En la mayoría de los casos, estos síntomas se presentan únicamente durante el primer trimestre, pero en algunos hombres persiste durante toda la gestación. Los científicos tienden a explicar la existencia de estos síntomas por un “embarazo por imitación”.
Se han realizado estudios en los hombres “embarazados” que demuestran la existencia de una variación en los niveles hormonales, por ejemplo, de gonadotropina coriónica -la hormona del embarazo- y progesterona.
Los estudios de sangre en futuros padres revelan alteraciones en los niveles de prolactina, cortisol y testosterona, especialmente al ponerles una grabación con el llanto de un niño antes de tomar la muestra sanguínea.
Sin embargo, hay especialistas que atribuyen el Síndrome de Couvade al involucramiento del hombre en el embarazo, a una mimetización con su pareja, o bien, a la angustia propia de los cambios y responsabilidades que llegan con los hijos. Estas investigaciones señalan que el padre está en incertidumbre con situaciones como el cambio en la relación con la pareja, el nacimiento y el temor a no ser un buen padre.
El apoyo de la mujer gestante a su compañero en esta época de crisis es fundamental, pues es común que el hombre se sienta desplazado. Por lo tanto, hacerlo sentirse incluido y hacerle saber que será un excelente padre será de gran ayuda, ya que el embarazo es cosa de dos, una etapa en la que puede crecer la conexión emocional.
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Ya sea que los síntomas del embarazo en el hombre tengan un origen químico o psicológico, lo importante es que funcionan como catalizadores para reflexionar sobre su paternidad venidera. De hecho, en algunas culturas existe la costumbre de que el hombre simule las contracciones del trabajo de parto y guarde cama en el posparto como apoyo solidario hacia su pareja.