Crédito: Fachada del hospital de Cruces de Barakaldo Archivo
“La muerte de los niños no entienden de horarios”: el pediatra, Jesús Sánchez Etxaniz, que acompañó a una niña hasta el final, aunque eso le costara un castigoCuando una niña de 4 años estaba viviendo sus últimos días, el doctor Jesús Sánchez Etxaniz no pensó en un horario de trabajo. No pensó si era fin de semana, ni si estaba fuera del reglamento. Pensó en ella. En su familia. En hacer que ese momento fuera lo menos doloroso posible.
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El error del pediatra pediatra Jesús Sánchez Etxaniz
Jesús es pediatra en el Hospital de Cruces, en Barakaldo (Euskadi), y lleva más de una década cuidando de niños en cuidados paliativos. Lo hace con una vocación que va más allá de lo que marca un turno. Por eso, cuando supo que esa pequeña necesitaba acompañamiento, no dudó en estar presente. La visitó fuera de su horario laboral, usando recursos del hospital, como lo ha hecho muchas veces a lo largo de los años.
Lo que no esperaba era lo que vino después: una advertencia formal de sus superiores por haber hecho algo tan humano. Le dijeron que no podía estar “en la calle” con los recursos del hospital sin permiso.

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Conmovido y también dolido, Jesús compartió su experiencia en redes. Y sus palabras fueron claras y poderosas:
“La muerte de los niños no entiende de horarios.”
Con ese mensaje, en pocas horas, miles de personas mostraron su apoyo, incluyendo a profesionales de salud, madres, padres y ciudadanos comunes que simplemente no entendían cómo alguien podía ser reprendido por acompañar a una niña en su despedida.
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Lo que siguió fue un movimiento. El Departamento de Salud del País Vasco reaccionó y anunció que va a crear una estructura especializada para atender a niños en cuidados paliativos los 7 días de la semana, las 24 horas. Algo que, hasta ahora, no existía de forma oficial.
Hoy, solo el Hospital de Cruces cuenta con un equipo específico para estos casos. En Álava y Gipuzkoa no hay personal especializado en cuidados paliativos pediátricos. Se calcula que cerca de 200 niños al año en Euskadi podrían necesitar este tipo de atención.
Jesús está ahora de baja médica, afectado emocionalmente por todo lo ocurrido. Pero su gesto, su humanidad, provocó un cambio que beneficiará a muchas familias.
Y nos deja una lección que, como mamás, papás y seres humanos, no deberíamos olvidar:
Acompañar a un niño en su dolor nunca debería ser motivo de castigo. Al contrario, debería ser un acto reconocido, protegido y aplaudido.