La investigación, publicada en la revista Environment International, probó que la contaminación retrasa hasta dos meses el desarrollo cognitivo de los bebés.
Dicho estudio arrojó conclusiones parecidas a las de las investigaciones del proyecto Breathe, en el que también se demostró que la contaminación daña la capacidad cognitiva de los niños. Así, los días en que los menores están expuestos a mayores índices de polución, tienen un retraso de un mes en la mejora natural de su velocidad de respuesta. “Queríamos ver si los niños expuestos a más contaminación tenían peor capacidad de atención y estábamos en lo cierto”, explica Mònica Guxens, coordinadora del estudio.
Los resultados de las dos investigaciones han probado una relación entre la exposición a la contaminación (especialmente por agentes provocados por el exceso de automóviles) y un menor desarrollo en la capacidad de atención de los niños.
Aunque los niveles de contaminación detectados eran similares en la etapa prenatal y postnatal, los investigadores sospechan que el impacto más grave puede ser durante el embarazo.
“El cerebro se está desarrollando, tiene gran plasticidad en la etapa prenatal, y si hay algún daño no se puede reparar”, apunta Guxens. Con todo, los expertos todavía no se atreven a concretar el impacto futuro de esa pérdida de capacidad de atención. “Se piensa que tendrán más problemas de concentración”, añade la investigadora.
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