Si bien el problema con la educación inclusiva comienza justamente con el hecho de que las escuelas muchas veces no admiten a niños con discapacidades y neurodivergencias, el problema se extiende mucho más allá. Durante el Foro Habla 2024, que se llevó a cabo el 10 de junio en la Universidad de La Libertad en la Ciudad de México, se puso sobre la mesa la importancia de promover experiencias educativas significativas e inclusivas.
Pero, ¿por dónde empezamos? Es necesario entender el panorama primero.
Neurodiversidad y personas con discapacidad en México
«La gente es invisible porque no los quieren ver.» – Barbara Anderson.
La neurodiversidad se entiende como la manera en que las personas aprenden y procesan el mundo, cada una distinta, cada una divergente. Por otro lado, la discapacidad se refiere la condición que te impide llevar una vida estándar. Ambos términos son importantes en el objetivo de sensibilizar sobre las condiciones que son invisibilizadas en México, en cuanto a la educación se refiere.
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Según el INEGI, en México viven 127 millones de personas, de las cuales, el 15% sufren alguna discapacidad. De los 35 millones de estudiantes que hay en México, el 85% asisten a escuelas públicas y solo el 15% a instituciones particulares. Aproximadamente 1,600,000 estudiantes de entre 5 y 14 años viven con alguna discapacidad o condición mental limitante. El 75% no están diagnosticados.
El desconocimiento y la ignorancia de todo el sistema ha ocasionado un rezago educativo enorme, en donde solo el 1% de las personas con discapacidad llegan a la universidad.
Educación «sin restricciones»
Durante el Foro Habla 2024, las panelistas Barbara Anderson, periodista y autora de Los dos hemisferios de Luca; Doris González, psicóloga clínica especializada en educación inclusiva; y Lilian del Valle Chauvet, psicóloga especialista en Altas Capacidades, creadora de Psicopedagogía Sobresaliente, destacaron la importancia de tener una educación inclusiva «sin restricciones», es decir, combatir la discriminación que sufren los niños y los padres de familia que no son aceptados en las escuelas por su condición.
«No estamos capacitados» es la respuesta que más reciben los papás cuando quieren inscribir a su hijo a la escuela. Es por esta razón que se ven forzados a mentir y ocultar la condición de sus hijos para poder acceder a una educación. Lo que muchas veces no entendemos, es que no poder acceder a la educación significa no poder acceder a otros derechos cuando ese niño se vuelve adulto.
Barbara Anderson cuenta la historia de una mujer con sordera que fue llevada a la cárcel porque la única palabra que sabía decir era «sí». Así que, cuando los policías le preguntaron si estaba involucrada con el crimen organizado, ella solo pudo decir que sí. La ignorancia en torno a las personas con discapacidad ocasiona injusticias que pueden ser prevenidas desde el sistema educativo.
Inclusión, no rehabilitación
«La discapacidad está en nosotros, no en ellos.» – Barbara Anderson
El objetivo no es rehabilitar a los niños que sufren condiciones como Autismo, TDAH o discapacidades físicas como pérdida de la visión, sino incluirlos en las experiencias educativas. Las panelistas del Foro Habla 2024 explican que no se trata solamente del acceso físico a las escuelas, si no de la capacitación del docente e incluso la propia actitud de la institución, las personas involucradas, los propios niños e inclusive los padres de familia.
Destacan, que ni siquiera se necesita una capacitación especializada (aunque definitivamente sería beneficioso), sino de la propia empatía que se tiene hacia los niños. Se trata de preguntarle a los niños o a los padres: «¿qué necesita tu hijo?» Conocer a cada uno de ellos y tener la intención de hacerlos sentir parte del día a día escolar. Más que una capacitación, las panelistas hablan sobre la importancia de la sensibilización.
Tienen que «pasar cosas»
¿Y cómo se logra esta inclusión? Con consecuencias.
Barbara Anderson explica el peligro del «no pasa nada». Si un niño con autismo no pudo asistir a su graduación porque su maestra sombra estaba ocupada: «no pasa nada». No le pasa nada a los maestros que le prohibieron a los papás el acompañarlo, no pasa nada con la institución que decidió ignorar las necesidades de un estudiante. Ni tampoco «pasa nada» con todas las escuelas que no aceptan alumnos con discapacidad.
«Tienen que pasar cosas», destaca Anderson. Debe haber consecuencias para las escuelas, para los maestros y para todas las personas e instituciones involucradas en perpetuar esta invisibilidad y discriminación hacia las personas neurodivergentes o con discapacidades.
«Pesa más un gramo de hacer que una tonelada de decir.» – Barbara Anderson
La educación es un derecho, no un privilegio. Además de hablar sobre el derecho a la educación inclusiva para las personas con discapacidad, el Foro Habla 2024 sirvió para destacar la importancia de la experiencia educativa como tal. No solo se trata de aceptarlos en las escuelas, sino de incluirlos, hacerlos sentir parte y adaptarnos como docentes y padres de familia a lo que ellos necesitan.