La dislexia no es un obstáculo para aprender, sino una forma distinta en la que el cerebro interpreta las palabras y los sonidos. Los niños con dislexia pueden tener dificultades al leer o escribir, pero también destacan por su imaginación, creatividad y pensamiento visual.
Los niños con dislexia usan rutas cerebrales diferentes para procesar el lenguaje, lo que afecta habilidades como la memoria de trabajo, la coordinación ocular y la organización de ideas.
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Actividades multisensoriales: aprender con todos los sentidos
Las actividades que combinan ver, oír, tocar y moverse refuerzan la memoria visual y auditiva, mejoran la lectura y la escritura.
Algunas ideas prácticas son:
- Escribir letras con plastilina o harina
- Trazar palabras con el dedo sobre papel
- Cantar palabras o sílabas mientras las escriben
Actividades con ritmo y movimiento
El ritmo ayuda a la atención y a la lectura fluida. Los siguientes ejercicios refuerzan la coordinación motora y las conexiones cerebrales que intervienen en la lectura y escritura.
Juegos recomendados:
- Aplaudir sílabas al pronunciar palabras
- “Simón dice” con sonidos o letras
- Saltar o moverse cada vez que escuchen una letra específica
Escritura creativa: Usa la imaginación
La escritura que inventan los niños cuando escriben ayuda a que comprendan mejor la relación entre los sonidos y las letras.
Puedes probar:
- Escribir mini cuentos con dibujos
- Hacer cómics con frases simples
- Escribir palabras en colores o símbolos puedes destinar el color rojo a vocales y el azul para consonantes
Este tipo de ejercicios fomenta la reflexión lingüística y la motivación.
Leer sin presión
La lectura debe ser un momento de disfrute, no de frustración. Puedes usar el método de lectura en voz alta y usar imágenes para dar un mayor sentido al texto. para mejorar la fluidez, la comprensión y la motivación.
Tip. Puedes alternar la lectura una línea tú, una línea tu hijo, para reducir la presión y aumentar la confianza.
Familia y escuela: el mejor equipo
Los niños avanzan más cuando trabajan en equipo la familia, la escuela y especialistas. La falta de coordinación y apoyo entre padres, docentes y terapeutas retrasan los progresos, mientras que la comunicación constante mejora en el aprendizaje del niño.
Crea rutinas de estudio cortas de unos 10 a 15 minutos, motiva con refuerzos positivos y celebra cada pequeño logro.
