La forma en que tu hijo recibe amor desde que nace puede vacunarlo contra la ansiedad de adulto.
Mamás y papás que abrazan y besan a su bebé, que atienden sus necesidades y son cálidos y afectuosos con sus hijos ayudan a que se conviertan en adultos con alta autoestima, mejor desempeño en la escuela; serán niños con menos problemas emocionales y de conducta.
Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke en Estados Unidos, que siguió durante 30 años a 500 bebés mostró que cuando tenían 8 meses de edad los psicólogos observaron cómo interactuaban con sus mamás y les hicieron varias pruebas de desarrollo. El 6% de las mamás eran exageradamente cariñosas y el 85% expresaban su cariño de forma normal.
30 años después, los hijos de las mamás exageradas en el cariño tenían menos estrés y ansiedad, también mostraban menos hostilidad hacia los demás. Aparentemente, la hormona oxitocina tiene que ver con este resultado.
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La oxitocina se secreta a través del contacto físico, cuando una persona se siente amada y vinculada con otros, y ayuda al cerebro a tener emociones positivas. Otros estudios han confirmado que los niños que se sienten amados incondicionalmente por sus papás son más felices y tienen menos ansiedad.
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¿Cómo mostrarle ese amor tan grande que tienes a tu hijo? El contacto físico, piel con piel mientras es bebé es primordial, cárgalo, arrúllalo, dale masaje y conforme crece, abrázalo, dile todos los días cuánto lo amas y lo feliz que te hace ser su papá. Como afirma el neurólogo Jaime Romano, “nada forma tanto el cerebro de un niño que el sentir el amor de sus papás”.