Cuando piensas en el parto, probablemente te enfocas en el bebé, las contracciones o la epidural. Pero hay algo más que puede influir muchísimo: tu pelvis. Sí, ese conjunto de huesos que sostiene tu cuerpo tiene una forma específica y eso puede facilitar (o complicar) el camino del bebé. Por eso es importante conocer tu tipo de pelvis, para hacer un mejor plan de parto.
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Saber cuál es tu tipo de pelvis y cómo afecta el parto te da una idea más clara de lo que puedes esperar. Y no, no necesitas obsesionarte ni hacerte mil estudios, pero sí vale la pena preguntarle a tu gine o partera si ya tienen una idea del tipo de pelvis que tienes.
Los 4 tipos de pelvis: ¿cuál es la tuya?
1. Ginecoide
Es la más común en mujeres (alrededor del 50%). Tiene una forma redonda, lo que permite que el bebé baje con mayor facilidad. Es la que más se asocia con partos vaginales sin complicaciones.
2. Androide
Tiene una forma más parecida a la pelvis masculina: estrecha y en forma de corazón. Puede hacer que el parto vaginal sea más difícil y, en algunos casos, se recomienda una cesárea.
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3. Antropoide
Es más alargada de adelante hacia atrás. Aunque puede sonar raro, este tipo también suele permitir partos vaginales, especialmente si el bebé se acomoda bien.
4. Platipeloide
Es más ancha de lado a lado pero muy estrecha de adelante hacia atrás. Puede hacer que el encajamiento del bebé sea difícil, además de aumentar la probabilidad de que se necesite una cesárea o asistencia durante el parto.
Lo más común es que el ginecólogo lo determine en un examen físico en el embarazo o al revisar estudios como una pelvimetría (aunque no siempre se hace). En muchos casos, ni siquiera es necesario saberlo con exactitud, porque la evolución del trabajo de parto también depende de factores como el tamaño del bebé, la posición en la que está y la fuerza de tus contracciones.
¿Qué pasa si mi pelvis no es “ideal”?
Que no cunda el pánico. Tener una pelvis menos común no significa que tu parto será complicado. La pelvis es un conjunto de huesos que se adapta durante el parto. Además, las hormonas del embarazo como la relaxina ayudan a flexibilizar los ligamentos, lo que facilita el paso del bebé.
Y si en algún punto se considera que un parto vaginal no es la mejor opción, el equipo médico te lo hará saber. Lo importante es que estés informada, no alarmada.
La clave: estar preparada, no preocupada
Conocer tu tipo de pelvis no es una sentencia, es solo una pieza más del rompecabezas. Cada parto es diferente y, aunque la forma ósea tiene su peso, hay muchas otras cosas que influyen: tu estado emocional, tu movilidad, el acompañamiento que tengas y la atención que recibas.