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Cuando no quieres, pero terminas pareciéndote a tu mamá

Lo evitas a toda costa y «haces todo lo contrario», pero sigues pareciéndote a tu mamá… No luches en vano. Conoce por qué pasa esto y cómo solucionarlo.

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¿Te ha pasado que, cuando educas a tus hijos, de pronto encuentras que suenas igualito a tu mamá? ¿O que actúas igual que ella lo hacía contigo? ¡Qué horror! Juraste que no lo harías, pero terminaste pareciéndote a tu mamá.

¡Acepta que serás como tu mamá!

 

Muchas mujeres crecen prometiéndose que nunca serán como su madre: “yo nunca haré eso” – “yo nunca les gritaré a mis hijos” – “cuando tenga a mis hijos, no quiero parecerme a ella” – son frases que muchas dijimos mientras crecíamos. Pero a la hora de la verdad, especialmente cuando enfrentamos dificultades, acabamos sonando o haciendo lo mismo que hacía ella.

¿A qué se debe esto?

Por un lado, no podemos ignorar la influencia que la herencia, el ADN, tiene sobre nuestro comportamiento.

Por otro, los científicos de las neurociencias, han encontrado que el amor que recibimos influye sobre la forma en que nuestro cerebro actúa, piensa y responde: actuamos de cierta forma porque es lo que aprendimos desde pequeños. En la interacción con nuestros padres, las neuronas establecen patrones que determinan la forma en que respondemos ante diversas situaciones.

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Además, desde muy temprana edad, imitamos lo que vivimos. Y si la persona más cercana a nosotros cuando crecemos es mamá, es claro que aprendemos a imitarla.



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¿A cuántas de ustedes les encanta cuando les dicen “eres igualita a tu mamá”? En muchos aspectos, a todas nos gusta. Pero muchas veces, la gente utiliza este tipo de comparación para señalar lo negativo, entonces reaccionamos de forma negativa ante la comparación.

A pesar del gran cariño que profesamos por ella, cuando estamos creciendo, mamá debe educarnos… y a nadie le gusta que lo limiten; de tal manera que la relación entre madres e hijas está cargada de sentimientos positivos y negativos. Cuando ella nos limitaba, prometíamos que no haríamos lo mismo, pero llegado el momento tenemos que hacerlo porque, al educar a nuestros hijos, acotamos su conducta y, aunque no nos guste, caemos en los patrones aprendidos durante la infancia.

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Si en un análisis actual, encuentras que tus ideas acerca de la educación chocan con lo que tu mamá hacía, he aquí algunas sugerencias que podrían ayudarte a resolver la situación.

  • Es completamente normal sonar y actuar como tu mamá, por más que te esfuerces en ser diferente.
  • Aunque suenes como tu mamá, no eres ella. Sí, tienes una carga genética y sí, has aprendido a imitarla. Pero ella no es la única persona con la que interactuaste a lo largo de tu vida y otras personas también han aportado para que tú seas la persona que eres hoy. Elige lo que te gusta, hónralo y consérvalo. Forma parte de ti.
  • Sé honesta contigo, no te engañes. Si encuentras algo que no te gusta, nada ganas con ocultarlo. Y si algo no te gusta, recuerda que no estás atrapada, que tienes opciones; el primer paso es reconocer aquello que quieres cambiar. Aún los pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.
  • Rechaza las acciones, no a la persona. Si no te gusta algo de lo que ella hacía, cámbialo; si ella castigaba y tú no estás de acuerdo con los castigos, simplemente no castigues.
  • El problema no es cuando reconoces que estás a punto de hacer lo que hacía tu mamá, sino cuando no te das cuenta. Cuando estás intentando hacer cambios, es importante estar alerta y detectarlos.
  • Platica con tu pareja, es tu mejor espejo. Si estás abierta y él lo hace con respeto, podrá ayudarte a detectar aquellos aspectos en donde estás actuando como tu madre y que no son del todo aceptables para ustedes.
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Y, finalmente, recuerda que también tus hijos te van a imitar, que habrá cosas tuyas que les gusten, pero que aunque des lo mejor de ti, ellos también te van a criticar… es parte de la vida

Nancy Steinberg
@doctora_nancy
midoctoranancy.com
midoctoranancy@gmail.com
5294-0354

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