Evita crear amores tóxicos con tus hijos
Decimos y escribimos la palabra “amor” tantas veces que terminamos por acostumbrarnos a ella y minimizar todo lo que representa. Pero lo más grave es confundir su significado y utilizarlo para justificar relaciones que dañan a ambas personas, incluyéndote a ti, tu pareja, familia y tu hijo.
Aunque no lo creas también tu bebé puede sufrir un amor tóxico desde ahora. Si las bases de su relación (mamá-hijo) son el temor y la violencia, o si ambos creen que no puede vivir sin el otro, vale la pena hacer un alto en el camino y preguntarte si tu forma de amarlo es sana para los dos.
Lo más importante sobre la forma en que le demuestras amor a tu hijo es que ésta promueva su salud emocional. No asumas que experimentar sensaciones amorosas (abrazos, besos, cuidados). ¿Quieres saber si es posible aprender a hacerlo? La respuesta es sí. Aquí como hacerlo.
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5 tipos de amores tóxicos
Así como hay alimentos que nutren a tu bebé, hay otros que pueden caerle mal y enfermarlo; lo mismo pasa con el amor. Estas son algunas formas de intoxicarlo.
- Hacerlo dependiente
Esto puede manifestarse físicamente cuando resuelves todas las necesidades de tu bebé, por mínimas que sean, y con el tiempo él se convierta en alguien incapaz de hacerlo, por ejemplo niños que a los 7 años no pueden atarse las agujetas o tomar los cubiertos por sí mismos.
Además, a la larga este apego puede afectar su capacidad para socializar y el concepto de autoestima que tiene, ya que siempre se sentirá débil o incapaz.
- Darle toda tu atención
A pesar de que tu hijo es uno de los motores más grandes de tu vida tampoco es lo único que le da sentido. Piensa que le das absolutamente toda tu atención y afecto puedes olvidarte de ti misma y con el tiempo, cuando tu hijo crezca y siga con el curso normal de su vida, podrías llegar a sentirte vacía e incluso, manipularlo con tal de que no se aleje de ti.
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- Sobreprotegerlo
Ojo, cuidarlo de forma excesiva puede ser asfixiante para él y puede resultar de varias formas –ninguna sana–: uno, tener el mismo resultado de cuando lo haces dependiente, dos, que en cuanto pueda valerse por sí solo huya de ti con cualquier pretexto y tres, que crezca imitando esta conducta y de adulto quiera tratar a los demás de la misma manera y termine por alejarlos.
- Maltratarlo de forma indirecta
En esta caso, puedes creer que si alguien te ama te hará sufrir y que si tú amas, sufrirás y harás sufrir al otro. Tu hijo puede sufrir este maltrato cuando justificas cualquier tipo de agresión hacia él (física, verbal o psicológica) diciéndole cosas como “Lo hago por tu propio bien” o “A mí me duele más que a ti”.
- Ser generosa-neurótica
Hay personas que se se consideran generosas porque no quieren nada para sí y viven sólo para los demás. Esto se debe a que esa fachada de generosidad oculta un gran egoísmo. Las mamás que viven así su amor, hacen sentir a los demás (incluidos sus hijos) que están en deuda con ella y no pueden desilusionarla. ¿Alguna vez has escuchado “Yo que les he dado los mejores años de mi vida por amor”? Ésta es una forma sutil de control.
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Anatomía del amor
Si quieres amar a tu hijo fomentando su salud emocional y a la vez darle las bases para amarse a sí mismo, enséñale los 4 cuatro elementos básicos dela amor:
- Cuidado: La esencia del amor es esforzarse por algo y hacerlo crecer. Si alguien te ama, te cuida, procura y tiene detalles ante tus necesidades, y cuando tú amas, haces lo mismo por esa persona. Por eso, con tu hijo, no sólo se trata de decirle que lo amas, sino de demostrárselo al procurar su bienestar y salud. Cuidarlo es un acto de amor.
- Responsabilidad
Con frecuencia utilizamos esta palabra para referirnos a un deber o algo impuesto desde el exterior, pero la responsabilidad es una respuesta a las necesidades (expresadas o no) de otra persona y es un acto voluntario.Ser responsable significa estar listo y dispuesto a responder; por eso sabes que alguien te ama cuando puedes contar con él y tu bebé siente lo mismo de ti cuando cambias su pañal, le das de comer o lo llevas al colegio. Éste es el lenguaje del amor.
- Respeto
La responsabilidad puede provocar que una persona que ama se vuela dominante y posesiva, si no es por este otro componente. Respetar no significa causar miedo o reverencia, sino estar atento a que la persona que amas crezca y se desarrolle por sí misma.
Cuando no reconoces los logros de tu hijo o le quitas con críticas o burlas, desgastas su relación. Por el contrario, validarlo y felicitarlo también es un acto de amor.
- Conocimiento
Si no conoces a quien amas, el cuidado y la responsabilidad son ciegos. Es como querer darle mantenimiento a un auto sin saber dónde se le pone el aceite o la gasolina. Así de absurdo.
Por eso, debes comunicarte con tu hijo y conectarte emocionalmente a él para orientar y enfocar tus actos de cuidado, responsabilidad y respeto. Si trabajas fuera del hogar, invierte el poco tiempo disponible en escucharlo y conocerlo. Amar no siempre es enseñar, muchas veces es aprender.
Conclusión: la persona que ama cuida, responde, respeta y conoce.
¿Cómo debes quererlo?
El cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento son los elementos importantes en todas las relaciones amorosas, pero en las relaciones entre mamás y papás e hijos, adquieren más importancia. Aquí cómo debes aplicarlos:
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Para cuidarlo:
Mantente abierta a cualquier comunicación significativa. De forma instintiva eres capaz de reconocer sus necesidades pero es importante que cuando te hable se sienta escuchado y reconocido. Sé paciente mientras aprendan a cuidarse a sí mismo. Es importante que siempre cuente contigo como apoyo, pero antes de intervenir, dale la oportunidad de intentarlo por sí solo.
Para responder:
Detente y evalúa si en verdad te necesita. Supera la creencia de que tu hijo está para obedecerte, así como tú no eres madre sólo para complacerlo.
Permite que tome decisiones de acuerdo con su edad. Si tú lo haces siempre por él, puede generarle un sentimiento de incompetencia.
Para respetarlo:
Míralo tal cual es y tolera sus propios ritmos de desarrollo sin compararlo o esperar que sea como tu quieres.
Exige respeto en la misma medida que tú lo otorgas (en lo que se dicen, en el tono de la comunicación, en el cuidado de las necesidades personales y emocionales tanto de ellos como las tuyas).
Hazlo sentir alguien valorado, digno de un buen trato y de una comunicación libre, sin agresiones ni burlas. Respeta su autonomía: no hagas las cosas que le corresponden y ya es capaz de realizar según su edad, y no lo debilites resolviendo todos sus retos.