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Palabras que dañan la autoestima de tu hijo

Evita decirle estas frases y educa a un niño emocionalmente sano.

Definitivamente la tarea de ser papás no es fácil. No sólo debemos preocuparnos por la salud y el bienestar físico de nuestros hijos, sino que además debemos hacer que crezcan emocionalmente sanos y felices. Como seres humanos que apenas están conociendo el mundo, nuestros hijos van construyendo su personalidad poco a poco y nosotros, que ya la tenemos definida, somos quienes les damos un ejemplo con nuestra conducta. La manera en que nos comportemos y los tratemos influirá en su forma de ser.

El vínculo padres- hijos hace que para ellos seamos un modelo a seguir, por lo que «todo» lo que les digamos será determinante para ellos. Somos su espejo y ellos creen todo lo que les decimos. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de lo que decimos y es cuando repetimos palabras y frases que se graban en su mente y van formando el concepto que tendrán de sobre ellos mismos.

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A veces pensamos que una simple palabra es inofensiva y que sirve para formar el carácter y la disciplina de nuestro hijo pero su poder es tal que, con decirlas una sola vez, podemos abrir una herida profunda que se va a reflejar en una autoestima baja. Las frases negativas producen sentimientos de culpa, temor y odio del niño hacia sus padres, hermanos y ellos mismos. Mientras que los halagos excesivos pueden hacer que el niño se sobre exija inconscientemente, disminuyendo su tolerancia a la frustración, sobre todo cuando entiende que no siempre era tan cierto lo que sus padres le decían.

Acción Frase Negativa Lo que debes hacer 
Etiquetar: las palabras de los padres son ley para los niños.
Si constantemente los etiquetamos, terminarán por creérselo.
Son una descripción de «lo que serán» aunque no lo sean.
Estas frases condicionan el comportamiento y crean sentimientos de inseguridad.
– ¡Eres el más guapo de todos!
– ¡Qué mentiroso eres!
– Creo que eres lindo.
– No puedo confiar en tu palabra si lo que dices no coincide con lo que haces.
Chantajear: con esto culpamos a los niños por actos ajenos a ellos y les hacemos creer que son responsables de todo lo negativo que sucede.
La culpa excesiva puede inhibir la adopción de decisiones y comportamientos autónomos, por miedo a ofendernos.
– ¡Me vas a matar de un infarto!
– Si te vas, te voy a extrañar y estaré muy triste.
– Discúlpame por haberte gritado.
Estoy muy cansada pero te prometo
que voy a controlar mi temperamento.
– ¡Diviértete!
Negar o condicionar el amor: si lo rechazas, pensará que no merece ser amado y ese sentimiento lo hará tener problemas al relacionarse.
Recuerda que ellos necesitan saber que sus papás
los aman y así crecerán fuertes y felices
– ¡Quítate! ¡No ves que estoy ocupada!
– ¡Me das vergüenza
– Demuéstrale tu amor siempre
con abrazos, besos, sonrisas, pero
también dile lo mucho que lo quieres.
Ser perfeccionista: al estar exigiéndole excesivamente, lo que estás diciéndole es que no es tan bueno y por eso debe mejorar. – ¿Sacaste 9? Seguro no estudiaste lo suficiente
– No quiero verte si no hay un 10 en ese examen.
– Muy bien! Veo que te esforzaste.
– Creo que debes estudiar un poco
más ¿qué piensas tú?
Comparar: con esto, sólo creas resentimiento y rivalidad entre tus hijos, tanto si las comparaciones son positivas como si son negativas. – Tu hermana estudiaba mucho a tu edad.
– Tú juegas mejor fútbol que tu hermano.
– Tus calificaciones son buenas.
Sigue estudiando.
– ¡Qué bien juegas fútbol!
Maldecir: este tipo de frases son agresiones verbales y se las estamos diciendo constantemente, su autoestima irá por el suelo. – ¡Maldito seas! ¿Por qué no puedes dejar tu cuarto en orden? – Este desorden me molesta.
Por favor ven a recoger tus cosas.
Humillar: si los humillamos se sienten torpes y tontos.
Si lo que queremos es que comprendan sus errores
lo que logramos es que se sientan muy tristes e inútiles; si lo hacemos en público, lo que lograremos es que sean retraídos e inseguros.
 – Es que ella es muy tonta…
– ¡Tan grande y todavía te orinas en la cama!
– Nunca humilles a tu hijo.
– No es tan fácil aprender a usar el baño, ¿no? Vamos intentarlo la próxima vez, ¿está bien?·
Amenazar: Las frases que significan peligro para el niño, generan inseguridad y miedo del mundo.
Si los amenazamos con abandonarlos, posiblemente fomentarás sentimientos de dependencia en sus relaciones personales.
– Si no vienes ahora mismo, voy a buscarte y ¡vas a ver! – Ven por favor, necesito hablar contigo.
Hacer predicciones negativas: si los niños sienten que sus padres no creen en ellos, seguramente
su actitud hacia la vida será pobre y poco decidida.
– Nunca triunfarás – Bueno, hoy no te fue muy bien pero yo sé
que puedes hacerlo.

 

Las frases que podemos utilizar para reemplazar a las que llamamos «negativas» son muy sencillas. Con ellas hacemos sentir a los niños que los comprendemos y entendemos. Son excelentes maneras de formar y fortalecer su autoestima, además de demostrarles que los amamos.



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