Son habituales durante la infancia y la mayoría no tienen riesgos para la salud, pueden ser transitorios o crónicos, es decir que duran más de 12 meses.
No se conocen las causas, pero se sabe que la probabilidad aumenta cuando alguno de los padres los tuvo y que los periodos de estrés incrementan su frecuencia e intensidad.
Esto es lo que puedes hacer cuando tiene un tic:
- Monitoréalo. Hazle saber que te interesa su padecimiento, será reconfortante sentirte cerca. Anota cada cuánto se presentan o si detectas algún cambio
- Bríndale sólo la atención necesaria. No permitas que se convierta en el tema central de sus días pues darle demasiada importancia podría empeorarlos
- Identifica las causas de estrés. Pregúntale sobre sus preocupaciones. No lo juzgues y busquen juntos una solución
- Enséñalo a relajarse. Practiquen con musicoterapia o ejercicios de yoga; también es importante que trabaje la respiración y descanse adecuadamente
- Diseñen estrategias para contrarrestarlos. Planeen cómo hacer que pasen lo más desapercibidos posible. Por ejemplo si es vocal, dile que se tape con un pañuelo para aligerar el sonido
- Evita las correcciones y los regaños. Las llamadas de atención podrían provocarle inseguridad. Ten paciencia y no pierdas de vista que aunque lo desea, no puede controlarlo
- Refuerza su autoestima. Resalta sus logros en cada oportunidad, ya que suelen ser objeto de críticas y burlas
Cuando llevarlo al doctor
- Si sospechas que tiene Síndrome de Tourette
- El malestar interfiere con sus estudios y su vida social
Es más común en los niños. Se estima que se presenta entre 3 o 4 veces más que en las niñas. La American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP) estima que 10% de los niños en edad preescolar presentan tics transitorios.
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