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No necesitas dejar de ser tú para amar a tus hijos

Brenda Acuña nos da una reflexión de la importancia de pasar tiempo de calidad con los hijos.

A veces la rutina nos absorbe, no nos detenemos a observar aquello que nos recarga de energía y dejamos pasar la oportunidad de sentir y vivir el hoy. He decidido detenerme, frenar el ritmo e ir lento, hoy decido que el presente es lo que tendrá mi atención y suelto las preocupaciones del futuro para enfocarme en lo bello de la maternidad. Hoy decido tomar la mano de mi hija y caminar…

Hoy quiero estrecharla en mis brazos antes de que como un suspiro, se vaya su infancia, quiero sentir su pequeño cuerpo cálido. Me voy a reír con ella, jugaremos más pues soy afortunada por tener el tiempo y su compañía para tomar un té que no existe en esas pequeñas tazas coloridas de plástico. Construiremos torres con miles de legos para enseñarle que sus metas pueden ser tan altas como esas torres y castillos que fabricamos. Compartiré con ella todo porque no me quiero perder nada, no quiero que la vida me tome desprevenida y no haberla disfrutado con ella por el temor a equivocarme.

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Hoy vamos a correr por el pasto y la dejaré que lo haga sin zapatos para que disfrute las texturas y se sienta liberada de las reglas. Vamos a cocinar tantos pasteles como podamos, disfrutaremos de comer juntas sin importar que ensucie el piso o la cocina.  Me preocuparé menos por el desorden, le pediré menos veces que se siente pues soy afortunada de la energía que de su cuerpo emana. Voy a mirar más esos ojos brillantes y la luz que irradia.

Hoy aprenderé que sus manos son pequeñas y no importa si tira el vaso con agua, que sus pies son pequeños y no necesita correr para seguir mi ritmo, aprenderé a caminar más lento para ir despacio y dejarnos fluir.

Hoy voy a besarla y decirle tantas veces sea posible lo mucho que la amo, entenderé que es una niña y le exigiré menos pues algún día será adulto y es ahora cuando podemos disfrutar de brincar en charcos, comer chocolate o reír fuerte. Le permitiré que llore pero siempre en mis brazos, que no guarde nada, la invitaré a expresarse sin temor a ser juzgada. No mitigaré su llanto, la tomaré en brazos y le diré que estoy con ella hoy y que así será mañana y siempre.



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Entenderé que nada de lo que hace es por molestar, que no es mi enemiga sino una parte de mí. Calmaré mis culpas para disfrutar más, sin darle vueltas a lo que ya está hecho, intentaré ser mejor cada día pues ella se lo merece, también lo merezco yo como mujer y madre. Voy a abrazar su cuerpo por la noches cuando busque mi calor y acurruque a mi lado, cantaré mil veces más las mismas canciones y contaré otra vez los mismos cuentos si es que a ella le hace feliz.

Hoy quiero disfrutar el tiempo con ella y cada etapa, entenderé que su presencia es invaluable y que su salud es una bendición. Le haré saber que mi decisión de ser madre implica compartir con ella y que no necesito alejarla para seguir siendo yo, pues yo decidí que formara parte de mi vida y su esencia es un regalo para mí. Voy a valorar el tiempo a su lado, sin verla como un impedimento para realizar mis sueños, pues ella es uno que he cumplido. No necesito dejar de ser yo para amarla, para entregarme con todas mis imperfecciones, somos compañeras de ruta y la vida nos puso en el mismo camino, la acompañaré y lo haremos placentero.

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Algún día la veré realizarse y me sentiré orgullosa de nuestro camino juntas pero hoy voy abrazar a mi hija, hoy en vida porque el tiempo no espera y mi maternidad es parte de este presente.

Hoy la abrazo, hoy le regalo mi tiempo, mi espacio y mi corazón, hoy que puedo y quiero.

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