Los niños que crecen bajo un ambiente lleno de angustia desarrollan un cerebro bajo la influencia de la ansiedad que afecta su salud, estados de ánimo y procesos de memoria y atención.
La ansiedad esta ligada a una parte del cerebro que detecta peligro o problemas. Dedicarle tiempo a revisar todo lo que no se soluciona, los pendientes o lo que no sale bien, nos genera un estado de ánimo de alerta mental y nos desconecta del plano emocional que se liga al cariño, la ternura, el placer y el descanso.
Cuando esto se vuelve cotidiano, tus hijos aprenden a vivir preparados para reaccionar como si vivieran en un constante ataque o para defenderse de su medio. Además crecerán esperando lo peor de su medio ambiente y pensando que las personas a su alrededor los agredan.
Si tienes dificultades económicas o problemas de pareja, vivirás en una situación de amenaza y desconfianza; las situaciones de violencia o infidelidad pueden generar que tú o tu hijo vivan inseguridad y miedo. Estos casos provocan respuestas reactivas y los niños fácilmente se van a crecer con enojo, berrinches, aislamiento o hipersensibilidad; estas respuestas vienen del cerebro en donde únicamente atacas, huyes o te congelas.
Así como un adulto es un ser humano lleno de ansiedad que necesita apoyo y contención, un niño en estas condiciones necesita la seguridad de un adulto que lo tranquilice y le asegure que todo va a estar bien.
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Desafortunadamente, muchas veces ni el niño ni el adulto saben cómo lidiar con esta situación y se genera mayor caos. ¿Entonces qué puedes hacer para controlar el estrés?
- Aprende a detectar de dónde viene el estrés
- Conoce y prueba con dos tipos de respiración en momentos críticos
- Nombra la emoción y descubre en dónde la sientes
- Ubica en una escala del 1-10 la intensidad del síntoma
Tener un cerebro afectado por situaciones de estrés cambia la química de nuestro cuerpo y afecta el procesos de aprendizaje en los niños. Un cerebro irritado no puede sostener periodos de atención mayores a cinco minutos, entonces la memoria se ve afectada pues se interrumpe por los pensamientos de angustia que aprendimos a tener por la conducta de nuestros padres. Vivir con una descarga constante de adrenalina en el cuerpo va a afectar tu salud, provocando dolores de estómago, reacciones en la piel, constante movimiento en brazos y piernas, o dificultad para conciliar el sueño.
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