Te puede interesar: Crisis de identidad en la maternidad
El problema es que muchas veces se normaliza el cansancio extremo, la falta de espacio personal o el estar siempre «disponible». Pero tu cerebro también necesita pausas.
Sobreestimulación en mamás: lo que sí es
Es cuando recibes demasiados estímulos al mismo tiempo: ruidos, demandas emocionales, interrupciones, llantos, pantallas, tareas domésticas, pendientes del trabajo, etc. Tu sistema nervioso se satura y responde con irritabilidad, ansiedad, agotamiento o ganas de huir.
No es lo mismo estar cansada físicamente que estar sobrecargada sensorial y mentalmente. Y cuando esa sobrecarga se mantiene por días o semanas, puede afectar tu salud emocional, tu paciencia y hasta tu relación con tus hijos.
Lee: ¿Soy mala mamá si no me gusta jugar?

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir


Señales de que estás sobreestimulada
No necesitas estar llorando en el baño para darte cuenta. Algunas señales de sobreestimulación en mamás son:
- Te molesta el ruido aunque sea bajito.
- Reaccionas de forma intensa ante cosas mínimas.
- Te cuesta concentrarte.
- Evitas actividades sociales o conversaciones.
- Sientes que necesitas estar sola urgentemente.
- Todo te parece “demasiado”.
No eres débil, estás saturada
Hay una idea equivocada de que si no puedes con todo es porque “te falta aguante”. Pero en realidad, tu sistema nervioso no está diseñado para procesar tanto sin pausa.
Y ojo: esto no significa que no ames ser mamá o que no disfrutes a tus hijos. Pero incluso lo más hermoso puede cansar cuando no tienes momentos de recuperación.
Lee también: Salud mental en la maternidad
Bájale a la sobreestimulación
- Baja el ruido. Apaga la tele, pon música suave o quédate en silencio un rato. Aunque sea cinco minutos.
- Haz pausas intencionales. Una respiración profunda. Un vaso de agua. Ir al baño sin compañía. Suena básico, pero son microdescansos que tu mente agradece.
- Elimina lo que no es urgente. No tienes que contestar cada mensaje al momento. Ni terminar la casa como si fuera revista. Prioriza lo esencial.
- Pide ayuda. No todo tiene que pasar por ti. Delegar no es rendirse, es cuidarte.
- Identifica tus detonantes. ¿Es el ruido? ¿La falta de sueño? Conocer lo que más te altera te permite planear mejor tu día.
Ser mamá no debería sentirse como estar en modo alerta 24/7. Es importante que empieces a tratarte con la misma paciencia que tienes con tus hijos.