¿Te suenan familiares estas y otras frases?, incluso, algunas de ellas sí te funcionaron en su momento pero ahora simplemente tu hijo o hija ya no obedece. Por el contrario ¿se burla, te desafía y te reta?
Amenaza, recurso heredado
Para un número importante de padres, tutores e incluso maestros, la amenaza es el único recurso que conocen a fin de que los hijos y/o estudiantes realicen sus deberes.
“La mayoría de los los adultos lo hacen de esa manera, por su propia experiencia, pues ellos también fueron amenazados en su infancia o adolescencia y es la única forma que tienen para ‘educar’”, explica la psicóloga cognitivo-coductual, Maricela Fonseca Analco, maestranda en orientación familiar.
Pero recordemos que la amenaza tiene como fin intimidar a alguien porque se le causará un daño o perjuicio. “En los niños significa que algo malo y muy grave le va a pasar a él, a su familia o a un objeto preciado; ello los provocará más y pueden hacerlos sentir que tienen que luchar, pelear o transgredir para cuidar aquello que es amenazado”, destaca Fonseca Analco.
“Tal vez las primeras veces sí funcione, pero a medida que el niño crece y se da cuenta que quien lo amenaza no cumple su intimidación; o bien, que puede pelear aún más para proteger lo que está bajo amenaza, ya no creerá en ese método de disciplina”, puntualiza la entrevistada.
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El castigo que no llega
La mayoría de las amenazas no se cumplen y solo buscan que el niño se asuste y termine haciendo lo que se le pide, pero en realidad pocos son los menores de edad que están convencidos de la importancia de hacer sus deberes y en cualquier oportunidad nuevamente desobedecerán porque el castigo nunca llega.
Incluso, si los padres no cumplen lo que advierten o prometen, perderán autoridad frente a sus hijos y éstos mucho menos los tomarán en cuenta ni los obedecerán. Entonces, pueden volverse más rebeldes. Por eso, lo mejor es buscar estrategias de crianza que ayuden a los padres y a los niños a tener una sana convivencia. “El primer paso es que los adultos acepten anular esa forma de crianza, y aprendan nuevas estrategias”, recomienda la experta.
Practica los pilares de la disciplina positiva
A fin de evitar que el comportamiento de los niños empeore, es necesario que los padres aprendan los llamados pilares de la disciplina positiva y los practiquen diariamente.
- Identifica metas a largo plazo. Es decir, quieres que tu hijo todos los días haga la tarea, todos los días se lave los dientes, todos los días tienda su cama, no solo una o dos veces.
- Proporciona calidez. Explica con voz cálida, pausada y cordial los deberes de tu hijo, lo tienes que hacer sin saturarlo. Le puedes poner una lista con dibujos agradables y que los vaya haciendo de uno en uno.
- Brinda estructura. Ello significa que debes siempre ser coherente con lo que pides en tiempo y forma. Dale sus deberes por horarios (a las 9 am, a ls 11 am, o a las 3 pm, 5pm) o bien por momentos del día (por la mañana, tarde, atardecer, noche). En tu casa todos deben cumplir (incluyéndote) con los deberes en los tiempos acordados.
- Comprende cómo piensan y sienten tus hijos. Recuerda que tus hijos están creciendo y no piensan ni sienten como tú. Fomenta la auto-reflexión y ponte en su lugar de vez en vez.
- Soluciona problemas. No se trata de crear conflictos, vivir en regaños, llegar a los golpes. Tienes que solucionar problemas no generarlos. Recuerda que tus hijos convivirán contigo por toda tu vida.
Consecuencias sí, amenazas no
Le puedes dar a tu hijo consecuencias, que tienen como resultado natural algo positivo o negativo. Por ejemplo, si no te bañas olerás mal (el resultado natural es ese) o si haces la tarea pronto, tendrás más tiempo de jugar (el resultado es ese). En cambio, la amenaza siempre generará miedo, inseguridad, enojo, malestar e inquietud, incluso llanto y estrés.
“Debemos enseñar a los niños que es ‘bueno’ hacer sus deberes, que todos los tenemos, y nos gusten o no, los debemos llevar a cabo por el bien del nosotros mismos, de nuestra familia y de nuestro futuro”, recomienda Fonseca Analco y explica que debemos fomentar los hábitos en los más pequeños de la casa.
“Desafortunadamente aún vemos que muchos padres siguen con una crianza con un estilo autoritario y agresivo, por eso, si no podemos auto-regularnos es mejor apoyarnos con una terapia (busca ayuda profesional) que nos enseñe a educar en positivo, sanamente y a largo plazo. Podemos romper con esas enseñanzas negativas y darles a nuestros hijos y nietos otras formas de convivencia”.