¿Por qué la adicción a los videojuegos es clasificada como una enfermedad mental?
La Asociación Pediátrica Americana explica que lo recomendable es que los niños de 3 a 12 años, jueguen entre una y dos horas máximo al día. Sin embargo, la OMS ha indicado que estar tan expuestos puede desarrollar en los menores, una adicción que hasta el momento ha registrado 1,6 millones de casos clínicos, y es la primera revisión de la lista en 30 años, por lo que se está buscando actualizar estos datos ya que antes de esta estandarización los estudios han ofrecido cifras enormemente variables sobre la prevalencia de este trastorno, que oscilan desde el 1 % de la población hasta incluso el 50 % (en Asia).
El tiempo de juego varía por país, pero se sabe que en Reino Unido, por ejemplo, los menores de edad ocupan 11,6 horas a la semana, mientras que son 8,6 en Francia y Alemania. En Latinoamérica, México y Brasil tienen los mayores índices, según el Global Consumer Survey: un tercio de los encuestados declara jugar de lunes a domingo por seis o más horas.
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Por su parte, China, ha decidido restringir su uso en menores de 18 años: entre otras cosas, impuso un “toque de queda” que va desde las 10 pm a las 8 am; y sólo podrán usar jugar en las consolas durante 90 minutos entre lunes y viernes, más 3 horas los fines de semana y vacaciones.
Debido a que la OMS ha nombrado de manera oficial la adicción a los videojuegos es clasificada como una enfermedad mental, debido a que «da como resultado una angustia marcada o un deterioro significativo en las áreas de funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional u otras áreas importantes», es importante tener en cuenta las señales que nos pueden indicar que nuestros hijos están siendo víctimas de esta adicción como:
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Señales de advertencia para poder detectar un caso de adicción a tiempo.
1. Pistas físicas (más de uno persistentes en el tiempo):
-Cambio en los hábitos de alimentación: pérdida o ganancia de peso inexplicable.
-Insomnio o despertar a las horas habituales o exceso de cansancio.
-Ojos enrojecidos o llorosos, pupilas dilatadas o más pequeñas de lo normal.
-Constipado y moqueo nasal demasiado tiempo.
-Sudoración excesiva, temblores o sacudidas.
-Palmas sudorosas o manos frías y temblorosas. Náuseas o vómitos sin razón.
-Hiperactividad extrema o locuacidad excesiva.
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2. Cambios emocionales repentinos y constantes:
-Pérdida de interés por la familia o por actividades que disfrutaba.
-Paranoia, como ser demasiado discreto o encerrarse en su habitación (aislarse).
-La falta general de motivación, energía o autoestima.
-Deshonestidad crónica (mentir por costumbre).
-Cambios de humor, irritabilidad, nerviosismo al grado de no reconocerlo.
-Cambios en la asistencia escolar, apatía o malas calificaciones.
-Pérdida o ganancia inexplicable de dinero.
-Cambios dramáticos en las amistades.
-Cambios de humor o personalidad.
-Deterioro voluntario en la apariencia física.
Por su lado, el experto, Vidal Schmill declara que hay maneras de ayudar a nuestros hijos, si es que son víctimas de esta adicción. Estas son:
• Reconoce la adicción.
• Ofrece apoyo y amor incondicional.
• Explora opciones de tratamiento
• No lo hagas sentir culpable
• Intenten conductas alternativas saludables
• Alfabetización mediática (que sepa interpretar mensajes publicitarios)
• Crea guías y normas familiares para el uso de dispositivos digitales
• Estimula lo: Social – Intelectual – Espiritual – Emocional – Físico.
• Hablen sobre lo opuesto a la pornografía: intimidad sexual saludable
• Monitorea y filtra los contenido
• Fomenta el auto-monitoreos: La habilidad para identificar las propias conductas y tendencias y sus gatillos disparadores para poder actuar preventivamente y evitarlas