Es cierto que llevar a cabo una escena de mímica o golpear una pelota no es lo mismo que resolver una ecuación matemática; la capacidad de usar el cuerpo para expresar una emoción, como en al bailar, practicar algún deporte, o diseñar un nuevo producto, es evidencia de las características cognitivas de uso corporal.
La inteligencia corporal nos permite gestionar nuestra fuerza, equilibrio, velocidad, coordinación y precisión, para así dar paso a la automatización y el aprendizaje de habilidades; por ejemplo, pararse sobre un solo pie, dar marometas, o simplemente quedarse quieto.
Además, la conexión entre mente y cuerpo mejora el nivel de autoconocimiento y autorregulación.
Un niño con esta inteligencia desarrollada encuentra en el movimiento una fuente de aprendizaje, necesita tocar, experimentar por él mismo para poner en sintonía todos sus sentidos.
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¿Cómo desarrollar la inteligencia corporal?
Desde bebé puedes dedicarle de 30 a 40 minutos en ejercitar su cuerpecito. Cuando tu pequeño comience a gatear o intentar pararse, anímalo con juguetes que lo ayuden a incrementar sus capacidades. Recuerda que no hay una edad fija para que tu bebé comience a gatear o caminar, puede comenzar a las 8 meses o hasta después de los 12 meses.
Para los niños es recomendable tener en casa hula hulas, cuerdas para saltar, pelotas, o música para jugar. Organiza una actividad diaria en casa, sesiones de baile, de yoga, o carreras de obstáculos. También pueden asistir a alguna actividad para aprender un deporte como nadar, futbol, o gimnasia.