La hipertensión se clasifica en: transitoria, crónica, preeclampsia y eclampsia, preeclampsia complicada con hipertensión crónica e hipertensión no clasificada. La forma crónica se define como presión sistólica (la más alta después de que el corazón se contrae) de 140 mm de mercurio (mm Hg) o mayor y presión diastólica (la más baja después de que el corazón se expande) de 90 mmHg o mayor. La elevación de la presión sanguínea que se presenta durante el embarazo y persiste más allá del día 42 posparto, también se clasifica como hipertensión crónica. La preeclampsia se diagnostica después de la semana 20 de gestación y puede considerarse leve o grave, aunque en ambos casos debe considerarse peligrosa para la madre y el feto.
La preeclampsia leve se caracteriza por:
- Elevación de la presión sanguínea anterior a la semana 20 de gestación, de por lo menos 30 mm Hg sistólica o 15 mm Hg diastólica (en caso de desconocer la presión sanguínea anterior, un nivel de 140/90 mm Hg después de la 20ª semana) en dos ocasiones separadas por lo menos por seis horas
- Excreción de tres gramos o más de proteína en la orina durante un periodo de 24 horas
- Inflamación evidente o aumento rápido de peso como resultado de la retención de líquidos. La coagulación y las alteraciones de la función hepática son menos comunes pero se consideran extremadamente graves
La preeclampsia aguda se define como la presencia de cualquiera de los siguientes síntomas después de la semana 20 de gestación:
- Presión sistólica de 160 mm Hg o mayor, diastólica de 110 mm Hg o mayor en dos o más ocasiones separados por lo menos con seis horas
- Excreción de cinco gramos o más de proteína en orina dentro de un lapso de 24 horas
- Reducción de la cantidad de orina normalmente excretada (500 mL o menos en 24 horas)
- Alteraciones cerebrales o de la visión
- Dolor epigástrico y edema pulmonar o cianosis (aspecto violáceo o azulado de la piel)
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