La primera separación entre tú y tu bebé puede sentirse como un pequeño terremoto emocional. Tal vez estás por
volver al trabajo o tu peque empieza la guardería. No importa la razón, el momento llega y con él una mezcla de emociones. ¿Cómo prepararte tú y cómo prepararlo a él sin que parezca una tragedia?
Cómo manejar la separación entre tú y tu bebé
- Acepta lo que sientes: sí, da miedo, pero es normal. Sentir culpa, tristeza o incluso alivio es completamente válido. No estás fallando como mamá si necesitas volver a tu rutina, trabajar o simplemente tener un rato para ti. El apego no se rompe por unas horas de distancia. Al contrario: aprender a separarse también fortalece el vínculo.
- Hablar de esto con alguien de confianza puede ayudarte. A veces, sólo necesitas que alguien te diga: “lo estás haciendo bien”.
- Anticipa el momento, no lo evites. Una forma de suavizar la separación es preparar el terreno. Cuéntale a tu hijo lo que pasará con frases sencillas. Por ejemplo: “Mamá va a ir a trabajar y tú vas a estar un ratito con (la persona que lo cuidará). Luego regreso por ti”.
- Evita mentiras como “vuelvo en cinco minutos” si eso no es cierto. Aunque sea pequeño, tu hijo necesita confiar en que lo que le dices se cumple. La claridad da seguridad.
- Haz pruebas cortas antes del gran día. Si puedes, empieza con separaciones breves. Déjalo una hora con la abuela, con una amiga o en el mismo lugar donde estará después. Eso ayuda a que no todo ocurra de golpe.
- Dale un objeto de transición. Un peluche, una mantita o una prenda tuya con tu olor pueden ser un gran apoyo emocional. Ese “algo” que lo conecta contigo lo puede calmar en momentos de angustia. No necesitas hacer un ritual complicado. Basta con decirle que ese objeto va con él mientras tú no estás y que pueden abrazarlo si te extraña.
- Tu despedida sí importa. No te vayas a escondidas. Puede parecer más fácil, pero suele generar más ansiedad. Mejor, despídete con una frase clara y amorosa. No alargues demasiado el momento, pero sí hazlo visible y seguro.
- Confía en el proceso, aunque no sea perfecto. Las primeras separaciones no siempre salen como en los libros. Puede que haya llanto, resistencia o días en que te cuestiones todo. Pero si estás actuando con amor y coherencia, vas por buen camino.
- No dejes de lado cómo te sientes tú. A veces, los hijos están listos antes que tú. Si notas que la ansiedad no baja, hablar con una terapeuta puede ayudarte a atravesar esta etapa sin cargar con culpas innecesarias.
Separarte por primera vez de tu hijo no te hace menos mamá. Al contrario: es una muestra de confianza, de crecimiento y de amor en su forma más valiente.