El objetivo de no regalarle cosas a tu hijo
Muchos padres tienen la creencia de que a los hijos hay que darles todo lo que piden (materialmente hablando), porque eso hace la diferencia de satisfacción y representa una forma de amor, si se trata de niños, lo que queremos es darles todos los juguetes que desean pero los expertos han comprobado que el efecto es lo opuesto a lo esperado, no les da la felicidad que creemos.
Quizá han notado que entre más juegos y juguetes disponibles tienen los niños, juegan menos. Menos juguetes contribuyen a mayor juego, mayor capacidad imaginativa y cooperación, hasta compartir más con otros pares y de eso queremos muchos, esas habilidades sociales son las que tanta falta están haciendo y que queremos inculcar en nuestros críos.
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Claro que a los niños les encanta recibir obsequios, igual que a cualquier persona, con o sin un motivo especial, pero no es el objeto, es la experiencia que representa el regalo y los niños lo tienen claro, por ello importa no destruir esa capacidad de emoción, gratitud y felicidad con excesos, por eso es importante no regalarle cosas a tu hijo.
¿Por qué experiencias?
Aquí aplica literal que es más valioso para nuestros hijos pasar tiempo genuino y dedicado a ellos que darles cosas. Estudios relevantes han demostrado, por ejemplo, que el desempeño académico de los niños es mucho mejor cuando tienen en casa un ambiente amoroso y favorable, más allá de asistir o no a la mejor escuela. Es la atención de mamá y de papá lo que hace la diferencia, misma que es insustituible por el tiempo de pantallas o de llenarlos de objetos: juguetes, ropa, aparatos electrónicos.
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Los beneficios de que los niños integren experiencias son múltiples: desarrollan y aumentan su capacidad de asombro y de gratitud: a la vida, a la familia, al entorno, al trabajo de los demás, a la comunidad, al espacio en el que viven y se desarrollan.
Por eso es importante no regalarle cosas a tu hijo, lo que realmente importa crear memorias que sean positivas en la vida de nuestros hijos, que funcionen como herramientas que les brindamos en el presente para que usen toda la vida, en los buenos y no tan buenos momentos; porque en ellos se va a quedar la capacidad de sacar lo mejor de lo peor en cualquier momento y de transformar situaciones en emociones.
Hace un año nos llenábamos el plato buscando actividades para llenar el día y hacer en familia, porque creímos que serían 40 días de estar en casa… Un año pasó, y quiero pensar que esas listas son obsoletas, que hoy nos conocemos mejor como integrantes de una familia, que estamos más cerca de nuestras emociones y pensamientos importantes, que la experiencia humana supera cualquier objeto.
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Si ya entendiste por qué no regalarle cosas a tu hijo, aquí te dejo algunas propuestas simples, pero profundas, que te pueden dar cierta guía para crear esas experiencias, sin importar los recursos, solo ponerle dos ingredientes importantes: tiempo e intención.
Cocinen y coman juntos
Bien dice el dicho que las familias que cocinan y comen juntas permanecen juntas, que se vuelva un hábito feliz, no una carga. Y que los alimentos sigan con sobremesas de temas relevantes, los niños lo entienden todo. Te vas a sorprender.
Limpien la casa o el espacio de todos entre todos
Repartir las tareas no solo corresponde a delegar responsabilidades pero a dar sentido de pertenencia y logra que valoremos el trabajo que requiere tener ropa limpia, o camas tendidas, o comida preparada y rompe con los roles de género.
Fijen un tiempo de lectura en familia
Sea que cada quien lea su propio libro o dispositivo, o que entre todos (depende de las edades) hagan un club de lectura y lean un libro en familia y lo comenten. Esos momentos quedarán para siempre, si el contenido tiene mensaje será mejor. Y no regalarle cosas a tu hijo para que de verdad lo valore.
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Salgan a un espacio libre juntos
Sea un picnic en el jardín o una breve caminata, el tema es conectar con la naturaleza y desconectar de la tecnología, platicando o en silencio pero presentes en el mismo momento. Usen la meditación activa para arreglar la mente y el corazón.
Una noche de películas en familia (aunque ya la hayan visto, aunque sea viejita), no es película, es la experiencia de planearlo como una cita importante, porque es importante. Porque no hay mayor amor que el de la familia y ese es el tiempo que queremos apartar.
Compartan sus miedos, así sean raros o impensables, porque la mayoría de ellos solo existen en nuestra cabeza y afortunadamente no se materializan, pero hablarlos genera y refuerza el círculo de confianza que debe ser el hogar.
Ordenen sus espacios.
El hogar debe ser el lugar de nuestra paz, un remanso y no el centro de nuestro caos. Hacerlo también en familia, o entre hermanos, usen el método Kondo para liberarse de cosas: menos es más. Agradecer y dejar ir los objetos que ya no cumplen un propósito en nuestras vidas, es practicar el desapego y nos liberamos de excesos.
Den gracias
Agradezcan el milagro cotidiano. Siempre hay algo que tenemos y que resulta un privilegio, una bendición, algo que nos rescata y nos mantiene bien: la salud, el alimento, la compañía, la mascota, lo que quieran pero agradezcan en familia. Esto es clave en nuestros tips de por qué no regalarle cosas a tu hijo.
Acerquen el arte a la vida diaria: pintura, música, danza… virtual, libros, charlas. Buscar el espacio, nunca sabes que puede tocar la vida de un niño y cambiarla para siempre, el arte tiene ese poder.
Compartan
De lo que tienen. No de lo que sobra. Lo que aman, les gusta, disfrutan, entre ustedes y con otros, siempre podemos dar algo. El sentido de solidaridad es urgente de fomentar. Da la experiencia de servir y el servicio a otros siempre enaltece al ser humano.