Eso también es aprender y eso también es neurodivergencia.
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¿Qué significa ser neurodivergente?
Ser neurodivergente no es tener “algo mal”. Es simplemente tener un cerebro que piensa, siente y aprende de otra forma.
Algunos niños tienen TDAH, otros autismo, dislexia, o simplemente procesan de otra manera con una sensibilidad diferente. Nuestros cerebros no son copias exactas; son redes únicas, llenas de conexiones que hacen que cada uno vea la vida con tonos distintos.
La escuela tradicional: un lugar que no le queda a todos
Por mucho tiempo, la escuela fue diseñada para un tipo de niño “promedio” o «normal» que aprende sentado, escucha sin interrumpir, entiende sin moverse, memoriza sin dudar.
Pero, ¿qué pasa con los demás?. Los niños neurodivergentes muchas veces son vistos como “difíciles” o “distraídos”, cuando en realidad, están tratando de entender y adaptarse en un entorno que no está hecho para ellos y no es que no puedan aprender, es que necesitan hacerlo de otro modo.
La educación inclusiva no se trata de “integrar”.
Se trata de transformar el salón de clases. La inclusión trata de que los maestros adapten la forma de enseñar para que todos aprendan mejor.
- Niños con dislexia pueden usar audiolibros.
- Los que tienen TDAH aprenden más si pueden moverse o manipular objetos.
- Los niños autistas florecen cuando el entorno es predecible y visual.
Y lo más bonito es cuando los demás niños también aprenden empatía, paciencia y cooperación.
Herramientas que ayudan
- Lenguaje visual: usar pictogramas, dibujos y colores.
- Rutinas claras: los niños neurodivergentes se sienten más seguros con estructura.
- Tiempo flexible: no todos procesan la información a la misma velocidad.
- Espacios tranquilos: un rincón del aula puede ser un refugio para calmarse.
- Tecnología amigable: tablets, teclados o apps de lectura pueden ser una ayuda, no una barrera.
