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Matofobia: ¿por qué a mi hijo no le gustan las matemáticas?

¿Sabías que el odio a las matemáticas puede ser porque padecen de Matofobia? Revisa si tus hijos la están desarrollando y cómo solucionarlo.

El rechazo a una asignatura escolar en niños y adolescentes es de lo más común, sobre todo hacia la secundaria; sin embargo, parece ir en aumento y tiene mucho que ver con la forma en que se imparten los conocimientos en nuestro país. En especial, uno de los mayores rechazos a los que se enfrentan los alumnos, es a aprender matemáticas, ya que muchos padecen Matofobia.

¿Qué es la Matofobia?

A los estudiantes les falta motivación, “estudian sólo para pasar el examen, no para aprender”, afirma la doctora en psicoterapia Nancy Steinberg, quien lo atribuye al sistema educativo mexicano, que premia la memoria sobre el razonamiento lógico, por lo que aquellos con buena capacidad de retención, son los que tienen mejores calificaciones. No se favorece el pensar, sino la aplicación de fórmulas y técnicas que se aprenden automáticamente aunque no tengan sentido ni utilidad práctica aparente y por lo mismo, aburren y se olvidan con facilidad.

Y así nace una fobia

El problema suele surgir cuando se les complica una materia, por lo que empiezan a evadirla por miedo al fracaso, dejan de esforzarse, sus resultados empeoran y el rechazo se afianza. Es común que los estudiantes que no son tan buenos en cierta disciplina tengan una valoración negativa de sus capacidades en ella, así como poca disposición para mejorar y baja apreciación de la importancia y utilidad de ésta en la vida cotidiana.

El rechazo también ocurre por una mala experiencia: “Sucede cuando el niño se enfrenta a una maestra difícil para él, la carga de tarea es muchísima, o le tiene que dedicar más tiempo que a las demás”, dice Loa Sucar, licenciada en pedagogía.

Por otro lado: Haz que le gusten las matemáticas desde bebé

La doctora Steinberg nos comparte que la mayoría de los que tienen problemas de aprendizaje, llegan a su consultorio por primera vez alrededor de los ocho años. Su explicación es sencilla: al empezar la educación primaria la lectura es algo más que está en proceso de aprendizaje, pero a partir del tercer año, se convierte en una herramienta para aprender las demás, y a veces no tienen la madurez para pasar a la siguiente etapa. “Desde ese momento todas las materias se ‘montan’ en su capacidad de lectura y escritura. Si no aprendieron bien, les va a ir muy mal en todo lo demás. En matemáticas es igual: aprenden los números, a escribirlos, a sumar y restar, pero cuando les enseñan a multiplicar y dividir, están dando por sentadas las otras habilidades; si no están bien afianzadas, fracasan. El brinco en el grado de abstracción y complejidad es enorme en ambos casos”, expone.



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El coco de todos: Matemáticas

La matofobia, también llamada ansiedad matemática, es la más común de las aversiones que sufren los niños y adolescentes en edad escolar hacia alguna asignatura.

Se habla mucho de esta materia porque es altamente valorada por padres, maestros y sociedad en general. Tan es así que la mayoría considera inteligente a alguien que la domina; es un “tema para genios”. No obstante, esto sólo es una parte, “pues también es cierto que la forma cómo se enseñan hace que sea difícil”, señala Steinberg.

Aparte de aprenderse las tablas de multiplicar, para ser bueno en ésta, la memoria no cuenta, no hay dos problemas iguales; hay que desarrollar el pensamiento abstracto, la intuición y la imaginación, aspectos no tomados en cuenta por los planes de estudio. “El que ha adquirido una fobia a las matemáticas, en buena parte ha padecido un fuerte estrés asociado con su aprendizaje y, posiblemente, en los que no son fóbicos, la ansiedad siempre ha sido moderada”, dice un estudio firmado por Robert M. Sapolsky, profesor de Neurología en la Universidad de Stanford y uno de los investigadores más importantes en el estudio del estrés.

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Entre las causas por las que egresados de preparatoria evitan ciertas carreras de gran potencial profesional y laboral (ciencias exactas, ingenierías, etc.) está la ansiedad –muchas veces injustificada, mal manejada y que hubiera podido ser controlada– que les genera esta asignatura.

¿Cómo curar la Matofobia?

Muchos maestros atribuyen el problema a la falta de apoyo de los papás y a la apatía de los alumnos; los primeros le echan la culpa a la mala calidad de la educación y a la flojera, incapacidad o desinterés de sus hijos; y los segundos, a lo aburrido, complicado e inútil de lo que estudian. Lo cierto es que hace falta la colaboración de todas las partes para superar una fobia y continuar con un sano proceso de aprendizaje.

Cuando a un estudiante le empieza a ir mal en el colegio, todo lo demás pierde importancia; las buenas calificaciones parecen ser el único camino para agradar y tener éxito.

Nancy Steinberg opina que es necesario reflexionar acerca de lo que, como papás, esperamos de un programa educativo: “Tenemos que pensar que hay mucho más en él que sus habilidades escolares; el niño es mucho más que sus calificaciones […], debemos convencernos y transmitirles que son importantes, pero que lo más importante es la convivencia, la parte social, y el esfuerzo que hacen”, señala.

Los papás no siempre colaboran para atacar este problema. “En casa se le deja todo a la escuela. Dicen: ‘Yo pago para que la escuela le enseñe’, no lo ven como una obligación compartida”, dice Loa Sucar. No sólo la mamá, sino el papá y el resto de la familia deben involucrarse en el proceso educativo.

Además, para Sucar, las actitudes negativas al aprender y enseñar abundan, los métodos de enseñanza son obsoletos. “Los niños de hoy están acostumbrados a recibir muchos estímulos al mismo tiempo. Mientras hacen la tarea están en internet revisando su mail, oyendo el iPod, viendo la tele. Muchos maestros están acostumbrados a impartir clases 100% expositivas y ellos necesitan más interacción para engancharse”, explica.

Tratamiento contra la Matofobia

La mayoría de los niños vive una etapa de rechazo hacia una disciplina específica, pero algunos pueden desarrollar una verdadera fobia que implica síntomas físicos, como sudoración, temblores, mareo, malestar estomacal, palpitaciones; y emocionales (angustia severa) que requieren tratamiento psicológico. Por lo regular, las fobias severas se tratan con hipnoterapia, programación neurolinguística y medicación además de la clásica psicoterapia.

Sin embargo, es importante distinguir la aversión a una materia de otros problemas escolares, como el bullying, el temor a las relaciones sociales o simple y llanamente, la fobia a la escuela (didaskaleinophobia), ya que estas situaciones exigen otro tipo de atención.

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Ayúdalo desde casa

Es común castigar a los niños cuando tienen bajo rendimiento escolar: “Si no haces bien la tarea te quito la televisión”, “si no mejoras tus calificaciones no puedes jugar con tus amigos”, “si repruebas no hay vacaciones”. Pero para que la antipatía por una asignatura no se convierta en un trauma, hay que ponerse de su lado y ayudarlos, en vez de atacarlos. Algunos tips que te ayudarán a convertirte en el aliado de tu hijo en este proceso son:

-Procura una relación de confianza para que no le dé pena o miedo decirte cuál es el verdadero problema

-Evita etiquetar ciertas materias como “fáciles” o “difíciles” frente él y borra del vocabulario familiar comentarios del tipo: “Qué flojera me daba Matemáticas”

-Trata de mantener una actitud positiva hacia todos los temas que estudia, independientemente de cuál haya sido tu experiencia

-Explícale, pero no le hagas la tarea, pues sólo alimentarás la fantasía y el exagerado grado de dificultad que la materia guarda en su cabeza

Los niños entienden y asimilan mejor los conceptos cuando los viven. Otra manera de ayudarlo a superar su debilidad académica es darle la vuelta a la situación y presentarla de otra forma; enseñándole que diversión y aprendizaje no están peleados.

“Si tu hijo odia la materia porque le cuesta trabajo y le quitas la connotación negativa con juegos, se dará cuenta de que no es tan difícil ni tan terrible”, dice Sucar. Por ejemplo, en vez de ponerle más ejercicios de matemáticas, juega con él a la tiendita y hagan sumas, restas, multiplicaciones y hasta fracciones. Si tiene que investigar sobre el Plato del Bien Comer, haz que sólo ponga en el carrito del súper los alimentos correctos; si su problema son las Ciencias Sociales, vean en familia una película sobre el tema y coméntenla, lean libros didácticos o vayan a museos y participen en las actividades interactivas. ¡Un nuevo enfoque a la situación puede hacer toda la diferencia!

Escrito por Esther Garcilita
Artículo original publicado en la revista impresa No 69, Junio 2011

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