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10 mandamientos para hacer de tu hijo un «tiranito»

Descubre lo que no debes hacer para no convertir a tu bebé ¡en un tirano!

Y ¿por qué no? El privilegio de traer una criatura al mundo es una experiencia incomparable, difícilmente podrías describirla con todos los adjetivos del diccionario. Quedas en un estado de felicidad que no se parece a nada, sobre todo, si fue complicado lograr ese nacimiento.

Hasta aquí bien, todo normal y “válido”, pero la cosa se complica cuando conviertes a ese bebé maravilloso en un pequeño dios. Cuando sus designios se vuelven inexorables e incuestionables, el mínimo capricho se le cumple y todo en él es sagrado ¡hasta sus berrinches!

No te obsesiones con él
Ese niño adorable es un ser humano. Es triste, pero así es: no es divino, aunque a ti te lo parezca, y lo que sí puedes conseguir fácilmente es convertirlo en un monstruo al que siempre tendrás que darle más: atención, amor, juguetes, mimos, entretenimiento.

¿Amarlo? Desde luego pero “endiosarte», no te lo recomiendo porque pronto lograrás que las amigas con quienes compartías reuniones te eviten; que tu familia se aleje porque tu bebé les taladra los oídos cuando berrea a todo pulmón porque le niegan algo; interrumpe todo intento de plática adulta a gritos y llora a la mínima falta de atención.

Si eres fan de todos los psicólogos de moda que te amenazan con el trauma y el complejo como los Arcángeles del Señor con la espada flamígera a los pecadores, te vas a olvidar de educar y luego no lo vas a aguantar.

10 mandamientos para fabricar un monstruo



Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.

Si quieres competir con el doctor Frankenstein y crear uno que sufre porque nadie lo quiere, algunos de estos consejos te pueden ser útiles:

  1. Convierte tu casa en una “bebearquía” donde reina un monarca llamado bebé
  2. Dale la razón en todo
  3. Cumple todos sus deseos y sus caprichos
  4. Enséñale que gritando logra más atención
  5. Celebra todas sus gracias, incluida la ruptura de objetos de valor
  6. Regálale juguetes ruidosos, de preferencia de percusión
  7. Complácelo cada vez que haga un berrinche
  8. Convéncete de que los demás también adoran a tu bebé, haga lo que haga
  9. Tolérale todo, jamás se te ocurra corregirlo
  10. Apóyalo cuando interrumpe a los adultos para que le hagan caso

Es una receta cuyo éxito puedes comprobar con sólo echar una mirada en lugares públicos, donde los adultos presentes pasan a ser meras comparsas o simple auditorio que sólo sirve para aplaudir al pequeño rey.

¿Educarlo? ¡Pero si sólo es un bebé!
Así opinan muchas mamás en éxtasis. Educar les parece algo muy duro, muy severo; en todo caso, es algo que debe comenzar mucho después, en una fecha abstracta y perdida por ahí que desconocen o quieren ignorar.

¡No te horrorices! Esto no significa pegar, castigar, lastimar ni maltratar. Es ir imponiendo límites –pequeños al principio– para ayudarlo a caminar con seguridad por el mundo durante su vida.

Los peligros de no tener límites están a la vista en muchos de los problemas que aquejan a la sociedad, como no respetar la ley ni la autoridad, no aceptar imposiciones no forma seres libres sino libertinos. También puede crear inseguridad en el niño: carecer de lineamientos puede ser aterrador para él, y al no ser aceptada su conducta en el mundo exterior, no hará amigos fácilmente. Guiarse por sus propias fuerzas y juzgar lo bueno y lo malo con base en su pequeño y endeble criterio es muy amenazador para un bebé. Más adelante será el que no congenia con otros niños, el que se lleva mal con los maestros, y en casos extremos, el que no respeta la vida o la propiedad privada, igual que despreció las pertenencias y los derechos de los demás en su infancia.

¿Y dónde queda la pareja?
Si tienes la suerte de que comparta ese estado de éxtasis en el que vives, la situación no es peligrosa para ustedes, pero si por el contrario tu pareja se desenvuelve en el mundo de los comunes mortales y además de su bebé, tiene otros intereses y simplemente aspira a que ustedes tres sean una familia, no un templo de adoración perpetua al rey.

Son muchas y graves las fracturas que esa adoración puede causar en su relación, al respecto comparto lo que me comentó un amigo que se divorció recientemente: “Perdí a mi compañera, ella formó un mundo aparte con nuestra hija; por más que se lo pedí, rehusó volver conmigo al ‘mundo adulto’” Ese que significa poder salir con amigos, ir al cine, a cenar, compartir los dos solos algún fin de semana y que no se puede eliminar en nombre del niño a menos que estés dispuesta a jugarte la relación.

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