1. La vida del bebé o del niño corre peligro inmediato. Ejemplos de esta situación son que no respire, que se encuentre en paro cardiorrespiratorio (el corazón no late y no respira), hemorragias externas o internas clasificadas como severas y mortales (pérdidas de más del 25% del volúmen sanguíneo), que los conductos respiratorios se encuentren totalmente obstruídos e impidan la oxigenación del cerebro.
En estas condiciones, la posibilidad de que el niño o bebé se recupere, depende inicialmente de la aplicación adecuada de los primeros auxilios por parte de sus padres, hermanos o la persona que se encuentre en ese momento presente. Adicionalmente resulta igualmente importante llamar a una ambulancia para que preste la atención médica prehospitalaria durante el traslado a la sala de urgencias del hospital.
Cuando en esta situación se realiza exclusivamente el traslado a la sala de urgencias del hospital sin la aplicación de los primeros auxilios, las posibilidades de recuperación son prácticamente inexistentes. Saber qué hacer en el momento puede hacer la diferencia en las posibilidades de sobrevivir y en su caso la calidad de vida y las secuelas.
2. La vida del bebé o del niño no corre peligro inmediato pero pudiera correrlo. Tal es el caso, por ejemplo, de traumatismos donde se sospechan lesiones en la columna vertebral, o fracturas en dos o más costillas, fracturas en las extremidades que pudieran afectar grandes vasos sanguíneos, hemorragias leves o moderadas que no se detienen, entre otros problemas y lesiones.
Estos problemas también requieren la aplicación inmediata de los primeros auxilios para evitar que el paciente se agrave. La ambulancia debe solicitarse tan pronto como se identifique el problema.
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3. La vida del bebé o del niño no corre peligro pero sí se encuentra en riesgo la función. Puede considerarse en este rubro el aplastamiento parcial de un dedo, la fractura de una extremidad sin aparente complicación, heridas donde se ha detenido la hemorragia pero son profundas y muy contaminadas.
Después de asegurar que efectivamente no hay ningún riesgo para la vida, la atención debe enfocarse en limitar al máximo los daños aplicando los primeros auxilios y esperando la ayuda profesional del servicio de atención prehospitalario (ambulancia).
4. Ni la vida del niño o el bebé ni la función de alguna de sus extremidades u órganos corre peligro pero ha existido una lesión y debe prevenirse cualquier complicación. Esta es la situación más frecuente de cuantas hemos enlistado. Algunos ejemplos son la presencia de heridas superficiales, quemaduras de primer grado, golpes contusos sin complicaciones pero donde se presenta inflamación y dolor, entre otras.
Los primeros auxilios en estas circunstancias pueden ser aplicados sin la presión del tiempo, que sí existe en las otras situaciones. La atención médica puede buscarse sin necesidad de requerir el traslado en una ambulancia.
Si tiene dudas respecto a la severidad del problema o si lo que ocurrió hace pensar que aunque aparentemente no haya lesiones serias podría haberlas, opta por solicitar una ambulancia.
La diferencia entre los grados de urgencia es importante. Distinguirla se logra con una capacitación adecuada que permitirá contar con las herramientas (de conocimiento y habilidad) para evaluar correctamente la situación.
Nunca debe perderse de vista que para cualquier caso las prioridades en la identificación y tratamiento de cualquier urgencia médica son:
- Que los conductos por donde pasa el aire se encuentren libres de cualquier obstrucción
- Que el niño o el bebé respire
- Que la respiración sea la adecuada
- Que el corazón lata
- Que la calidad de la circulación sea la adecuada
- Detener toda hemorragia externa