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Un niño no inventa una situación de abuso

Muchos de los abusadores suelen ser familiares o amigos y esto se resume a que a los niños hay que creerles siempre y te explicamos por qué.

Tengo el honor de ser conductora de algunos Consultorios bbmundo y en ese espacio la oportunidad de entrevistar maravillosos especialistas que generosamente comparten sus conocimientos. Recién entrevisté a Regina Novelo, a quién invitamos para conocer de cómo hablar de sexualidad con nuestros hijos. Platicamos cálidamente de un tema que no siempre resulta sencillo, y tampoco cómodo para muchas personas, pero que definitivamente es necesario y me atrevo a decir que hasta “urgente” porque tristemente México ocupa un lugar muy destacado en situaciones de abuso sexual infantil y eso es inaceptable, pues de verdad, seamos o no padres, los niños son de todos.

Soy mamá de cuatro menores y tocar estos temas siempre resulta un gran aprendizaje para mi, pues soy una convencida de que nadie lo sabe todo y que siempre hay algo nuevo que aprender. De la plática me quedé con muchos aprendizajes, pero el mas importante para mi fue confirmar que: “un niño no inventa una situación de abuso”, esto se resume a que a los niños hay que creerles siempre. Siendo mamá, me encuentro, tristemente con muchos indicadores a mi alrededor de que contrario a lo que acabo de afirmar, a los niños pocas veces se les cree o se les toma en serio…

Un niño (varón o niña) no puede replicar situaciones que no ha visto o que no ha experimentado, cuando un niño reporta que “algo” le ha pasado tenemos que hacerle caso. Los depredadores sexuales están en los lugares menos pensados, pues aunque se nos rompa el corazón, las situaciones de abuso, por lo general suceden de personas que representan confianza o afecto para el niño, esto significa que muchos de los abusadores suelen ser: familiares, amigos, maestros, o personas conocidas que el niño considera de confianza. Ahora, si el menor detalla “ese algo” que le sucedió, que ojo, no tiene que ir acompañado de violencia o de maltrato, ni siquiera de un abuso consumado, pero que lo hizo sentir mal o incómodo al menor, es porque esa situación existe o existió (en menor o mayor grado), y tenemos la responsabilidad de indagar sobre ello.

Por ello la importancia de brindar a nuestros hijos un ambiente seguro, contenido, agradable, con adultos responsables y de confianza, para que en el caso no deseable de que el menor tenga “algo” que decir, sienta que su hogar es el lugar para decirlo, y sus padres, las personas a quienes contarles. Y también para que eso suceda tenemos que blindar a nuestros hijos con herramientas emocionales suficientemente fuertes como para que puedan reconocer una situación de abuso de manera inmediata y la puedan además, denunciar. Suena fácil, no lo es, sobretodo cuando nosotros mismos no fuimos educados sexualmente de manera suficiente, porque hay que decirlo: la educación sexual no puede resumirse mas a explicar la anatomía sexual y a revenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.

Tampoco podemos delegar la educación sexual de nuestros hijos al ambiente escolar cuando lleguen a quinto sexto de primaria. La educación sexual debe ya de ser integral, natural, constante y desde la casa, a las edades que cada estilo de vida familiar lo requiera. Lo anterior significa que la educación sexual comienza desde la cuna, enseñando el tacto seguro a los bebés, luego con los mas chiquitos dándoles el lenguaje adecuado para hablar de sus partes privadas por sus nombres: pene, vulva, vagina, ano, nalgas, etc. Con los niños de todas edades significa estar atentos y presentes para resolver dudas y dar explicaciones de acuerdo a la edad de cada niño o niña. La educación sexual también implica hablar de identidad: quiénes somos y cómo nos sentimos y qué sentimos, porque las emociones claro que se conectan a la sexualidad desde que somos niños.

No podemos pensar que es posible separar la sexualidad de la persona, por eso tenemos que hablar del tema, por eso tenemos que poner atención, porque además, en estos tiempos se suma un componente adicional: el contacto entre personas no tiene que ser real para que la situación de abuso exista. Con el acceso a la tecnología, los depredadores sexuales, los hackers, los pederastas, entran a nuestras casas, están con nuestros hijos y están teniendo contacto con ellos, y si no existe en la familia la atención suficiente, el involucramientos padres e hijos suficiente y la confianza suficiente, eso los convierte en blanco fácil para volverse víctimas de muchas situaciones: sexting, grooming, hacking, y otros niveles como ver pornografía que también se tiene que decir: su contexto ya no es solo entre personas reales fotografiadas o en video, ahora puede ser hasta en dibujos animados o el llamado “animé” y el “hentai”, cuya palabra es una versión abreviada del hentai seiyoku y se usa en Japón para referirse a personas que sufren alguna forma de perversión sexual y eso, lo sepamos o no, es contenido que eventualmente consumen nuestros hijos. El que un niño tenga acceso o exposición a la pornografía es una forma de abuso, tenemos que saber del tema y aprender para evitarlo.



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Para cuidar a nuestros hijos, los adultos tenemos que ir un paso adelante. Tenemos que ponernos las pilas y actualizarnos y acercarnos a los especialistas para tener información, orientación y herramientas suficientes para hablar con nuestros hijos de sexualidad: desde la anatomía hasta las emociones, desde la identidad, hasta el amor propio, de lo esperado como “normal” de acuerdo a la edad y de lo inesperado y que puede ser una bandera amarilla o toja a cualquier edad.

Dejemos de ignorar a los niños y de minimizar lo que comparten. Si nos cuentan algo pongamos atención, siempre hay un grado de verdad en ello, sobre todo cuando se trata de situaciones que implican alguna forma de sexualidad que no corresponde a su edad y que estamos ciertos que no han visto o experimentado en casa. Hay que creerles a los niños, ellos solo repiten lo que existe en su cabeza. Punto. Por incómodo, inverosímil o doloroso que pueda ser, así se trate del padre, la madre, algún abuelo, tío, primo, hermano (hombre o mujer), mejores amigos, maestros etc., si el niño reporta algo, créele, indaga, investiga, pide apoyo, denuncia si es necesario y si un niño o niña acude a ti, procede igual, los niños son de todos y es nuestra responsabilidad creerles y cuidarlos. La información llega a nuestros hijos, de amigos, familia, internet, videojuegos y desconocidos. Nosotros los padres somos sus filtros, su primera manera de interpretar el mundo a su alrededor. Tenemos que ser y estar aquí y ahora, es literal, porque mañana puede ser tarde.

Abrazos,

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