¿Cómo reacciona el cerebro de tus hijos cuando los castigas?
Investigaciones han demostrado que los castigos pueden no ser eficaces a largo plazo y que además es una violación a los derechos de la infancia. Para entender la raíz del problema, entrevistamos a la psicóloga, Nancy Steinberg, quien nos explicó que hay dos razones fundamentales de por qué castigamos:
- Castigamos porque estamos convencidas de que si algo no funciona es porque lo estamos haciendo mal. ¿Tal vez no ha sido suficientemente severo o la recompensa es algo que no le gusta al niño? Entonces incrementamos la fuerza o duración del escarmiento u ofrecemos algo distinto para ver si su conducta mejora
- Nos resistimos a dejar de hacerlo al no tener otra alternativa. Así de simple
¿Por qué no funciona?
Creer que las represalias funcionan es como esperar que una persona enferma mejore si le dan el medicamento equivocado. “Si tan sólo encontramos la dosis correcta” es algo que tampoco existe. Entonces ¿qué hacer? Sí hay una forma correcta de instruir y es a través de las consecuencias naturales de nuestras acciones.
Como padres, es nuestro deber encontrar un equilibrio que te permita educar y al mismo tiempo mantener una buena relación con él. Lograr la colaboración de todos es labor de todos, pero debe empezar por ti, explica la psicóloga Steinberg.
Ten en cuenta que no es buena idea que cuando hablamos de cómo afectas el cerebro de tus hijos cuando los castigas, nos referimos a que este tipo de medidas transmiten desconfianza en el menor. Sentir miedo de la persona que está llamada a protegerte y cuidarte no creo que sea una buena opción, explica Rafa Guerrero es psicólogo y doctor en Educación.
El también director de Darwin Psicólogos, explica que erradicar los castigos de las familias, escuelas o en sí de la sociedad, es complicado porque se han transmitido por generaciones y no conocemos, o creemos que la comunicación respetuosa con nuestros hijos no sirve o porque creemos que si no castigamos, el crío se sale con la suya. Sin embargo no nos damos cuenta de cómo afectamos el cerebro de tus hijos cuando los castigas.
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Rafa Guerrero explica que aunque la idea del castigo es que el niño aprenda, no nos damos cuenta de que en realidad, lo que hacemos es humillar y no respetar al niño. Pero hay que tener en cuenta que «sancionar no hace más que complicar la situación, ya que a veces, lejos de reconducir el conflicto, intensifica la conducta no deseada».
¿Entonces qué hago?
«Es importante que el niño comprenda que no debe hacer determinada conducta porque se puede lastimar o es poco considerada con su amigo, pero no por sentir miedo a ser castigado», explica el autor del libro Educación emocional y apego.
Es importante que el niño investigue, sea curioso, experimente, se equivoque y aprenda. No se trata que lo veamos como una desobediencia o ataque al adulto. Es parte de su aprendizaje.
Rafa Guerrero comenta que afectas el cerebro de tus hijos cuando los castigas porque activamos las zonas inferiores del cerebro que son las encargadas de los instintos de supervivencia. Es decir el niño tiene tres opciones que se activan de manera automática: ataque, huida o parálisis.
Cuando el niño se estresa ante un castigo, se activa el cortisol, lo que le impide pensar el motivo de por qué se le está castigando. «Al estar hiperactivada la parte del sótano cerebral (instintos y emociones), difícilmente se puede conectar con el ático cerebral (pensamiento crítico, razonamiento, funciones ejecutivas, etcétera)», menciona el psicólogo.
Esto impide que no seamos conscientes de analizar lo ocurrido, por lo que no hay un aprendizaje real, porque para aprender de verdad, tiene que haber amor, el respeto, la paciencia y los buenos tratos a la infancia.
Es normal que en un primer momento, el niño muestre enojo (ataque) o miedo(parálisis o huida). Posteriormente se sentirá avergonzado y se sentirá como un ser malo. Es decir, al activar su parte del cerebro más primitiva e instintiva, desconecta al niño de su parte lógica y pensante, además de no ayudarle a ser responsable y consecuente con sus acciones.
Para concluir, ante el tema de cómo se afecta el cerebro de tus hijos cuando los castigas, el autor del libro Cómo estimular el cerebro del niño, nos pide hacer conciencia. Si un adulto castigara a otro adulto, de la misma forma en que se hace con un niño, sería maltrato y nadie lo dudaría; sin embargo, debemos entender que los niños no nos pertenecen, y que nuestro deber es educarlos con cariño, respeto y tolerancia.
Artículo original: elpais.com
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