Incompetencia ítsmico-cervical
Durante el embarazo, el cervix (conocido también como “cuello del útero” por estar ubicado en la parte inferior de éste) permanece cerrado hasta que llega el momento del parto, cuando se dilata diez centímetros para permitir la salida del bebé. Pero cuando se tiene incompetencia ístmico-cervical, el cervix se dilata antes de tiempo, normalmente entre la semana 14 y la 17, haciendo que las membranas se deslicen hacia la vagina y se rompan, con el consecuente nacimiento prematuro del bebé. Algunas señales de alerta son la sensación de pesadez pélvica o presión en el abdomen y sangrado.
El riesgo en este caso es que las mujeres no suelen tener síntomas previos ni contracciones, por lo que sólo puede prevenirse por medio del seguimiento que da el ginecólogo durante las visitas prenatales. El tratamiento consiste en el cerclaje, el cual consiste en insertar un hilo no absorbible alrededor del cervix para cerrarlo y así dar un soporte artificial al músculo; este apoyo artificial es removido una semana antes del parto. El cerclaje se realiza generalmente entre las semanas 15 y 17 de gestación, aunque en ocasiones se puede efectuar más tarde como un procedimiento de emergencia.
Preeclampsia
Es una condición asintomática que se da sólo durante el embarazo y consiste en una elevada presión sanguínea y la presencia de proteína en la orina, que puede ir acompañada de edema (hinchazón de extremidades y cara). La preeclampsia puede aparecer a partir de la semana 20 de embarazo y se estima que afecta al 7% de casos, especialmente los primerizos y los múltiples (gemelos o más). Puede ir desde una condición leve o severa y sólo desaparece con el fin del embarazo. La preeclampsia afecta la bebé porque puede ocasionar un parto prematuro o que el bebé tenga una talla menor a la de su edad gestacional (por un menor abastecimiento de sangre a la placenta).
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El médico notará un incremento paulatino de la presión sanguínea así como hinchazón repentina de extremidades y cara en las consultas de rutina, además de que en los análisis de orina se detectará la presencia de proteína. Aunque los síntomas anteriores son los más importantes, también se pueden combinar con otros como dolores de cabeza que no desaparecen con medicamentos, dolor cerca del hígado, visión borrosa o con manchas, náusea y vómito y aumento de peso de hasta 2.5 kilos en una semana. Se puede prevenir con visitas prenatales regulares.
Incompatibilidad de Rh
Ocurre cuando el tipo de sangre de la madre es Rh negativo y la de su bebé es Rh positivo, factor heredado del padre. Normalmente esta incompatibilidad no ocasiona problemas en el primer embarazo, pero si por algún motivo la sangre del bebé y de la madre se mezclan, el organismo de la mamá puede crear anticuerpos para el factor Rh de su hijo, y esos anticuerpos pueden en un segundo embarazo (con un bebé Rh positivo) traspasar la placenta, entrar al sistema circulatorio del nuevo bebé y comenzar a destruir sus glóbulos rojos.
En caso de que se desarrollen anticuerpos, el bebé puede desarrollar anemia dentro del útero, que en el peor de los casos requerirá de una transfusión sanguínea intrauterina. También puede causar enfermedad hemolítica en los recién nacidos, que en casos graves puede poner su vida en riesgo. Existe una vacuna que ayuda a evitar el rechazo del organismo de la mamá hacia el de su bebé, pero si ya se han producido los anticuerpos esta vacuna no será efectiva, por lo que la madre deberá ser monitoreada con frecuencia.
Placenta previa
Es la implantación de la placenta en la parte baja del útero, lo que bloquea el cervix. La placenta previa puede producirse de tres maneras: marginal (ubicándose cerca del cuello uterino, pero sin obstruirlo), parcial (cubre parte de la abertura cervical) y completa (cubre toda la apertura cervical). Esta condición ocasiona que durante el parto el bebé no pueda pasar por el conducto cervical sin romper previamente la placenta, afectando así su propio abastecimiento de sangre y provocando una hemorragia severa en la mamá.
Aunque en algunas mujeres esta condición puede ser inofensiva (de 7 a 30% no tiene sangrado), la placenta previa suele provocar fuertes hemorragias a partir de la semana 20, poniendo en riesgo tanto a la madre como al bebé.
Una señal de alerta es el sangrado vaginal indoloro color rojo intenso y sangrado después de las relaciones sexuales. Habitualmente se recomienda reposo absoluto, evitando las relaciones sexuales, y se realizan exámenes internos. Se puede prevenir con visitas prenatales frecuentes, ya que esta condición se diagnostica con ultrasonido desde el segundo trimestre.