Es la última vez que tendrás que fingir un orgasmo
Que algunas fingen en la intimidad no es leyenda urbana. De acuerdo con una investigación del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), de mil mexicanas encuestadas la mitad dijo nunca o rara vez alcanzar el orgasmo en sus encuentros sexuales.
Por su parte, la Universidad de Indiana publicó en la más reciente Encuesta Nacional de Salud y Comportamiento Sexual de Estados Unidos (NSSHB por sus siglas en inglés) que 85% de los hombres reportó presenciar al clímax de su pareja mientras que sólo 64% de ellas lo confirmó. ¿Coincidencia?
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Por qué fingimos?
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Lo aprendimos de las amigas, nos lo aconsejaron nuestras madres, es una costumbre transmitida de generación en generación o forma parte de algún código escrito en ninguna parte. Nadie lo sabe. Aparentemente no hay una explicación sencilla para que este fenómeno sea repetido por un porcentaje tan alto.
En un estudio de los académicos Gayle Brewer de la University of Central Lancashire y Colin Hendrie de la University of Leeds, ambas en el Reino Unido, se encontró que los incontrolables gemidos son muchas veces actuados como manipulación, más que como una expresión directa de excitación.
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Al someter a 71 mujeres de entre 18 y 48 años de edad a una serie de preguntas, encontraron que 66% usaban estas vocalizaciones para “acelerar” la eyaculación debido a que sentían aburrimiento, fatiga o incomodidad. Por otro lado, 92% sintió que así también elevaban la autoestima del otro.
Un estudio concluyó que las mujeres fingen porque los hombres sienten la obligación de no detenerse hasta que ellas llegan al clímax.
El culto orgásmico
De acuerdo con Sallie Foley en su libro Sex Matters for Women, nuestra sociedad tiende a situarlo en el centro de la sexualidad tanto femenina como masculina: “¿Llegaste? ¿Estuvo bien? ¿Tuviste muchos? Preguntas como éstas reflejan la llamada ‘tiranía del orgasmo’”. Por lo general, la respuesta sexual es definida en términos de un modelo que comprende deseo, excitación, meseta, clímax y resolución, el cual describe las respuestas biológicas pero implica que cada fase necesariamente conduce a la siguiente y el punto álgido es el final esperado.
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¿Sabías que 1 de cada 4 mujeres tiene dificultades para llegar al orgasmo?
No más mentiras
A continuación te decimos por qué dejar de pretender y cuántas cosas podrás ganar al hacerlo.
1 Acabas con el malentendido
Además de que es difícil hacer ruidos cuando en realidad estás aburrida o no te sientes cómoda, también le transmites información errónea a él, quien piensa que la actividad que acaban de tener es placentera y deberían repetirla la próxima vez.
Como mencionábamos, el sentido de las relaciones sexuales no es llegar a una meta sino disfrutar; y como nadie ha aprendido a leer la mente, es necesario que haya comunicación sincera en ambas direcciones.
2 Combates la culpa de raíz
Quizá eres muy buena madre, una gran ama de casa, excelente esposa y amiga, pero en la intimidad no puedes responder a los esfuerzos que hace tu esposo, lo cual a menudo te hace sentir una enorme carga porque sientes que la estás engañando.
Es como si multiplicaras las emociones negativas: para empezar te sientes frustrada por no poder “llegar al final” y para “no dañarlo” o despertar sospechas de que no te está “cumpliendo”, te sientes obligada a seguir con el guión, lo cual tampoco te hace sentir satisfecha porque estás consciente de que no es algo auténtico.
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3 Descubres la responsabilidad mutua
Hay cuestiones que no te corresponden como la falta de destreza, cuidado o interés de tu compañero y eso abre la posibilidad de que el hecho de que no alcances esos segundos supremos, no tiene que ver sólo contigo. Los hombres suelen creer que la penetración satisface automáticamente a la mujer porque desconocen que esta técnica puede resultar insuficiente. Te corresponde a ti sacarlo del error. Exige tu orgasmo.
66% usan los gemidos para acelerar la eyaculación porque se sienten aburridas, fatigadas o incómodas
4 Enfrentas los motivos
Hay que escarbar para saber si tu incapacidad de tener un orgasmo es de toda la vida o apareció tras un periodo de normalidad. Tal vez es independiente a las circunstancias y del método de estimulación o sólo te afectan ciertas situaciones. Sin importar cuál sea tu caso, si sigues pretendiendo que todo está bien, será muy difícil dar con la causa y por lo tanto tal vez no tengas la oportunidad de resolverlo.
5 Puedes enfocarte en ti misma
Gran parte del conflicto se debe a que en cuanto a prácticas sexuales, nuestra cultura privilegia sólo a “las chispas y estrellas” y en especial a las del hombre. Si tu interés en tenerlos obedece básicamente al deseo de mantenerlo feliz, además de sobredimensionar su papel estás dejando en último lugar el placer propio.
Ahora sólo hace falta que comiences a dar los primeros pasos y le reveles qué es eso que te da la satisfacción que necesitas.