Aman. Aman sin límite y de manera incondicional
Nunca se puede amar demasiado. Hay quien cree que, si amamos demasiado a nuestros hijos, los echamos a perder, pero si de algo estoy segura es que simplemente no es posible echar a perder a un hijo con amor. Con falta de amor, sí, eso sí. Lo que echa a perder es el amor mal entendido, cuando les damos cosas en lugar de amor: indulgencia, descalificación o cosas materiales.
Tratan a sus hijos con respeto
La mejor manera de conseguir que tus hijos te traten con respeto es tratarlos así. Un buen padre trata a su hijo con la misma cortesía con que trataría a los demás:
- Hablarle en forma educada
- Respetar su opinión
- Prestarle atención cuando habla
- Tratarlo amablemente
- Complacerlo cuando puedas
Recuerda que los niños tratan a los demás de la misma forma que sus padres los tratan a ellos.
Están presentes
Tienen tiempo para sus hijos. Sin importar qué tan ocupados están, se dan un lugar para pasar con ellos las actividades que disfrutan. Si tienen más de uno, le dan tiempo de calidad a cada crío encontrando la forma de construir una relación significativa. Recuerdo la conmovedora historia de un niño que le pide dinero su papá y lo va ahorrando, hasta juntar lo suficiente para comprar ¡una hora del tiempo de su papá! Si quieres ser un buen padre, reserva tiempo para tus hijos.
Están en los momentos importantes
Aunque ésta es una labor que, tradicionalmente, siempre ha llevado a cabo mamá, los buenos padres encuentran la forma de compartir los momentos importantes en la vida de sus hijos: el primer día de clases, un partido de fútbol o el recital de ballet. La vida está hecha del recuerdo de momentos importantes; quién estaba contigo forma parte de tus memorias.
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
Ayudan a sus hijos a prepararse para la vida
Entre los recuerdos que yo atesoro, los sábados después del desayuno, mi papá nos enseñaba a cepillarnos los dientes y a mi hermano a “rasurarse.” A veces se nos olvida que todas estas tareas que forman parte de nuestra cotidianidad son también una aventura de aprendizaje para los niños pequeños. Los buenos padres están presentes para enseñarlas a sus hijos a ir al baño, cepillarse los dientes correctamente, andar en bicicleta o anotar goles; pero también a afeitarse o a manejar un automóvil.
Comparten valores con mamá y, a través del ejemplo, dan enseñanzas de vida como aprender de los errores, reconocer cuando han hecho algo mal y aprender a pedir perdón. Todo esto dentro de un ambiente de amor y aceptación.
Desarrollan una comunicación fuerte
La comunicación es, en verdad, un camino de dos vías. Un buen padre la establece con sus hijos desde la más temprana edad; esto significa compartir con ellos sus propias vivencias personales, sentimientos y pensamientos; claro, a un nivel que el niño pueda comprender y sin abrumarlo. Tampoco se trata de esperar que te ayude a resolver tus problemas, sino que conozca quién eres, cómo piensas y cuáles son tus valores.
En muchas ocasiones, los padres creen que comunicarse es someter a los niños a una especie de interrogatorio: “cómo te fue,” “qué hicieron hoy”, etc. ¿Cómo puede un niño aprender a comunicar así? Para que aprenda a hacerlo, sus padres deben dar el ejemplo ¡comunicando!
El mensaje que tú quieres enviar es “no hay nada que tú puedas hacer por lo cual yo te dejaría de querer, prefiero saber lo que has hecho y, si estás metido en un problema, acompañarte para resolverlo.” Recuerda actuar acorde con este mensaje. Es imposible esperar que un adolescente te platique las dificultades que está experimentando si, desde pequeño, no ha aprendido que puede hablar contigo y recibir apoyo, no censura ni castigo.
La comunicación con los hijos debe ocurrir todos los días; elige el momento para preguntar cómo estuvo su día para tener la seguridad que tienes tiempo de escuchar su respuesta y un verdadero deseo de hacerlo. Así no será superficial y su respuesta tampoco. Ahora, comparte con ellos cómo estuvo TU día.
Planean vacaciones o viajes con sus hijos
Sí, yo sé que la mayoría debe trabajar durante las vacaciones escolares; pero un buen padre aparta un tiempo para ir a los viajes con sus hijos y, deseablemente, elige al menos un poco de tiempo para pasar a solas con ellos, sin su mamá.
No es raro entonces, que muchas instituciones religiosas, escuelas o movimientos como los Scouts organicen actividades en donde los papás puedan participar. Muchos tienen una especie de rutina anual con sus críos: irse a la final de un encuentro de fútbol, salir de pesca o incluso un campamento.
Muchas memorias de infancia giran alrededor de encuentros memorables con papá. Si te es posible, intenta integrar este tipo de experiencias a tu rutina familiar; la misma planificación de estos viajes y actividades puede ser divertida y enriquecedora.
Se toman un tiempo para ellos mismos
Es un error pensar que los intereses y necesidades de los hijos siempre deben anteponerse a los propios. Al subir a un avión, recibimos una información importante acerca de las mascarillas de oxígeno. Si ustedes recuerdan, el mensaje dice que “en caso de una emergencia, si viajas con un menor, debes asegurar primero tu mascarilla y después la de él.”
Con la vida sucede lo mismo. Aunque es muy importante estar presente para tus hijos, también lo es estar presente para ti. Los buenos padres parecen saber eso: con frecuencia seleccionan un poco de tiempo a diario, o por lo menos una vez a la semana, para dedicarla a sus propios intereses: correr por las mañanas, tomar una siesta o leer todas las noches antes de acostarse son buenos ejemplos.
Este “tiempo propio” les permite relajarse, recargar las baterías y estar listos para poder continuar dando a sus hijos el tiempo y la atención que ellos requieren. De hecho, si no hacemos esto, con frecuencia se acumula mucha molestia, cansancio e incluso rencor, pues, como les das todo, no te queda nada para ti. Esta es una factura que, tarde o temprano, pasas a tus hijos si no comprendes que cuidar de ellos no puede borrar la importancia de cuidarte tú también.
Puedes seleccionar un espacio en dónde estar contigo mismo y que ellos aprendan a reconocer; de esta forma, también estás dando una lección de respeto: cuando estás en tu propio espacio, no te pueden interrumpir. A menos, claro está, que ellos realmente te necesiten. También puedes aplicar esta enseñanza cuando ellos desean estar a solas consigo mismos.
Saben disciplinar
Los buenos padres establecen reglas claras y son consistentes; cuando un niño sabe lo que se espera de él, el mundo se vuelve predecible y esto le da seguridad. Además, cuando las reglas son claras, se fomenta la independencia del niño: saber hasta dónde puede llegar le enseña a medir el peligro y le da una gran libertad de acción.
Cuando hablamos de disciplina, la mayoría de las personas piensan en castigar; desde esta perspectiva, un buen padre sería aquel que sabe aplicar bien los castigos. En realidad no es castigar. La disciplina implica mucho más que eso: significa enseñar a los hijos a comprender la diferencia entre las conductas que son aceptables y aquellas que no lo son; a entender que toda conducta tiene una consecuencia y aprender a asumir nuestras acciones. Cuando los padres permiten que sus hijos las experimenten, los castigos no son necesarios.
Muy pocos papás dominan este arte. Desde el punto de vista de la disciplina, un buen padre es aquel que no castiga pero logra una convivencia armónica entre los miembros de su familia. Por supuesto, esto no quiere decir que permite que sus hijos hagan todo lo que se les da la gana.
Son pareja de su pareja
Otra de las características de los buenos padres es que presentan un “frente común” con su pareja; es decir: aunque pueden tener desacuerdos o discutir al momento de decidir las reglas que van a establecer en casa, frente a los niños las presentan y las aplican en forma de acuerdos. De esta forma, el niño sabe que, una vez que una regla se establece, papá y mamá las implementarán de la misma forma.
Y tú, ¿qué tan buen padre eres?
Si después de leer este artículo encuentras que hay algunas cosas que te gustaría cambiar, HOY es un buen momento para empezar. Si, por el contrario, encuentras que estás donde quieres estar como padre, ¡felicidades y buena suerte!
Por mi parte, yo invito a todos los padres a formar parte del Movimiento Prohibido Castigar ©.
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