Generalmente, se hace mofa de la relación entre yerno y suegra, siendo él quien se queja, el que dice a su esposa que no inviten a su mamá a la casa, etc. Pero, realmente, las relaciones más complicadas se dan entre la de suegra y nuera.
Durante años, las mujeres han sido educadas para hacerse cargo del mundo de los afectos, de lo doméstico, de los cuidados hacia los demás (sean hombres, mujeres y niños, pero priorizando –en una cultura patriarcal- a los varones).
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Si bien esto va cambiando, sigue habiendo familias y, en particular, mujeres que están identificadas y posicionadas completamente en este rol: hermanas que cuidan a sus hermanos y a sus papás; esposas atendiendo al marido como si fueran sus madres, madres que asumen solas –aunque allá otro progenitor presente- la misión de criar a sus hijos, y empleadas que se hacen cargo no solo de los asuntos laborales que les asignan sino de las necesidades de su colegas, amigos y jefes.
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¿Cómo se puede ser una buena suegra?:
- Se debe considerar si las intromisiones en la pareja de su hijo responden más que a su “buena voluntad” a problemas propios de su vida de pareja que la lleva a triangular al hijo como forma de evitar la resolución con su propio esposo.
- Las buenas suegras aprenden que los límites pueden ser oportunidades para “jubilarse” de un estilo de ser madre que está caduco ya. A veces estos límites (estos “nos”) se toman como despecho, pero uno se puede ver construyendo un nuevo tipo de vínculo con la nueva familia y con el propio hijo. Estos vínculos sanos equlibran la cercanía distancia entre las familias.
- Una suegra buena entiende y tolera que la nuera y el hijo prueben métodos, hagan sus pininos y tropiecen en el transcurso del tiempo. Da su opinión cuando se la piden, y a manera de propuesta, no de juicio, ni de mandato, menos de manipulación.
- Una buena suegra tiene un proyecto de vida personal, no puede hacer de su hijo y de la familia de su hijo su proyecto de vida.Este proyecto debe tener cosas que le den significado a su vida, en el área amistosa, de pareja, laboral, con sus hobbies y su familia. Puede involucrarse, haciendo ciertas funciones de maternidad, pero debe entender que ella no es su madre, y que su vida debe tener su propio rumbo.
- Las buenas suegras trabajan sus propias carencias y dolores del pasado para no querer resolverlos a través de sus hijos que están viviendo otra situación de vida diferente a la propia.
- Quizás algunas cosasbien pensadas, con estrategias bien planeadas, pueden ser aclaradas con su nuera, pero los reclamos y enojos de una madre debe manejarlos con su hijo, directamente.
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Ciertamente, la relación madre e hijo siempre se puede actualizar, mejorar o perdonar, pero entrar en una dinámica agresiva suegra-nuera es desgastante: por un lado, puede hacer que el hombre se distancie de las cuestiones domésticas, pensando que son problemas que solo corresponden a las partes en disputa (problemas de “viejas”).
Por otro, en realidad siempre es más fácil resolver algo directamente con el hijo, y que el hijo aprenda a poner límites a su propia madre y a llegar acuerdos con su esposa si es necesario. Cuando una relación suegra-nuera se daña, difícilmente es reparable.
El punto de ser una suegra perfecta es ser una mujer realizada, madura, que ubica su papel en el rol familiar, que entiende lo que es la autonomía y que si no la ha alcanzado todavía, está en momento de alcanzarla.
Además a ella corresponde, como persona con más experiencia de vida y mayor rango de responsabilidad, manejar esta situación de forma más inteligente.
Por su parte las buenas nueras tienen también sus desafíos:
- No solicitar que el hijo “rompa relaciones” con su madre aún si ella no es de su particular agrado. Todos requerimos redes familiares y sociales más allá de la vida de pareja. Pretender ser todo para la pareja termina ahogando la relación.
- No negar a los hijos el afecto a la abuela como manera de “cobrar” las diferencias que se tiene con ella. Eso implica distinguir el rol que juega la madre del esposo como abuela y como suegra.
- Acordar con el esposo abiertamente lo que requiere la nueva pareja y la nueva familia para construir su propio estilo de vida y escala de valores.
- Poder negociar con la pareja qué eventos puedes compartir con su familia (particularmente su mamá) y de cuáles prefieres abstenerte cordialmente para no sobre cargar la relación. Poner límites cuidadosos favorecen la cercanía con la suegra.
- No entrar en competencia, más bien escuchar con apertura lo que la experiencia de ella –muchas veces más en el ejemplo que en las palabras- pueda aportar. No se trata de ganar, sino de madurar.
- Evitar compararla con los propios padres: los padres son consanguineos, la suegra no es su mamá (ni lo será aunque pueda cumplir algunos roles maternales).
- Recordar que no se tiene que estar de acuerdo en todo pero si procurar siempre un trato cordial.
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Una mujer construirá junto con su pareja una sólida relación de pareja, no por las batallas ganadas a la suegra, sino por su apuesta a la propia madurez y a la solidez construida en su nueva relación.
Pero ojo, el papel del hijo es central en esta triada: un hombre que se abstiene de definir su postura a favor de su pareja y sigue “exaltando” de manera desbordada el rol de su propia mamá, favorecerá el crecimiento del conflicto, el distanciamiento y la ruptura de su propia relación.
La clave en las relaciones de pareja
Entendiendo esto, podemos imaginar que cuando un hijo varón se casa (pensando por ahora en una relación heterosexual), la madre, siguiendo esta línea, considera que va a ser ella la que va a dar el toque del estilo de vida familiar de la nueva pareja y no tiene que ser así.
Más allá de que parezca importante que una mujer viva a su relación de pareja y matrimonio y que a la suegra ya no le corresponde jugar ese rol.
A la suegra, que ya fue madre, que ya lleva camino recorrido, le toca entender que la nueva familia de su hijo no va a vivir como ella quiere, que no replicarán sus valores.
La pareja que inicia encontrarán su propio estilo de vida, y que se equivocarán y repensarán como asimilar y aprender del error.
Siguiendo en esta línea, valdría la pena decir, que un hijo adulto que no obedece plenamente a sus padres, que se alía con su pareja, que no acata ciegamente los mandatos maternos y familiares.
Como parte de la integridad personal, corresponde ser buen hijo:
- respetuoso
- considerado
- generoso
- conectado