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Tu hijo podría sufrir ansiedad y no lo has notado

La ansiedad se puede dar cuando los niños se someten a una serie de cambios importantes y Vidal Schmill les explica más del tema.

ansiedad en niños

Crédito: STOCK

Ser niño no significa que no pasará por situaciones que te provoquen ansiedad y estrés.

Cuando los infantes se someten a una serie de cambios importantes o pasan por experiencias diferentes a las que están acostumbrados, es muy común que se alteren y se desmoronen ante la situación.

Los motivos que detonan la ansiedad en los niños pueden ser muy distintos. A continuación, te presentamos algunas variables en las que tus hijos podrían caer en un círculo ansioso y, lo más importante, te decimos cómo detectarlo y solucionarlo.

Vamos a explicar algunos tipos de Ansiedad y cómo se pueden tratar

 



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  • La ansiedad por miedo a no ser amado y ser abandonado por sus padres

Un niño nunca debería ser amenazado con el abandono o la falta de amor.

Ni en broma ni furiosa debes decirle que lo abandonarás o dejarás de querer.

Cuando un niño pide insistentemente algo más allá de los límites tolerables, es mejor tomarlo de la mano y llevárselo en silencio, en lugar de amenazar con el abandono.

Adicionalmente, cuando van a ocurrir separaciones temporales (desde una salida a cenar sin hijos, pasar un fin de semana con los abuelos, mamá o papá irán al hospital, lo que sea), los niños enfrentarán de mejor manera el estrés de la separación si tienen una preparación anticipada para dicha experiencia.

  • La ansiedad por culparlos excesivamente
No juzgues, critiques, grites, invalides ni ataques a tus hijos o sus sentimientos.

Los regaños son inútiles, las profecías negativas y las tácticas impositivas alimentan el resentimiento y la oposición. La presión externa invita al desafío.

Los niños necesitan una definición clara de lo que es una conducta aceptable y una inaceptable.

Sin ayuda de sus padres, les es muy difícil dejar de actuar según sus impulsos y deseos.

Para evitar culpas excesivas e innecesarias, trata las transgresiones de tu hijo de la misma manera que un buen mecánico lo haría con un carro descompuesto. Él no culpa al dueño, sino que localiza lo que tiene que repararse. No se queja por los ruidos, crujidos y rechinidos; los utiliza con el fin de hacer un diagnóstico del problema.

Pregúntate a ti misma(o): ¿Cuál es el posible origen del problema?

¿Cómo hablar de las emociones con tus hijos?

  • Ansiedad por falta de confianza 

Cuando a un niño se le impide realizar actividades y asumir responsabilidades para las cuales está listo, su reacción será el resentimiento y el enojo.

No hay persona que pueda ser diestra a la primera y de manera rápida. Toma tiempo aprender a abrochar las agujetas, abotonarse el suéter, a servir el agua sin derramarla, a ser ordenado, etcétera.

Es importante que la vida de tus hijos no sea gobernada por tus necesidades de eficiencia.

La eficiencia y perfección exigida por los adultos es el principal enemigo de la infancia: drena los recursos del niño, impide su crecimiento, inhibe el interés, y puede conducir a colapsos emocionales.

La mejor ayuda que se le puede ofrecer a un menor es una espera tolerante y un comentario ligero respecto a la dificultad de la tarea a aprender

Tus hijos necesitan oportunidades para experimentar, luchar y aprender sin ser apresurados, ni insultados

  • Ansiedad por las fricciones entre sus padres

Además del sufrimiento y del impacto que por sí mismas producen las crisis de pareja y las separaciones, no le agregues la utilización de tus hijos para chantajear, amenazar y herir a tu pareja o expareja.

Si lo haces, que no te sorprenda que presente otros problemas de conducta mayores.

Los hijos no son balas para herir a tu pareja o expareja

Después de un divorcio, los niños requieren llorar la pérdida de la seguridad de su hogar y tiempo para ajustarse a su nueva realidad.

  • Ansiedad por la conciencia de la muerte

La conciencia de la muerte posible, de sí mismo o de sus seres queridos, será un golpe duro para cualquier niño, pues lo hará sentir vulnerable y ansioso.

Lo que un niño ve es que, a pesar de las lágrimas y protestas, la mascota o persona amada ya no está más con él o ella y, por lo tanto, se sentirá abandonada y no amada.

A los niños (y a los adultos) no se les debería privar de su derecho a estar afligido y llorar.

Deberían sentirse libres de sentir y expresar su tristeza por la pérdida de alguien amado.

Los niños no deben ser excluidos de compartir las penas, así como las alegrías, que inevitablemente ocurrirán en el transcurso de la vida familiar

Para ayudar a alguien a enfrentar su pérdida:

  • Permítele expresar completamente sus miedos, sus fantasías, culpas y sentimientos. Que comparta sus emociones más profundas con alguien que le escuche atenta y con interés.
  • Puedes decir afirmaciones reales y sensibles como: “extrañas a la abuela”, “la amas mucho y ella a ti”, “es difícil creer que ya no estará más con nosotros”.
  • No digas eufemismos, irrealidades confusas e incluso atemorizantes como: “ella estará siempre contigo”, “te está viendo desde el cielo” “está jugando con los angelitos”.
  • Si desea saber si morir duele o si alguna vez regresará, las respuestas deberían ser breves y verdaderas: “Cuando alguien muere, el cuerpo ya no siente dolor; una persona muerta ya no regresa; todos finalmente mueren.”
  • Proporciónale los hechos de manera simple y honesta, acompañada de abrazo cariñoso y una mirada amorosa, que haga que el niño o niña se sienta seguro.

La actitud que muestres hablará más fuerte que cualquier palabra.

Si tu hijo presenta alguno de los síntomas o se ha visto expuesto a las anteriores situaciones, acompañarlo, comprenderlo, apoyarlo y estar disponible, será lo más importante en estos casos.

Los niños y el estrés escolar

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