Los niños que presentan estas conductas no responden a las estrategias que comúnmente funcionan. Estos problemas pueden asociarse al Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) que a grandes rasgos se caracteriza por:
- Negación y oposición ante cualquier petición
- Tendencia a responder de forma agresiva y confrontar la autoridad
- Reacciones explosivas (berrinches)
- Enojo sin motivo
- Dificultad para aceptar o adaptarse a los cambios
- Hipersensibilidad a ruidos, olores, luces y sabor (son muy especiales con la comida)
- Presentan patrones irregulares de sueño
9 estrategias básicas
1. ¿Cuándo intervengo? En el momento de la situación explosiva es muy difícil que el chico entienda, razone o reflexione sobre su conducta. Evita que tu hijo se descontrole pero si sucede, conténlo y espera a que se calme para platicar sobre lo sucedido. Jamás lo ignores porque esto engrandece el problema. Busca opciones para distraerlo, por ejemplo, un juego de mesa o salir a caminar.
2. Hablar o no hablar. Cuando menciones lo sucedido es importante que evites “hacerle un examen” para saber si sabe lo que pasó y su responsabilidad en el asunto. Es probable que tu hijo lo haya olvidado o no lo recuerde claramente. Por eso describe lo que pasó sin juzgarlo y sin esperar que sepa la respuesta.
3. Pocas palabras, más acción. Recuerda que dar mucha información no siempre es efectivo y en ti lo más probable es que aumente la impotencia y el enojo. Puedes utilizar un sistema que te recuerde que no debes hablar, sino contener al niño, distraerlo o pedir ayuda (usar una pulsera, una marca, una anotación).
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4. Dile lo que esperas. Determina qué esperas de él de forma clara, concreta y específica. Considera a la vez las consecuencias y los privilegios que puede obtener. Esto lo tienes que hacer antes de que sucedan los problemas y si es necesario, utiliza una imagen visual o escrita de lo acordado para remitirlo cuando veas que un berrinche se aproxima.
5. Calma y más calma. Cuando hables con él, describe tranquilamente lo que ocurre cuando se enoja. Por ejemplo: “Vamos a tener que aprender a manejar tu enojo y frustración, pero no lo vamos a poder hacer en el momento que está pasando porque no pensamos claro. Así que cuando pase vamos a decir ‘tiempo fuera’”.
6. Agresión atrae agresión. El efecto de las palabras puede ser igual de fuerte que un golpe. Recuerda que tú eres la adulta: te corresponde ponerte por encima de la situación y procurar no transformarlo en algo personal. Muchas veces es un problema que va más allá de su control.
7. Pide ayuda. Haz un acuerdo con tu pareja sobre lo que a cada uno le corresponde frente a una situación explosiva. Una vez a uno le toca ser el que esté tranquilo, sea quien contenga o se lleve al niño, y el otro se compromete a aplicar y respetar la decisión de la persona asignada.
8. El ejemplo es la mejor guía. Como padres deben procurar resolver sus problemas de forma más asertiva. En muchas ocasiones hay papás que no realizan acuerdos entre ellos porque les cuesta ceder. Si ustedes determinan cuáles son las tres cosas más importantes para cada uno y aprenden a ayudarse mutuamente respetándolas, enfrentar el problema resultará fácil.
9. ¿Cómo me acerco? Cuando lo hagas trata de que tu voz sea baja y tenue. Haz lo mismo con tu lenguaje corporal y llévalo a cabo incluso cuando no haya un evento problemático; muchos niños tienen problemas para entender las emociones, por lo que comenzar con estas actitudes de acercarse a él será de gran ayuda. Un punto importante es evitar usar la palabra NO al inicio de las oraciones.