Todo sobre la Terapia de contención
Surgió en Nueva York a inicios de los setenta, cuando la doctora Martha Welch quien rehabilitaba niños con autismo, probó técnicas afectivas para mejorar su convivencia con los adultos que los cuidaban. Diez años después, en Alemania, la psicóloga Jirina Prekop descubrió que este tipo de acercamiento era esencial para cualquier familia, independientemente de que hubiera alguna condición especial o no, e inició un movimiento global que en nuestros días abarca países como Austria, España, Francia, Suiza, Sudáfrica, Argentina, Chile, México y Venezuela.
Importancia de la Terapia de contención
Al recibir a tu bebé en el parto, le das el primer abrazo de su vida y quedarse contigo es su prioridad, porque en comparación con el resto de los mamíferos, los humanos nacemos fisiológicamente prematuros y creamos una mayor dependencia para sobrevivir. Si reflexionas sobre el ambiente cálido, oscuro y tranquilo en el que estuvo nueve meses, ese sencillo gesto (tomarlo entre tus brazos) es lo más parecido al vientre.
Esa necesidad se cubre mediante el uso del rebozo ya que al sentirse sujetado, unido al cuerpo de quien lo creó y oyendo los latidos del corazón, el recién nacido experimenta sensaciones de seguridad y pertenencia. Si requirió estar en la incubadora, lo hospitalizaron al nacer o debiste volver al trabajo a los pocos días, la comunión se interrumpió y pudo hacerlo crecer insatisfecho, con una pobre relación hacia su entorno y pasar varios años de su vida buscando la cercanía materna. En ese caso y si sientes que necesitas recuperar su confianza, ambos podrían ser candidatos para recibir esta clase de ayuda.
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¿En qué consiste?
La Terapia de contención se realiza entre una y tres veces bajo la asistencia de un especialista (psicólogo o pedagogo), quien te orienta previamente para tomar conciencia sobre tus dificultades. Luego asisten juntos a la primera sesión e inician un diálogo frontal en el que expresan las conductas que les molestan del otro.
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En el caso de los niños, se les pide que se liberen mediante el llanto o grito pero no con el cuerpo para dejar surgir la empatía y crear una conexión profunda también llamada curva de los sentimientos, en la que suelen aparecer primero el coraje, después la tristeza y al final, el miedo.
Una vez expuestas estas emociones, ambos se liberan de lo que los tenía distanciados pues simbólicamente, le estás diciendo: “Tú y yo, a pesar de que nos queremos, también tenemos resentimientos que no expresamos y por eso no podemos externar cariño. Vamos a decirnos todo lo que nos enoja y después nos abrazaremos para demostrar lo que significamos para el otro. Yo como adulto, saldré más rápido de la ambivalencia y podré consolarte hasta que te recuperes. Lo más importante de todo, es que no voy a soltarte hasta que te sientas bien”.
Por otro lado: Relación del apego en el cerebro de tu hijo
Después de que “limpien espacios” y si el terapeuta lo considera oportuno, podrá pedirle que se recueste sobre ti y que te escuche hablar sobre tu embarazo, la emoción que te dio recibir la noticia, cómo fue la espera y claro, el día en el que finalmente lo conociste. También le será benéfico oír algunas anécdotas graciosas de cuando era pequeño y hacerlo comprender que su existencia es lo más trascendente que te ha ocurrido. La Terapia de contención le ayudará que puede volver a confiar de ti y al mismo tiempo, iniciar su separación, ahora ya sabe cuánto lo amas y no hay seguridad más grande que esa.
Quienes han vivido el proceso, aseguran que es un poco doloroso pero también, que es la única forma de curar la herida: para sanar y sentir apego, deben desechar el rencor y luego comprometerse a vivir con una dinámica renovada. El sentido de la terapia de contención es la confrontación emocional entre dos seres que se quieren
Objetivo
Al ser una herramienta aplicable para todas las edades (incluso en bebés de dos meses), te brinda seguridad para el manejo de situaciones difíciles y les permite interactuar y expresarse con inteligencia emocional. Aunque lo parezca, la Terapia de contención no es un método educativo, sino un entrenamiento que en la medida en que lo practiquen, se convertirá en un hábito para aprender a confrontar cercana y respetuosamente los conflictos, en vez de huirles. Además y aunque suele enfocarse a las madres, puede ser tomado por los padres o cualquier otra persona cercana que haya fungido como su protector durante sus primeros años.
Revisa: Por qué no debes quitarle a tu hijo su objeto de apego
Se sugiere cuando hay:
- Trastorno de vinculación
- Síndrome de Asperger (autismo)
- Depresión
- Miedo, en especial al contacto físico y abandono
- Inseguridad
- Dificultad para relacionarse
- Tiranía infantil (síndrome del emperador)
- Desórdenes psicosomáticos (neurodermatitis, asma)
- Enuresis o encopresis (falta de control de esfínteres)
- Problemas de sueño o alimentación
- Alteración en el comportamiento
- Celos entre hermanos
- Demandas excesivas
- Límites insuficientes
- Inexperiencia en la crianza
- Cualquier situación en la que sientan que el amor no fluye
Si te interesa participar en esta dinámica, hazlo bajo la tutela de un profesional. De ser posible, acércate con un psicólogo de confianza o pídele que te recomiende algún colega que la realice. El trabajo emocional es un proceso que siempre debe ser guiado por un especialistas que cuente con experiencia comprobable.