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¿Cómo es ser papá soltero de una niña?

Que si la visto de negro, que si la dejo jugar con coches, que si recibo más amor del que jamás imaginé, esto y más es ser papá soltero de una niña.

como es ser papá soltero de una niña
¿Alguna vez han sentido tanto amor por una persona que no saben de que manera expresarlo? A mí me pasa, ¿y como lo demuestro? De la forma más inusual… Me dan ganas de morderla para que sepa que es lo más importante en mi vida. Que nada ni nadie está antes que ella. Que cada vez que veo su sonrisa y sus ojitos me derrite, cuando me dice «Te quiero Papi». Esta es mi historia de cómo es ser papá soltero de una niña…

Ser papá soltero de una niña es encontrar el amor más profundo

Me quita la respiración y siento en el estómago las mariposas que sentías cuando te enamorabas en tu adolescencia. No hay palabras exactas para definir el amor hacia una hija, lo que si sé es que tus acciones pueden demostrar lo mucho que te importa y lo mucho que significa en tu vida.

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Recuerdan las miles de veces que sus padres mientas les regañaban decían cosas como «algún día tendrás a tus hijos y me vas a entender» todo después de una noche de fiesta con tus amigos en los que te excedías y llegabas a horas no adecuadas. Pues yo a mis 28 años y siendo papá soltero de una niña de 7 años por fin logré entenderlo, claro, lo entendí desde el primer momento en que vi a ese pequeño ser en mis brazos.

Al principio fue difícil, tenía 20 años, cuando me enteré que iba a ser padre, estaba terminando mi licenciatura en artes y diseño, queriéndome comer el mundo, viajar, salir con mis amigos, disfrutar antes de entrar a la etapa de la adultez. Todos mis planes cambiaron, mis rutinas, mis tiempos, mi espacio, mi vida dio un giro de 180 grados.



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Poco a poco todo fue acomodándose de tal manera que hoy en día, después de 7 años, volvería a repetir ese «descuido» que le dio luz y un sentido más significativo a mi vida, ser papá soltero de una niña, la más maravillosa del mundo, el amor de mi vida.

Luis Espinosa Aranda 

La mujercita de mi vida

La historia previa a tu historia

Recuerdo perfectamente cuando tú mamá me dio la noticia de que estábamos embarazados de ti. Mamá y yo estábamos a una semana de casarnos después de vivir una historia de amor con mucha pasión. El día que me enteré sería tu papá iba regresando de una despedida de soltero que me organizaron mis compañeros de trabajo en turno; mamá y yo ya vivíamos juntos, me espero a que llegará y con todo el desvelo y con la fiesta que traía encima me alcanzo en la cocina y me mostró una prueba de embarazo, no supe como reaccionar y lo único que le dije fue “…y todavía huele a pipí”, reímos mucho y después me confirmo que estabas por llegar.

Tu llegada tan esperada

Como no sabíamos si eras niño o niña, mamá y yo buscamos varias opciones hasta que, y después de un ultrasonido donde nos confirmaron que eras niña, encontramos la que más nos gusto y que creemos no era un nombre común: Galia.

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Amor a primera vista

Entramos a quirófano con un equipo super profesional de médicos y enfermeras (a quienes sigo agradeciendo mucho) para intervenir a mamá y que pudieras nacer. Siendo las 2:51am del 11 de abril de 2016, pesando 3.140 kg y midiendo 49 cm naciste sin más contrariedad. Te vi y cargué por primera vez, me enamoré perdidamente de ti, eras tan pequeña y yo sentía que era tan tosco que podía lastimarte, pero contrario a lo que sentía tuve todo el instinto y seguridad para hacerlo. Recuerdo que cabías perfectamente en mi antebrazo, tu cabeza soportada por mi mano y tus piecitos recargados en mi brazo. Ese mismo día, por la tarde regresamos a casa.

Iba y regresaba del trabajo a toda velocidad en bici (así es, a papá ya le gustaba jugar a las bicis desde antes de que nacieras), saludaba a mamá, y antes de saludarte a ti me lavaba las manos y cara, me cambiaba de ropa y te cargaba y disfrutaba al máximo, todas las tardes era convivir en familia.

Algo se rompió

Paso el primer año de tu llegada y mamá y yo nos enojábamos mucho, nos decíamos cosas feas e hirientes. Creo que en ese año crecimos distinto a como teníamos planeado, así que tuvimos que separarnos. Primero, pensé que era por el espacio en el que vivíamos, por la convivencia que teníamos, por las cosas que siempre habían sido distintas y que en su momento fueron lo que complementaron nuestro amor y, una larga lista de etcéteras. Después de todo quién hubiera pensado que me convertiría en papá soltero de una niña.

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Los primeros días y con un proceso de divorcio encima, sabía y me dolía mucho el no poder verte diario después de trabajar, jugar contigo por horas los fines de semana, ayudarte a comer, salir a pasear, bañarte, cambiarte el pañal, hasta que me despertaras en la noche porque estabas mojada o con hambre, pero tus abuelos, mis papás, desde siempre me dijeron que “el tiempo se da en calidad, no en cantidad”.

Papá ausente pero no carente

Mamá y yo llegamos al acuerdo que vendrías a visitarme cada 15 días y debido a que ella trabaja y también deseaba disfrutarte los fines de semana. Los tres días que nos vemos disfrutamos mucho nuestro tiempo de calidad. Jugamos, brincamos, corremos, dormimos, vemos películas, vamos al parque, fiestas, a visitar a los amiguitos o andar en bici.

Me encanta ser papá soltero de una niña, en especial de ti, porque he aprendido muchísimo y espero que tú también estés aprendiendo mucho de mí, pero he tenido que lidiar con comentarios como “las niñas son frágiles y débiles”, “vístela con colores o ropa de niña”, “los carritos y avioncitos son de los niños”, “no te dan celos de pensar que Galia es muy bonita y seguro va a tener muchos novios”.

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Las niñas no son frágiles y débiles; eres una niña muy fuerte y el límite eres tú y lo único que no tiene solución es la muerte, hombres y mujeres tenemos necesidades de vida diversas y éstas hacen que nos complementemos, somos iguales en muchas cosas y nuestras necesidades deben ser equitativas. Los colores, la ropa y los juguetes son asexuados; los adultos nos encargamos de etiquetar y catalogar que sean de niño o niña, usa los colores que te gusten, viste con la ropa que mas te agrade y sigue jugando con tus cochecitos tanto como con tus muñecas. Que si tienes muchos novios o pocos será tu decisión; el amor de un padre no se equipará al de una pareja (Eric Fromm lo explica muy bien en su libro “El arte de amar”).

Muchos podrían pensar que es cómodo ser papá soltero de una niña, que el no estar contigo diariamente me deja disfrutar mucho mi soltería, pero en realidad no lo es, porque te extraño mucho y pienso mucho en ti, en qué estarás haciendo y en las cosas o etapas que posiblemente me estoy perdiendo por no poder estar ahí diario, cuidarte de alguna enfermedad, divertirme de tus travesuras y ocurrencias o simplemente darte un beso y un abrazo todas las mañanas, aunque nos desquitemos cuando nos vemos.

Galia disfruta la vida, sólo tenemos una. No hay amor que la distancia separe
Te ama mucho papá
Germán Cobos Martínez

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