¿Tenemos que decidir entre el amor de pareja o el amor de los hijos? ¿Estos amores compiten entre sí? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de priorizar uno u otro?
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Al inicio de la vida en pareja, una de las tareas es adaptarse a la convivencia diaria. Cuando deciden tener hijos, se marca un cambio radical: el compromiso físico y emocional implica modificaciones en los intercambios de la pareja. Sus funciones deben reajustarse para responder a las necesidades del pequeño, pero como todo en la vida, esto debe tener un orden.
Jerarquía del amor en pareja y el amor de los hijos
Para que las familias funcionen debe existir una jerarquía de poder en la que los padres y los hijos tengan niveles de autoridad diferenciados. Todos son iguales en dignidad, pero diferentes en cuanto a roles, responsabilidades y funciones. Para que esto ocurra, la pareja debe tener una complicidad que incluya acuerdos y funciones.
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Las crisis en la familia se dan cuando alguno o varios de los miembros familiares no “cumplen” con sus roles, o no se posiciona en el lugar que le pertenece. ¿No has escuchado decir a un niño que no es su responsabilidad cuidar a su hermano menor mientras los padres se desentienden? Bueno, eso es no ocupar tu rol.

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No es de extrañar que un hijo que es considerado como la “pareja” de su madre, elevándolo a un sistema conyugal en el que se desee viajar con él, llevarlo de compañero a una boda o tomar decisiones conjuntas, desarrolle síntomas desde un sentido de merecimiento inadecuado hasta una experiencia de culpa por no querer asumir el rol.
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Los hijos requieren de padres que se quieran, que se apoyen y que los cuiden, pero ¡ojo!, un hijo no necesita sentirse más importante que los padres y menos aún ocupar un lugar en la familia que no le corresponde.
Por eso la idea de “primero es mi pareja y luego mis hijos”, no implica ni el descuido ni la minimización de aquellos, sino que casi por orden de aparición en escena los hijos se ocupen y crezcan asumiendo lo propio de su edad.
Para estar en equilibrio entre el amor en pareja y el amor de los hijos
Con la pareja:
- Espacios y tiempos reservados para la pareja: en la casa, en el día, en las vacaciones.
- Fomentar el roce físico con la pareja sin que necesariamente sea sexual: expresar cariño y conexión.
- Es útil observar el lenguaje no verbal, lo no dicho también ocupa un espacio en la vida amorosa.
- Aun en la distancia se pueden hacer depósitos emocionales positivos a la relación: un mensaje de WhatsApp, dejar una flor o pregunta por los resultados médicos
Con los hijos:
- No es necesario darles explicaciones de todo y mucho menos andarles pidiendo permiso; considerarlos no significa que ellos lleven las riendas de la casa.
- Que los hijos sepan que hay temas reservados a los papás porque pertenecen a un área de los adultos. Se puede aprender a conectarse con ellos y sin descuidarlos también desconectarse.
- Reconocer los sentimientos de culpa, miedo o trauma que impiden priorizar a la pareja sobre los hijos es liberador.
- Que los hijos sepan qué espacios y qué horarios son libres de hijos: la cama, la habitación conyugal, la hora de la cena, algún programa de televisión.