Los médicos señalan que las mordidas surgen entre el primer y tercer año de edad y responden a varias necesidades como su deseo por experimentar la relación causa y efecto o expresarse si aún depende de la comunicación no verbal para manifestar su tristeza, ansiedad, celos o frustración.
Por otro lado, el contexto más común y el más preocupante es cuando lo utilizan como un medio para intimidar a sus compañeros. Éste suele ser una de las quejas más frecuentes que reciben los padres por parte de la guardería o preescolar. Antes de imaginar qué lo provoca, observa cuándo y en qué lugar sucede, así tendrás las herramientas para hablar con tu hijo y atender el problema. Para ello, recomiendan:
- Acércate a él inmediatamente y dile: “No”. Procura hacerlo de forma firme, pero tranquila y sin alterarlo
- Explícale por qué no debe hacerlo
- Llévalo a una habitación y quédate con él hasta que se calme. Míralo a los ojos y háblale sobre las opciones que tiene para manejar su ira
- Nunca le devuelvas la ofensa para mostrarle cómo se siente, sólo fomentarás su agresividad
- Para desarrollar la empatía y mostrarle los efectos de sus acciones, dile que te ayude a auxiliar al niño afectado
¿Cómo prevengo que sea un mordelón?
- Vigila lo que ve en televisión y en su entorno, tal vez está imitando acciones
- Asegúrate de que no lo molestan, ya que podría ser una reacción
- Demuéstrale cómo se resuelven los problemas mediante las palabras
- Ofrécele un ambiente tranquilo que le permita expresarse
Aunque morder puede ser común en el desarrollo, hacerlo frecuentemente es señal de posibles conflictos. Ten siempre presente la importancia de ayudarlo a expresar lo que siente utilizando el lenguaje y pide asesoría a un psicólogo si lo consideras necesario.
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