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¿Le das a tu hijo lo que necesita o lo que tú quieres?

Cuando le das cosas a tu hijo, ¿lo haces a través de tu herida o lo haces porque de verdad lo necesita? 

¿Cuántos de ustedes aplican esta frase de “le voy a dar todo a mi hijo para que no le falte nada” o “no quiero que crezca con carencias”?

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Pues en este afán de darle a nuestros críos, eso que a nosotros nos parece bueno o valioso, no detectamos qué es lo que de verdad necesitan o desean y muchas veces terminamos criando seres vacíos y que no valoran las cosas.

Muchas veces nos asalta la idea de que nuestros hijos son una prolongación de nosotros mismos y eso nos nubla un poco la razón. Al pensar de esa manera decidimos darles todo aquello que a nosotros nos faltó, lo que siempre anhelemos y no conseguimos, como una manera de compensar nuestras propias carencias.

El resultado generalmente desilusiona al generoso padre o madre, que califica de “desagradecido” al hijo. Muchas veces les damos a nuestros hijos lo que nosotros queremos, lo que a nosotros nos parece bueno o valioso; pero no nos detenemos a ver lo que ellos desean o necesitan, o bien no nos gusta lo que ellos desean o nos asustan sus preferencias.



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Este fenómeno tan común ocasiona el efecto contrario al que los padres buscan. Es decir: ninguna de las dos partes queda satisfecha. Los hijos no deben ser “Utilitarios”, no son nuestros terapeutas y no vienen al mundo a satisfacer nuestras necesidades o compensar nuestras carencias. Vienen al mundo para que nosotros los ayudemos a crecer y ser independientes y eso implica que finalmente puedan tomar sus propias elecciones, aunque éstas no nos gusten. Qué difícil es aceptar todo esto.

Por otro lado, nuestro gran amor lo traducimos en COMPRAR mandando un mensaje equivocado y frio. No queremos que los hagan menos, o que se comparen y pierdan y por ello somos capaces de empeñar algo para comprarles la consola o el celular de última generación. Tal vez no tienen la edad y tal vez tu tampoco tienes los recursos; pero temes que su autoestima se baje por la carencia y si a eso le agregamos tu ausencia de casa, o tu falta de tiempo para tus hijos, la combinación resulta en culpa en ti y un vacío de abundancia en ellos, es decir, tener mucho y sentir que les falta mucho.

Hoy en día se dedica más tiempo en compras que nunca en la historia de la humanidad. En vez de ir al parque, o a visitar un familiar, el paseo dominical es ir a un centro comercial. A raíz de la pandemia, esto no ceso y todos nos metimos a comprar en línea para “entretenernos o animarnos” y esto pone a los niños y jóvenes frente a las mil opciones, anhelando y renunciando cada minuto.

Si acaso se les compra algo la decisión entre lo que mi mama quiere y lo que yo deseo resulta muy difícil y el displacer de la renuncia a todo lo que dejan es mucho mayor al efímero gusto por lo que estrenan. Este juego desproporcionado de placer-displacer afecta a los niños y jóvenes, que están formando su personalidad, y el concepto de sí mismos, afectando también a sus padres que a pesar del esfuerzo por “hacerlos felices” no lo logran.

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¿Qué tenemos que hacer con nuestros hijos?

1.- TRABAJA CONTIGO MISMO:

Lo primero y más importante es hacer conciencia de que esto nos ocurre y vencer la tentación de comprar por comprar, comprar como premio, como expiación, como método de control “si te portas bien, te compro” o lo que es peor: como lenguaje de amor o satisfacción propia y no de él o ella. Esto no es fácil porque implica sustituir estas estrategias “afectivo-mercantiles” por tiempo y calidad de convivencia y premios emocionales, como sería sentarse un ratito a jugar, decirle un halago oportuno o simplemente estar más atentos a lo que nuestros hijos hacen bien que a sus errores y que es lo que ellos desean.

Analiza tus recuerdos más entrañables de la infancia y seguramente no se refieren a posesiones sino a experiencias emocionales. A juegos muy simples, a bromas o travesuras que ocurrieron una vez, pero de las que te has reído veinte veces en familia.

2.-ANALIZA

¿Qué tanto estas compensando tus carencias a través de lo que das o lo que permites a tus hijos? Si es así déjame decirte que nunca terminarás porque nadie puede volver al pasado en el presente de otro. Tal vez muchas de tus carencias resultaron motores de progreso, tal vez muchos de tus huecos de amor infantil se convirtieron en espacios para alojar muchos amores de adulto.

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3.-REGALA a tus hijos carencias.

Sé que parece contradictorio pero el no tener y anhelar es un gran motor que muchas veces los padres apagamos en los hijos por ser “super papas”.
El esperar por algo aumenta en ellos la tolerancia, la paciencia y les ayuda a valorar lo que tanto han deseado cuando al fin lo obtienen.

4.-RESISTE LA CAIDA DE TU POPULARIDAD:

No esperes que acepten con agrado las limitaciones o las renuncias que tanto los frustran. Pelearán por regresar a lo cómodo, lo inmediato; pero en la medida en que no lo obtengan se irán haciendo más fuertes sin siquiera darse cuenta. La tolerancia a la frustración se combate precísame con dosis de frustración.

5.-AYUDA A TUS HIJOS A IDENTIFICAR QUE ES LO QUE VERDADERAMENTE QUIEREN:

¿Sabías que para una niña o un niño pequeño es lo mismo lo qué quieren que lo que esperan? En su proceso mental quieren una pelota porque esperan jugar con papá o quieren una bolsa porque esperan acompañar a mamá al mercado. Por eso es fundamental ayudar a nuestros hijos a conocerse y escuchar sus verdaderas necesidades y expectativas internas y saber si aquello que quieren viene acompañado o no de lo que esperan.
Un adolescente quiere el mejor celular porque espera obtener aceptación de sus pares y quiere ropa porque espera obtener seguridad con ella.
No eres mejor padre si das más, o si das siempre. Serás mejor padre si tus hijos aprenden bien a elegir y a necesitar menos cosas.

6.-CREA PARA TUS HIJOS UNA MEJOR PERCEPCION DE LO QUE ES EL BIENESTAR

¿Qué quiero para mis hijos? – ¿Qué necesitan realmente? -¿Cómo quiero que vivan? -¿Qué es opcional y que no lo es? ¿Cuáles son los requisitos mínimos para vivir “bien”?
Hemos sofisticado la vida. Hemos puesto muchos requisitos al bienestar y tal vez podamos recortar muchos de ellos. Por ejemplo, antes se pensaba que una buena preparación académica era un seguro de vida para el bienestar futuro; sin embargo, las estadísticas no comprueban que los más cultos sean más felices, tampoco que los más ricos ni que los más inteligentes.

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¿QUÉ ES LO QUE HACE FELIZ A LA GENTE?

-Tener cubiertas sus necesidades básicas
-Dedicar tiempo a su familia y amigos.
-Tener buenas relaciones interpersonales.
-Ayudar a otros
-Sentir y expresar gratitud por lo que tienen sin comparar.
-Practicar el optimismo cuando piensan.
-Saborear los placeres de la vida y vivir el momento.
-Hacer ejercicio cada semana y mantener hábitos que les gusten.
-Comprometerse con un ideal alto a futuro.
-Enfrentar sus problemas, estrés, crisis y hasta tragedias; pero verlos como retos a vencer.

Como ves, nada de esto cuesta un centavo, pero implica Templanza, Resistencia, Voluntad

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