Últimamente en varias escuelas están usando algo llamado “Violentómetro”. Básicamente, es una herramienta visual que creó la SEP (Secretaría de Educación Pública en México) para ayudar a reconocer qué tan grave es una situación de violencia dentro de la escuela.
Ayuda a que no se trate igual una broma pesada que un caso de acoso, y que los adultos pueden saber cuándo prevenir, cuándo poner atención y cuándo es necesario intervenir.
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¿Cómo funciona?
El Violentómetro ayuda a identificar y clasificar las diferentes formas de violencia que pueden pasar en una escuela.
Cada color representa un nivel de riesgo o gravedad:
Verde: Todo está tranquilo. Aquí se promueve el respeto, la empatía y la buena convivencia. La idea es prevenir antes de que haya problemas.
Amarillo: Aquí, ya hay focos de alerta. Pueden aparecer burlas, exclusiones o pequeños pleitos. En este punto lo mejor es hablar, escuchar y acompañar para evitar que crezca.
Rojo: Es el nivel más serio. Aquí ya hay acoso, amenazas o agresiones físicas. En este caso sí se necesita la intervención de maestros, directivos o incluso autoridades externas.
¿Para qué sirve?
El objetivo no es castigar por castigar, sino:
- Prevenir antes de que el problema sea más grande.
- Crear una cultura de paz y empatía.
- Involucrar a toda la comunidad escolar: estudiantes, docentes y familias.
- Entender las causas del conflicto, no solo las consecuencias.
¿Por qué es importante?
En muchas escuelas, las señales de violencia se minimizan o se ignoran: empieza con una burla, con un apodo o dejando a alguien fuera del grupo… y si nadie actúa, eso puede terminar en acoso.
Con el Violentómetro, los maestros, las familias y los mismos alumnos pueden identificar esas señales desde el inicio y detenerlas a tiempo.
No es solo castigar
La idea es enseñar a resolver conflictos de forma humana: hablando, escuchando y entendiendo.
