Está bien, no es para tanto, pero tal vez sí has querido dejarlo una temporada en la casa de tu hermana o tu suegra porque sientes que si vuelves a escucharlo gritar la palabra “mamá” vas a explotar.
No importa que la rabieta sea pequeña o grande, comienzas a perder el control con mayor frecuencia. Por extraño que parezca, lo que estás sintiendo es normal y no debes culparte por ello: no eres una “mala madre” y tampoco quieres menos a tu hijo.
Es común que pienses que debes ser la “mamá perfecta”. Sin embargo, eso es un mito y la solución está en buscar formas nuevas de lidiar con su comportamiento, y sobre todo, no atormentarte por esos momentos de descontrol.
El primer paso es calmarse, pues de nada servirá que le grites o regañes si no estás tranquila. Por ejemplo, si no quiere irse a la cama, no intentes llevarlo a la fuerza. Explícale que estás cansada y ofrece contarle un cuento o cantarle una canción hasta que se duerma. Aquí algunos tips que pueden ayudar a controlarte:
- Rompe el silencio: si estás enojada o necesitas más apoyo en sus cuidados, platícalo con tu pareja o familia
- No dejes que las críticas de los demás te afecten; nadie nació sabiendo criar a un hijo y tú eres la única experta en la educación del tuyo
- El estrés es común actualmente, pero evita desquitarte con él por los problemas que pudiste tener durante el día
- No lo regañes ni eleves la voz todo el tiempo. Intenta explicarle claramente lo que sientes cuando actúa así, incluso si es muy pequeño
- Establece reglas sencillas. Si sabes que te molesta que tire la ropa por toda la casa, déjale muy claro que colocarán la sucia en el cesto para tener orden y felicítalo cuando lo haga
- Evita acceder a todas sus peticiones sólo para prevenir el llanto. Sé constante y coherente al marcar límites
- ¡Diviértete! Sal con tu esposo o tus amigas. Cambia tu rutina y encuentra momentos para distraerte. Ser mamá es tarea de tiempo completo, pero organizándote podrás relajarte y estar de mejor humor
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