- Temas morales o religiosas: «el matrimonio es para siempre – en las buenas y en las malas»
- Por los sentimientos de culpa que produce «quitarles el papá a mis hijos»
- Temas económicos
- Razones sociales o temor al qué dirán.
- Por temor a lo que podría ocurrir si termina la relación – miedo a la soledad, a la pérdida de los amigos comunes, etc.
Sin importar cuál es la razón, si tú te sientes obligada/o a permanecer dentro de un mal matrimonio, lentamente comienzas a renunciar a quién realmente eres, para transformarte en alguien que a ti misma no te gusta.
Darte cuenta de este alejamiento de ti misma probablemente marca el momento de renunciar a un mal matrimonio – y de tomar la decisión de divorciarse.
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Si lamentablemente tú te estás preguntando «¿qué hago aquí?”, las siguientes ideas tal vez te puedan ayudar a moverte en la dirección correcta y saber si es momento de pedir el divorcio:
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
Haz una lista de los pros y los contras de tu matrimonio. Si al analizar encuentras que las cosas negativas superan a las positivas, ha llegado el momento de darte cuenta que no puedes seguir dentro de esta relación.
Claro está que esto no siempre significa que la única salida sea un divorcio. A veces es una señal de que deben llevarse a cabo cambios en la relación.
Puede ser una invitación para dialogar con tu pareja e intentar resolver sus diferencias y cuando esto no funciona, podría ser necesario recurrir a una terapia de pareja.
Una vez agotados todos estos recursos podría ser que el momento de iniciar un proceso de divorcio.
Además, toma en cuenta que «lo que no se vale en un matrimonio» es que tú:
• renuncies a tu forma de ser
• pierdas tu espontaneidad
• hagas a un lado tus propios sueños y metas personales
• dejes a un lado a tus amigos y familiares
• abandone tus intereses (sociales, personales, profesionales)
• renuncies a tus valores
• tengas que mentir por temor a causar el enojo del otro
• temas por tu seguridad personal y la de tus hijos
• te la vivas peleando, en especial peleas estériles, que no llevan a nada
Uno de los errores que muchas parejas cometen es centrar su atención en el otro, cuando en realidad, deberíamos dirigirla hacia nosotros mismos.
Enfoca tu atención hacia el interior, a la única que debes monitorear es a ti, a tu manera de responder ante los sucesos del exterior y ante las características del otro que a ti te agradan o desagradan. Sólo desde ahí podrás encontrar tus respuestas.