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Body positive: ¿Por qué enseñarle a tu hija a amar su cuerpo?

La importancia de hacer sentir a tu hija, desde que es pequeña, que el amor propio es una prioridad. Conoce qué es el movimiento body positive.

El “Body Positive” es un movimiento global, que se identifica con el “feminismo”, a través del cual se reconoce o se acepta, de manera “positiva” el cuerpo que tenemos para estar satisfechas con él, es decir; vivir cómodas en nuestra piel. El lema principal es: “Mi cuerpo, mis reglas “(My body, my rules”). La intención principal es liberarnos de complejos y de condicionamientos sociales sobre como debe de lucir un cuerpo femenino.

Este movimiento tiene todo que ver con el “amor propio”, este amor genuino y no siempre disponible en todas las personas para querernos y aceptarnos, aplicado a nuestra esencia más
profunda y en nuestra representación más mundana: nuestro cuerpo. Resulta que muchas
mujeres hoy se han identificado con estos movimientos y lo fomentan alrededor del mundo para que cualquiera que sea tu talla, tu peso, tu forma corporal, tus medidas y proporciones o tu color de piel, ojos o pelo, estén bien y te sientas feliz de ser quién eres. Esto se ha extendido para incluir a personas con heridas, quemaduras, cicatrices, disparidades, etc., y/o cualquier característica que te haga “diferente” al estándar de belleza.

El tema es que NO todas las mujeres lo viven con esa certeza y muchas de ellas sufren (y mucho), justo por NO estar felices con su cuerpo, y existe un auto rechazo que impide sentir amor propio y eso muchas veces lleva a conductas extremas que pueden incluso poner en peligro la vida (cirugías estéticas extremas, cambios de conductas alimentarias, etc). Estos me lleva a reflexionar que todo lo anterior, lo positivo y lo negativo tienen un origen, y este reside en la manera en que educamos a las niñas (también a los niños).

Expertos en el tema sugieren que más allá de solucionar la NO aceptación del cuerpo, evitar que se dé esa situación de rechazo es mucho más efectivo, y esto tiene todo que ver con la consciencia corporal que tenemos las mamás y la que generamos en nuestras hijas sobre sus cuerpos. Mucho se ha estudiado sobre mujeres que sufren manteniendo un peso o una talla o una buena relación con su propia imagen, muchas de ellas fueron niñas sometidas a ciertas expectativas de belleza: para estar estables en ciertos kilos, alcanzar o no rebasar cierta talla, mantener cierto color o textura de cabello etc., muy de la mano con la conducta que sus propias madres tienen o tenían ellas mismas.

Aquí va de nuez el “niña ve, niña hace”… si yo, mamá, estoy eternamente obsesionada con mi peso, mi figura, mi apariencia y hago de todo por modificarla o mantenerla, incluso a costa de mi propia salud o felicidad; si soy capaz de llevar a mi casa y a la mesa mis dietas y tratamientos
extremos y expreso con facilidad rechazo a mi apariencia y aspecto y al de otras personas, o de mis hijos; es claro que yo estoy siendo el origen del problema.

En este movimiento hay algo de negativo y es que ha desviado de su idea original y hoy se encuentra en los extremos: a veces se interpreta como que rechaza totalmente el estilo de vida saludable (tan importante a ultimas fechas), y que fomenta los hábitos que propician el exceso de peso o la obesidad, y siendo un extremo no puede ser bueno. La anorexia toma vidas, la obesidad también, en ninguno de ambos casos las personas son saludables y esa falta de salud fisiológica a veces trae consigo padecimientos que afectan la salud mental.

También existe el ingrediente de los medios y de las redes sociales que nos muestran
constantemente figuras que aparentan ser “perfectas” en todos los ámbitos: físico, mental,
emocional, sexual, económico, familiar, etcétera.

Vemos por todos lados personas con cuerpos perfectos, caras perfectas, parejas e hijos perfectos, casas perfectas, ¡¡Felices totales!!! Es difícil sentir que perteneces a ese mundo perfecto si tu vida está muy lejos de serlo… Tristemente, niñas y adolescentes están expuestas a la misma información, pero quizá no tengan el criterio suficiente para analizar que pocas veces es real, y que la belleza y la felicidad no son condiciones ni permanentes, ni exclusivas, ni excluyentes de nada ni de nadie… Y que en las redes sociales se capturan momentos aislados y no vidas.

Ni la delgadez extrema ni la obesidad pueden ser metas en la vida de un niño o de una niña, (en general es mas un tema de mujeres); un peso adecuado a nuestra talla es uno de los elementos principales para tener una buena salud. NO es por estética es por salud, y si hay que hacer algún cambio o ajuste en nuestra apariencia (que también está bien), es mejor que suceda desde el amor y no desde el odio.

NO está mal querernos ver mejor y hacer por lograrlo: bajar o subir de peso, tonificar alguna parte de nuestro cuerpo, pintarnos el cabello, jugar con nuestra apariencia, pero porque estamos experimentando, porque queremos vernos algo distintas, a veces es una necesidad; otras una elección; pero que sea desde el amor a mi persona y que eso sea lo que proyecte yo a mis hijos. Me quiero, me cuido. Cuido de mi cuerpo, me sirve, lo respeto, lo agradezco, lo amo.

Enseñar a las niñas desde pequeñas a estar felices y agradecidas con su cuerpo y conformes con su aspecto es la raíz del cambio. Puede ser la solución a un sin número de problemas de autoestima y de inseguridad en la edad adulta. Todos queremos hijos felices y parte de esa felicidad es cultivar el amor propio dejando de darle peso al aspecto de las personas y dando valor a la esencia, valores, personalidad, logros, ideas, etc., de cada quien. Claro que podemos reconocer la belleza, pero no debemos de hacer de ella el tema central en el supuesto valor de un niño o de una niña.

Ningún niño debería de sentir jamás que vale por como se ve, sino por quién es. No condicionemos mas esas conductas ligando la apariencia a las formas de amar. El ser humano tiene todo el derecho desde el nacimiento para amar y ser amado ya para ser y sentirse feliz. Es muy importante transmitir a los niños en la crianza que el cuerpo es perfecto como es y que hay que cuidarlo, y que si tenemos “algo” que nos hace distintos a los demás es algo valioso y no algo que debemos ocultar o que nos haga sentir avergonzados.

El body positive lo podemos incorporar a la crianza sin que esté sujeto a cierta edad, haciendo sentir a nuestros hijos seguros, ciertos, a que tengan una consciencia corporal saludable y amorosa con ellos mismo y nosotras como sus madres con nuestros propios cuerpos. Un niño bien amado, será un adulto que sabe amar, pero sobre todo que sabe amarse.

Ilustración de portada: @catoduys.art

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