien me hubiera advertido todo lo anterior, lo volvería a hacer, ser madre, a pesar de todo, es increíblemente hermoso. Sobra decir que decidí renunciar a mi empleo para dedicarme a mi hija.

Ser papás nos enseña a amar, a ser mejores personas, no hay nada en el mundo que pueda superar una sonrisa de mi nena al verla todos los días cuando despierta. Estoy convencida que ser madre es la mejor forma de crecer como persona y profesionalmente. No necesito un empleo para ser exitosa, mis hijos serán mi éxito como persona y como mujer. Agradezco a Dios y a la vida por esta oportunidad, antes estaba concentrada en mi trabajo pensando que eso era mi camino al éxito.

CREO EN TI
Diana Yamilé Morales Jandette

Premio: Un año de agua
27 años
Distrito Federal
1 hijo

Llegó a mi vida el regalo con el que Dios me bendijo por el resto de mi existencia el día 18 de febrero de 2013.

Me casé a los 2 meses de conocer a mi esposo, fue inesperado pero en ese momento sabía que era el amor de mi vida y lo reafirmé con la aceptación y alegría de mis papá. La historia de una nueva familia sería el siguiente paso.

Lo intentamos desde el momento que decidimos casarnos y no quedaba embarazada, mi esposo lloraba y ambos estábamos preocupados, la idea de que tuviéramos algún problema de salud era lo más lógico. Finalmente a mediados de julio de 2012 nos enteramos que teníamos 10 semanas de embarazo, estábamos en shock, después de pedirlo tanto se nos había concedido, no podíamos creerlo.

Algunos días pasaron y todo cambió: ¡mi esposo me dijo que no era el momento y me pidió que abortara! ¿Pero cómo? ¡Era lo que tanto queríamos! Por supuesto, pese a mis miedos, mi respuesta fue no. Nunca pasó por mi cabeza y mucho menos a un bebé tan deseado y de la persona que más amaba. Verdaderamente sentía un dolor en el alma; mi plan de vida, mi familia, todo se desmoronaba.

Deseaba con todo mi ser salvar a mi familia, no quería que mi bebé pasara por eso y toleré muchas malas actitudes de él para con nosotros. Finalmente decidió irse, sentía que no podía con la situación y para ese entonces mi “esposo” ya había dejado de apoyarme económicamente y su indiferencia era total. Veía a mi alrededor y no estaba “nadie”, sólo mi Diego. Platicaba con él y de cierta forma desde la panza sentía que él me consolaba y eso me bastaba para seguir adelante Ahora mi matrimonio no era lo importante, hice mi mayor esfuerzo para concentrar mi energía en mi bebé y en mí y no dejar que la depresión me invadiera.

Había llegado el día, comenzaron las contracciones. Llegando al hospital me dijeron que mi bebé tenía el ritmo cardíaco acelerado, sentía nuevamente que le fallaba a mi hijo, primero por no darle la familia que se merecía, por haberme enfocado más en mi separación que en mi embarazo y ahora por no darle el nacimiento natural que tanto deseaba; por lo que tuve que prepararme de inmediato para la cesárea. Gracias a Dios y con el apoyo de mis padres y de mi hermano nació mi bebé. Fue ahí cuando volteé a ver a mi mamá, ahora entendía de lo que es capaz una madre por un hijo. En un principio no fue fácil, pero ese vínculo-conexión entre madre e hijo es tan poderoso y divino, que ahora con tan solo una mirada nos entendemos perfecto.

El nacimiento de mi hijo es mi gran orgullo y premio de la vida, el cielo conspiró a mi favor. Día a día me comprometo a ser mejor mamá, ahora sé que puedo, creo en la familia que logré y en al amor tan puro, mágico y eterno que existe entre Diego y yo.

 

MiIS HIJOS, MI LUZ
Jessica Hernández Badillo
Premio: Pañalera Le Sport Sac

32 años
Naucalpan de Juárez, Estado de México
Número de hijos: 2 (1 finada) y 6 meses de embarazo

Mi historia comenzó cuando tenía 21 años, me enamoré, me embaracé y de un momento a otro, me encontré llena de angustia, dudas y miedo. Aún recuerdo el latir de mi corazón al enterarme, mi primer gran reto fue encontrar la manera de decirles a mis padres de la llegada de la nueva integrante a la familia. Con el tiempo lo que comenzó como un miedo se convirtió en un proyecto de amor y en enero de 2005 nació Lupita, a diferencia de lo que llegué a pensar, mis padres me arroparon y me guiaron para entender la responsabilidad que es tener a un hijo siendo mamá soltera.

Pasaron 2 años en los que me convencí de lo increíble que es sembrar y recibir amor, valores y momentos inolvidables. Para mi sorpresa llegó un hombre que además de ser el amor de mi vida, se ganó el derecho de ser el papá de mi hija, quien lo aceptó con cariño inmensurable. En 2009 nos casamos y formamos una familia. Ese mismo año me embaracé y en mayo de 2010 Valentina se convirtió en nuestro complemento perfecto. Combinaba mi labor como mamá con mi trabajo de oficina, el cual, me permitía darles tiempo de calidad a mis hijas, crecer profesionalmente y conservar mi matrimonio de tal manera que cada día me sentía la mujer más feliz y plena.

No obstante, la vida me presentó su peor rostro en septiembre del mismo año cuando a Ricardo, Lupita y a mí nos atropellaron. Nunca olvidaré aquel día, todo pasó tan rápido que lo único que recuerdo es despertar en el hospital con la peor noticia de mi vida; Lupita había perdido la vida y eso no era lo peor, no había podido despedirme de ella pues mientras era su sepelio yo permanecía internada tras mi operación de cadera. Los 3 meses siguientes estuve en cama. Mi motor, la pequeña Valentina, me permitió resistir y recuperarme físicamente pero inevitablemente mi corazón seguía llorando por Lupita.

Este año una luz iluminó mi camino al enterarme que seré mamá nuevamente, irónicamente a los 3 meses de esta noticia llegó la 2ª pérdida más dolorosa de mi vida, la de mi madre. Hoy me siento como aquel primer día hace 11 años, llena de miedo. Sin embargo, volvería a “equivocarme” a los 21 y afrontaría de nuevo el dolor por ver a mi hija un instante más porque hoy estoy convencida que la vida de los hijos no se mide en años sino en el amor generado. Lupita vivió conmigo millones de sonrisas, besos y abrazos pero sobre todo millones de enseñanzas que hoy me hacen entender que mi compromiso como mamá es dar amor sin límite y fortaleza para salir adelante en la vida.

 

 

 

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