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Acompañar emocionalmente no significa permitir todo. Se trata de enseñar a sentir, reconocer, reparar y poner límites. Está bien que sientan enojo, tristeza, celos o frustración; lo que no está bien es usar esas emociones para agredir, excluir o humillar.
A veces, sin darte cuenta, puedes enviar mensajes contradictorios:
- “Déjalo, está enojado.”
- “Ya se le va a pasar.”
- “Es su forma de expresar sus emociones.”
Así, lo que empezó como una emoción natural termina convirtiéndose en una forma de relacionarse desde el daño. Un niño puede empujar, romper algo o excluir a otros, y un adolescente puede ignorar o excluir a alguien de un chat, solo porque se sintió molesto o herido.
Eso no es una forma sana de expresar emociones; es usar el enojo para ejercer poder o venganza. Si como adulto no intervienes, el mensaje que reciben es claro: “si estás enojado, puedes lastimar”.


Cómo acompañar con límites y empatía
Puedes decir:
- “Entiendo que te dolió lo que pasó, pero no puedes empujar, gritar ni dejar a alguien fuera del juego.”
- “Puedes estar enojado, pero no puedes lastimar ni excluir.”
Esto no reprime la emoción; la ordena. Cuando un niño o adolescente entiende que puede sentirse mal sin hacer sentir mal a otros, desarrolla autorregulación y empatía, habilidades que construyen vínculos sanos y duraderos.
Claves para enseñar manejo emocional
- Sentir no da permiso para dañar. Valida la emoción, pero no la conducta.
- Transforma el enojo. Dibujar, escribir, respirar o caminar ayuda a canalizarlo.
- Nombrar lo que sienten baja la intensidad. Decir “estoy enojado” ayuda al cerebro a calmarse.
- Reparar el daño también se aprende. Pedir perdón y buscar acciones positivas enseña responsabilidad emocional.
- Poner límites no contradice la crianza respetuosa. Amar con firmeza protege y guía.
Qué puedes hacer en casa:
- No normalices agresiones. Intervenir enseña responsabilidad.
- Evita el “ya se le pasará”. Trabaja la reparación emocional.
- Usa el “cuando…, entonces…”. Ejemplo: “Cuando te calmes, entonces hablamos de lo que te molestó.”
- Refuerza la empatía. Pregunta: “¿Cómo crees que se sintió tu compañero?”
- Modela la calma. Los niños aprenden más observando que escuchando.
Acompañar a tus hijos en el manejo de emociones desafiantes los ayuda a convertirse en adultos que saben vincularse sin herir, expresar sin destruir y liderar con empatía.